Viernes, 15 de febrero de 2013 | Hoy
ENTREVISTA
El Congreso colombiano tendrá tiempo durante el verano para pensar cómo seguirá el debate sobre el proyecto (presentado por el oficialismo) de ley de matrimonio igualitario. Mientras tanto, nuevos aires soplan en Colombia impulsados por la militancia lgbttiq. Sandra Montealegre, lesbiana, activista y feminista desde niña, habla sobre avances importantes en temas como el aborto, la legalización de la prostitución, la violencia hacia las mujeres.
Por María Sol Wasylyk Fedyszak
Actualmente “está pasando algo muy interesante, no es sólo el debate por el matrimonio igualitario, se está construyendo la política pública nacional lgbt, es decir, lo que existe en Bogotá en chiquito va a ser para todo el país”, resume Sandra Montealegre, coordinadora del Proyecto para disminuir la discriminación por orientación sexual e identidad de género en la Dirección de Derechos Humanos de la secretaría distrital de gobierno.
Llegar a este punto “fue todo un camino”. En Colombia, la Corte Constitucional estableció que el Senado tendrá tiempo hasta el 20 de julio de este año para definir sobre las uniones entre personas del mismo sexo. Si no lo define, “el 21 de julio, todas la parejas del mismo sexo podrán recurrir a una notaria para firmar su contrato solemne, y el único contrato solemne en Colombia ¿cuál es?: El matrimonio”, relata Sandra con alegría sobre la definición de la Corte.
Esta discusión se retomó a fines de noviembre y el debate destapó la olla. Hubo quienes hablaban de que si se aprueba a ley, “dentro de poco habrá que avalar la pedofilia o la zoofilia”, o que el sexo entre hombres es
“sexo excremental” y que el de las lesbianas “ni siquiera es sexo”. Pero para Sandra, y mal que les pese a los sectores más conservadores, “esta vez no hay posibilidad de que se caiga el debate. Pueden darle otra figura, pero la apuesta es que sea matrimonio”. El proyecto de ley proviene del partido oficial.
No es la primera vez que el tema está sobre el tapete, el matrimonio igualitario pasó por cinco debates en el Senado. “La última vez llegó hasta las manos del ex presidente Alvaro Uribe, que no estampó su firma porque había diferencias de forma entre ese texto y el que habían aprobado los legisladores”, recuerda Sandra. “Mi salida del closet fue a la salida del Senado en la primera discusión. Yo abrazaba a otra compañera y ahí me tomaron una foto del diario (nacional) El Tiempo y al otro día mi papá me vio en el diario y guardó ese recorte de recuerdo.”
El debate se retomará en marzo, pero en diciembre recibió el primer espaldarazo con la aprobación en la primera comisión, que es una de las cuatro instancias por las que debe atravesar la discusión.
Es media mañana y Bogotá está templada. Sandra vive a pocas cuadras del centro. Acaba de mudarse y no bien se abre la puerta, un mandala azul enorme en la pared atrae la vista de la recién llegada. En una de sus mesas hay varias revistas de El Teje recién venidas de Buenos Aires. Antes de prender el grabador, ofrece un tintico, café, por supuesto.
¿Cómo fue tu camino hasta llegar a la Dirección de DHH?
–Yo tengo un activismo con mujeres y soy feminista de chiquita.
¿Desde qué edad sos feminista?
–(Se ríe.)...Desde que me di cuenta de que no era la única lesbiana en el mundo. Fue GUAUUU. Eso fue a los 14 años. Yo nunca he sido heterosexual, eso lo tengo claro. Me enamoré de una mujer y comencé a buscar esas razones que nadie te da para entender por qué de una mujer y no de un hombre, entonces me encontré con un grupo de mujeres que se llamaba Triángulo Negro y comencé a hacer trabajo social. Yo tenía 15 e iba a las reuniones con uniforme de colegio, una ternura.
En ese camino, topándose con otras feministas, Sandra comenzó a interesarse en la política pública, se postuló para los consejos consultivos, que son mecanismos participativos de la sociedad. “Unos años después se firma el decreto de política pública de mujeres y de equidad de género y así se concreta el trabajo con las mujeres, las leyes y los programas”, resalta.
