Viernes, 15 de febrero de 2013 | Hoy
¿Cómo nace un leather? ¿Cómo se hace? Un breve recorrido, escrito con botas y campera negra, por el universo leather de Buenos Aires, desde que empezó en los años ’80 hasta hoy.
Por Pablo Pérez
Marlon Brando en la película El salvaje, el motoquero de Village People, el vocalista de Judas Priest, Freddie Mercury y Jim Morrison, los machos superdotados de Tom of Finland, Terminator y Mad Max, todos ellos vestidos de cuero, son algunos de nuestros iconos. Y aunque para muchos de los que empezamos a descubrir nuestra sexualidad, en la época de la dictadura, “policía” o “milico” eran y siguen siendo malas palabras, admitimos que nos excitan también los uniformes de cuero y las botas: “El color es el negro, el material es el cuero, la seducción es la belleza, la justificación es la sinceridad, la meta es el éxtasis, la fantasía es la muerte”, describe Susan Sontag en su artículo “Fascinante fascismo”. Entre nosotros, usar ropa de cuero es condición sine qua non. Recuerdo que cuando era chico no podía evitar seguir con la mirada hasta perderlos de vista a los policías motorizados de la Federal, cuyo uniforme, durante mucho tiempo, fue completamente de cuero. Sin embargo, ante los sentimientos encontrados, prefiero decir que mi predilección viene del rock, del heavy metal, de los motoqueros, de los cowboys y de los héroes y villanos de las películas.
Las primeras pajas me las hacía mirando la tapa del disco The Game, de Queen, donde se veía a los cuatro integrantes vestidos de cuero. Yo no me daba cuenta, pero ahora puedo decir que a los catorce años ya era un adolescente leather. Mi mayor deseo era tener una campera y pantalones de cuero, que recién pude comprarme a los 24 años en una feria americana cuando vivía en París, donde hice mis primeras incursiones en los bares leather: el mítico Keller, el Mec Zone, el Transfert. Iba siempre, pero no me daba cuenta de que había ciertos códigos, que descubrí mucho más tarde en Buenos Aires de la mano de Master Cóndor y José, a quienes conocí por un anuncio de contactos de la revista NX: “Pareja leather SM busca tercero interesado”.
El surgimiento de la “subcultura” leather gay había comenzado en California, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos hombres tuvieron sus primeras experiencias homoeróticas en el ejército. Una gran parte de ellos fueron dados de baja por haber sido sorprendidos en actos “antinaturales”. Al regresar, muchos de estos hombres no quisieron desprenderse de los elementos más gratificantes y satisfactorios de la vida militar: el trato, la jerarquía, la indumentaria, las insignias, las reglas de conducta, el compañerismo, la fidelidad... Acabaron encontrando en los Clubes de Motos marginales que proliferaban en la California de los años ’40 el espacio adecuado para vivir y revivir sus fantasías. Allí convivían homosexuales y heterosexuales. En las márgenes, poco importa con quién uno satisface su deseo sexual.
En la Argentina, desde la década del ’80, la experiencia del sexo con cuero fue ganando adeptos muy paulatinamente, ya fuera por influencia de extranjeros que visitaban el país o por algunos que habíamos tenido experiencias en Estados Unidos o en Europa, donde los bares leather estaban en pleno auge: “Un domingo a la noche –cuenta José– fui a ver la película Querelle con un amigo, una loca divina, nada que ver con lo leather. El siempre me decía que yo era gay. En esa época yo tenía una novia. Después de ver la película, salí del cine trastrocado: el puerto, la escena del policía, el negro que se lo coge. Cuando volvía a mi casa, vi saliendo de un boliche gay a un oso enorme, vestido de jean, campera de cuero y botas por encima del pantalón. ¡Parecía salido de la película! Caminé media cuadra y me dije: ‘Si sigo de largo, me voy a arrepentir toda la vida’. En un momento me di vuelta y lo vi acercarse. Empecé a temblar como un pollito. Me di cuenta de que no era porteño porque hablaba con un acento extraño. Era finlandés. Nos subimos a un taxi y fuimos a su casa. Me quedé a dormir y, en medio de la madrugada, el finlandés abrió el ropero y se puso una gorra, un arnés y unos guantes de cuero; yo me volví loco. En cuestión de horas había tenido mi primera relación homosexual y mi primera experiencia leather. Cuando me quedé solo, abrí el ropero y encontré un montón de revistas leather, las Drummer, y me impresioné. Esto era en 1985, el sadomasoquismo todavía me daba cosa, pero también era algo irresistible, no podía parar de pensar en eso”.
