Viernes, 16 de noviembre de 2012 | Hoy
Fue una fiesta por los derechos conseguidos y también un reclamo por los que están faltando con urgencia. SOY aprovechó esta plaza para celebrar la proliferación de identidades, de deseos y de sentimientos que se inscriben por arriba, por debajo y por los costados de las definiciones sexuales.
Por Lux
En estos días, cuando las manifestaciones y hasta las catástrofes se autoproclaman como si fueran botones de portero eléctrico (8N, 10D, S11, C5N), que este 10N, a 21 años de la primera vez, insista con su choclazo de “Marcha del Orgullo Lgtttibq” más las consignas que a simple y corta vista están por fuera de la sigla (“ley de aborto seguro legal y gratuito” y “basta de xenofobia y racismo, ya”), me llena de O2 (sí, Orgullo y Oxígeno).
Así es que me caigo del catre a las tres de la tarde y en Plaza de Mayo estoy izadx como una bandera arco iris flameando y viendo llegar la gente al baile versión local (las locas, las vistosas y las tetas al aire han vuelto a ser, oh destino, nuevamente exuberante minoría, frente a una masa de púberes, curiosos integrados, normales vistos de lejos y otra fauna que sólo se entrega al polimorfo y perfecto festín esta vez al año). “No te hagas los rulos que en esta marcha no va a haber nadie, ya tienen las leyes por las que tanto jodieron, qué más van a ir a buscar si en cualquier sauna lo tienen y además seguro que llueve”. Reconozco que el comentario de mi hermano de leche (pobrecita, a ella le tocó mamar de la mala) me acobardó. Pero fue llegar y calcular con mi ojo de buen cuberx lo que luego la Federación calculó con el suyo: donde había unos cien mil el año pasado, entraron unos cien mil más a fuerza de refregarse, encastrarse y en un gran porcentaje imposible de calcular, plegarse y meterse adentro mío. “¡El que quiere Celeste que se acueste!”, fue mi grito de guerra que convenció a casi todos y todas. “Por algo somos invertidos, marcha atrás y contramano”, me dice eufórico mi hermano, que cuando vio por la tele la que se estaba armando se vino “a curar lesbianas” o a detectar la carga de bisexualidad. Sobre un afiche del Inadi diez jóvenes toman cerveza y sacan los sánguches preparados por la madre del conurbano, es la misma cerveza que los más dotados descargarán sobre un tronco en un ratito y el resto en los baños que, oh contradicción, oh contravención, están prolijamente ordenados en damas y caballeros. “Y pensar que hace 20 años éramos unos pocos putos locos, y que encima venían con taparrabos pero para taparse la cara”, le decía Lohana Berkins a Alejandro Ros mientras le convidaba un bocadito de la bandeja de SOY. “No son bocaditos”, les avisé antes de que se mandaran un sticker. “Este año SOY no sólo decidió regalar ejemplares atrasados sino repartir definiciones, declaraciones temporarias para pegarse o despegarse y marchar.” SOY FACIL, SOY DEGENERADA, SOY VAGO, SOY PROMISCUX, SOY AFRANCESADX, SOY NOY y, modestia aparte, SOY LUX, se fueron como pan caliente. SOY ABUELO y SOY CERO PLUMA tardaron mucho más en encontrar dueñx. Lohana se puso el SOY VITALICIA y le dejó en el medio del pecho a Vilma Ripoll el SOY CALIENTE. “No pongas pecho, no seas careta, que conste que le toqué las tetas a la Ripoll”, sugirió antes de perderse entre micrófonos y amigxs. ¿Ningún cartel dice soy gay, soy trans, soy lesbiana a secas? “Para qué, eso no hace falta declararlo”, dijo una señora que tímidamente se llevaba Soy maestra y lesbiana. “No me lo pego ahora, por si me ven los de la escuela, pero me lo llevo porque estoy segura de que yo y un par de colegas un día de éstos nos vamos a animar.” “¡Lux! ¡Dejá esa pavada de las pegatinas y vení a cambiar de cuerpo ya!”, me dijo la Franky, que vive obsesionada con las cirugías. ¡No, no es eso, locx! Acá, como se puede ver en la tapa de esta nota, siguió mi amiga, es como en las viejas kermeses. “¡Yo elijo el Noel porno, quiero músculos pero sin gimnasio!”, dijo un anciano. Mientras la monja y la señora sexy se convertían en atracciones principales una fila de gordos hacía cola para ponerse en la figura de los dos gordos que se abrazan. “Y sí, Lux, para qué cambiar cuando uno está tan contento con lo que ya es”. Yo, que empecé tímidx poniendo mi cabeza en el cepo de los cuerpos raros, quedé atrapadx del juego más locx que Sybil cambiando de identidades hasta que la voz de Celeste me volvió a mi anormalidad. El sticker de SOY RARX no lo quise porque salta a la vista, el de SOY INSACIABLE me lo comí para dar fe, lo de llevar el Soy activa adelante y el Soy pasiva en las nalgas, fue una incoherencia y una obviedad que me dio dobles alegrías y que recomiendo repetir.
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