[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Foto y producción Sebastián Freire

---

1. La silla, mi alfombra mágica. Así como me ves, yo levanto sentada: la otra noche, en la disco torta Très Jolie, fue poner una rueda y recoger almejas a manos llenas. O en la Chacarita, en el picnic que hago todos los años frente a la tumba de Gilda, un sepulturero se ofreció a empujármela y me hizo un entierro como Dios manda. ¡Adoro el casino! Los tragamonedas están a la altura de mi circunstancia. ¡Odio las raves! Me rompe que no tengan rampas. En el club Sacachispas, la fiesta de la comunidad boliviana en Lugano, soy muy bienvenida, por devota de la virgen de Copacabana y porque yo no camino a nadie. Este miércoles fui con mi enfermera al swinger mixto de Anchorena (bienvenidos héteros, travas, gays y simpatizantes) y vimos una señora lavarse la vulva con alcohol en gel. ¡Ardimos! Nuestro programa familiar de domingo es levantarnos a las 8 de la mañana y sin bañarnos (es muy complicado) nos vamos al after de travestis del Abasto a desayunar. Ann, que además es maquilladora cama adentro (bien adentro), quiere descubrir cómo hacen las chicas para mantener el make-up con toda una trasnoche de ajetreo. ¿Será que se dan dos manos?

2. La Enfermera Ann, mi sonda, mi senda. Me empastilla, me pone el suero, me cambia los chongos cada dos horas para mantenerme sequita y limpia. Empujarme la silla no es su fuerte, bulto que ve, me deja como un bulto donde sea. Pero, bueh, la obra social, no cubre empujado de sillas y las millas de American no se hacen cargo tampoco. En la marcha zombie me dejó abandonada adentro del cine porno de Suipacha y Corrientes. Le estoy haciendo juicio, porque no tiene.

3. El baño del jardín de infantes. Acá me gusta recordar, maquillarme, practicar yoga desnuda y mirar a La Enfermera Ann hacer pipi. Con seis litros de Evian que le doy por día, me aseguro un programa para evitar mirar el noticiero. Odio la realidad.

Para participar de esta sección: [email protected]