El primer lugar de encuentro porteño para hombres vestidos de cuero fue el Club Fierro, que encontró su sitio en el cine ABC gracias a la iniciativa José Luis Zunini, acompañado en su aventura por Marcelo Marqués y Ricardo “Cuero Aspero”. José Luis, a quien todos los leather de los primeros tiempos en Buenos Aires admiramos y reconocemos como el pionero del grupo, solía andar por la calle a cualquier hora completamente vestido de cuero, con botas altas, gorra y guantes. Así fue como lo conocimos quienes frecuentamos los lugares leather, desde el primer Fierro Leather del ABC hasta el actual Kadú, y con los que me puse en contacto para reconstruir la historia que tenemos en común: mi Leather Master Matute, José, Marcelo Marqués, Marcelo Ferreyra, Luko, Alberto, Guillermo y Daniel.
La primera reunión en el ABC fue en septiembre de 1998. Era para probar. La primera noche íbamos a pasar películas, pero no sabíamos si iba a ir gente, primero, y si esa gente se iba a enganchar para hacer alguna historia. El club fue un éxito, a pesar de que las reuniones eran los días lunes. Además, en aquella época no se habían generalizado los contactos por Internet. Tras el fallecimiento de José Luis Zunini, en agosto de 2001, Marcelo y Ricardo decidieron no seguir haciendo las reuniones en el ABC y llevar las reuniones al Cruising Bar Tom’s, donde tenían la ventaja de poder funcionar un sábado cada quince días. Sin embargo, las reuniones de los lunes en el ABC siguieron: al poco tiempo tomó las riendas del asunto Master Halcón, que fundó allí el BALC (Buenos Aires Leather Club). Un tiempo después surgió un nuevo grupo que, bajo la consigna “El Tigre Negro Okupa”, se adueñó de la noche de los miércoles en un cine XXX de Flores. Tal fue la fuerza que habíamos ido generando entre todos que la muerte de José Luis, lejos de declarar un final de la historia, marcó el inicio de una nueva era en la que llegó a haber cuatro opciones diferentes para sacar a relucir nuestros cueros. Al BALC habían llegado para inyectar nuevas energías Master Matute y Marcelo Ferreyra; Master Halcón había creado Munch, un nuevo espacio en un salón de la avenida Córdoba. En noviembre de ese año, Master Halcón, Master Matute y Marcelo Ferreyra organizaron la primera (y hasta ahora única) Semana del Orgullo Leather, de la que participaron varios extranjeros, entre los cuales había ocho miembros del Club Leather de México, liderados por Charlie Ceballos, alias Chiquileather. El movimiento leather se encontraba ahí en su mejor momento, había cuatro lugares donde podíamos reunirnos, hasta que ocurrió la tragedia de Cromañón el 30 de diciembre de 2004 y todos tuvieron que cerrar según los nuevos parámetros de seguridad, la actividad en el ABC fue decayendo y el cine de Flores fue clausurado en 2011. Desde hace unos cuatro años existe el bar Kadú, donde los leather nos seguimos encontrando y se siguen sumando nuevos adeptos, además de la gente que se conoce por Internet, en especial por Recon.com, un conocido portal de contactos para hombres fetichistas.
“Además, uno ya tiene su mazmorra en casa. Nosotros –dice Marcelo, en pareja desde hace cinco años– tenemos tres slings. Y otros amigos nos cuentan que también tienen equipado su lugar. Por ahí te enganchás con alguien por Internet y organizás un encuentro en tu casa.”
Una de las maneras de comprobar que el cuero sea bueno es la prueba del fuego. Si es sintético, ante la llama se chamusca; si es auténtico, resiste. Antes la ropa se compraba afuera, más adelante apareció Eduardo Faría, nuestro “sastre leather” que hasta hoy nos hace la ropa a muchos de nosotros y a precios más accesibles que los que se pueden encontrar en Scalabrini Ortiz y Warnes. Eduardo en la actualidad tiene su propio negocio, whipitleather.com. Vende ropa por Internet a precios internacionales, y a los locales nos sigue haciendo precios más acordes a nuestro presupuesto. De una u otra forma, nos seguimos equipando.
“Es parte del morbo esa ropa que vas a usar para el momento del placer –dice Marcelo–. Por ahí hay gente para la que no es tan importante, va a coger un rato y se queda en bolas con el calzado, nada más. Y le resulta. Pero es importante que haya gente vestida de cuero, sin eso no hay bar leather. El nuestro es un morbo muy visual, por eso mismo cuando buscábamos un lugar donde reunirnos, rechazábamos los lugares donde nos proponían lugares sumidos en la total oscuridad.”
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