Una de las tareas del área en la que trabaja es el fortalecimiento de derechos de las mujeres en situación de prostitución. Hacen capacitaciones sobre los derechos para las mujeres pero también la reciben los dueños de los locales donde se ejerce, los meseros, los que cuidan la puerta y “eso es bien importante. Les decimos que si a una mujer le hacen tal o cual cosa, ellos son responsables un poco de la vida de esas mujeres”.
¿Cómo encaran ese tema?
–Para el equipo que trabaja con ellas, el ejercicio de la prostitución tendría que tener caracteres de empleo, es decir, si las mujeres ejercen la prostitución, por voluntad propia, el Estado y los proxenetas deberían garantizar que lo hagan en las mejores condiciones posibles.
El debate es muy complejo. Muchas dicen que no es un trabajo digno, y yo no sé si es un trabajo digno, no puedo ponerlo en esos términos, pero lo que sé es que es un trabajo y es un trabajo ejercido por mujeres, si no, apostemos todo el mundo a ser feminista, a desmontar el patriarcado, desmontemos la lógica de los cuerpos de mujeres como objetos, y HAGAMOSLO. Si todas nos ponemos en ésa, yo apuesto por el desmonte del ejercicio de la prostitución, pero, si no, tenemos que garantizar las mejores condiciones para esas mujeres.
Otro de los avances en materia de derecho es con respecto al aborto. En 2006, en Colombia se despenaliza en tres casos: cuando hay embarazo producto de una violación, cuando genera riesgo para la salud de una mujer y cuando el feto tiene malformaciones, incompatibles con la vida. Sin embargo, “lo que pasaba es que no se estaba cumpliendo la sentencia, y hay un tema de violencia institucional muy fuerte, entonces hacer un aborto en esos casos es muy difícil, hay una serie de taras institucionales que lo impiden”.
Frente a eso, el gobernador de Bogotá, en las últimas semanas del año pasado, señaló que como “hay un compromiso del Estado con la vida y salud y con el derecho a decidir de las mujeres, vamos a crear un Centro de Servicios Amigables en el tema de salud reproductiva de las mujeres”, en donde se les practiquen abortos a las mujeres acorde a lo que está en la ley, donde se las atienda con calidad, se hagan estudios de fertilidad y haya acompañamiento para quienes deciden interrumpir el embarazo. Eso está en vías de desarrollo y será un espacio físico dentro de un hospital.
Colombia es un país de contrastes. A la par de esos avances, el conflicto armado tiñe lo cotidiano, aunque ahora se encuentra en un proceso de negociación con las FARC, una paz momentánea, podría decirse. “En Colombia el desplazamiento es un fenómeno y es fruto del conflicto, cogen a la gente y le dicen: se va YA y su tierra es mía. Si no se van, los matan. Juegan al fútbol con sus cabezas. Así es el conflicto acá.”
En ese marco, la pregunta es ¿qué ocurre específicamente con las mujeres?
Sobre eso, hay algo que quería contarte. Una vez estuve trabajando en San Cristóbal, donde viven poblaciones reinsertadas y desmovilizadas. Acá hubo una ley de amnistía, para que la gente se desmovilizara. Yo me enteré de esos grupos y efectuamos una reunión con ellas. No sabíamos de dónde venían, sólo sabíamos que eran desmovilizadas. Llegaron, nos sentamos en círculo, empezamos a hablar, empezamos a construir un lenguaje muy bonito entre nosotras y comenzamos a hablar de lo que nos pasaba. Algunas contaban que las habían hecho abortar varias veces, o que hubo violencia sexual, otra contó que le tocaba cooptar, es decir, vestirse súper mamacitas e ir a los bares a cooptar hombres para que se vayan al monte. Todas contaban experiencias de violencia similares. Al final del encuentro, les pedí si podían decir de qué grupos venían: una venía de los paracas, otra de la guerrilla, y todas estaban sentadas, hablando, mirándose a los ojos. Fue un ejercicio de paz hermoso. Pero esto lo traigo a colación porque ya sea en grupos de derecha o de izquierda, actúan de maneras iguales cuando se trata del cuerpo de las mujeres. Si bien estos grupos se matan entre ellos, las mujeres siguen muriendo y la violencia hacia las mujeres no tiene que ver con ese cruce de balas.
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