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Viernes, 3 de mayo de 2013

ENTREVISTA

El factor L

Rita Lee, Patti Smith, Leila Diniz, María Elena Walsh, Celeste Carballo, Marilina Ross son algunas de las mujeres que aparecen en su genealogía como cantante y como persona. Viviana Scaliza reflexiona sobre el factor lésbico a la hora de cantar, recibir aplausos, armar bandas, armar bardo.

 Por Paula Jiménez España

Para el próximo disco está buscando traducir algunos temas, entre ellos uno dificilísimo —por sus juegos de palabras— de Rita Lee, que se llama “Todas las mujeres del mundo”. La letra habla de algunos de esos ideales que se supone que las mujeres queremos alcanzar, entre ellos ser “Leila Diniz”, una actriz brasileña feminista a ultranza. En su casa de Castelar hay muchos signos de esas chicas a las que Viviana admira. En un estante de su biblioteca, por ejemplo, el libro de Patti Smith, Éramos unos niños, que la hizo llorar, y delante están expuestos tres discos de la cantante Diamanda Galás —una de sus grandes influencias, junto con Joan Báez y la enorme Janis Joplin—. Más allá, detrás del micrófono de pie, sobre una repisa, una foto suya junto con María Elena Walsh. “Fue en la grabación del disco a Marilina, Más que un sueño. Me invitó María. Entré y nos presentamos. María Elena dijo que conocía a las Blacanblus y a mí se me cayeron las medias. Se ponía hablar de cualquier cosa. Fue muy emocionante verla cantar. Tenía ya la voz muy chiquita. De pronto, ver esa fragilidad fue muy emocionante. Si grabara algún tema de ella sería “El reino del revés”, que es muy delirante”.

¿Pensás que más allá de las coincidencias musicales hay algo que comparten entre sí las cantantes lesbianas o bi, un código, una forma?

—¡Sí! Ser lesbianas o bi (risas). Hay una conexión que hace que haya grupos de cantantes lesbianas que se van invitando unas a otras a cantar. Pero es lo mismo que pasa en la vida. Si a mí me pasa algo y tengo que elegir alguien a quien contárselo, tal vez sí busque alguien de mi misma orientación. No sé si con el arte tiene que ver, pero sí he notado que, en general, las invitaciones tienen que ver con eso. De pronto una cantante de la que no se sabe que es lesbiana se pone a cantar con otra que sí lo es y ahí te enterás de que ella también. Hay algo. Me lo pregunté muchas veces, por qué a mí me invitaban determinadas personas que no invitaban a determinadas otras, y llegué a la conclusión de que había otro tipo de complicidad en la que podía hablar de otras cosas.

En una entrevista en la revista Viva contás una anécdota en la que saliste del closet por la habilidad del periodista que te hizo la nota. Al final concluís: “Yo no quería que trascendiera que era lesbiana” y también “no estuvo mal”, ¿por qué decís esas dos cosas?

—Nos iban a hacer un notón en el mejor momento de esa revista. Nos hicieron la entrevista por separado al resto de las Blacanblus y a mí (de la que cada una de nosotras salió angustiada). El periodista era muy hábil y me sacó el tema del amor, me dio tanta vuelta que le terminé diciendo: “Mirá, soy lesbiana pero no me interesa en esta nota hablar de eso, no me interesa trascender por eso”. Finalmente el tipo terminó escribiendo debajo de una foto de nosotras cuatro: “Una es negra, la otra es judía, la otra desciende de indios y la otra es homosexual”. Cuando mirabas la foto era obvio quién era cada una. Era un momento en que estábamos despuntando con nuestra carrera y no apuntaba a conquistar especialmente al público de las tortas por este dato, para mí lo mejor es que fuera todo el mundo a ver nuestros shows. No me gusta el gueto dentro de lo artístico. Porque por lo demás no era un dato que fuera a modificarme la vida en lo más mínimo. Después dije: no estuvo mal —en aquel momento que tampoco era cómodo— porque fue una manera de salir del placard sin ponerme el cartel yo.

Igual te lo puso otro el cartel.

—Siempre te ponen el cartel. Y sí, el cartel me lo pusieron. No es algo que en su momento me haya pesado, pero dije: mirá este tipo qué hábil para poner lo que una no quiere sin decir el nombre. Me pareció machista su nota, llena de halagos de ésos que suenan feos. Pero entendí esto que puso: que cada una tiene un ingrediente que la hace distinta y todas juntas formábamos las Blacanblus.

¿Y alguna vez te resultó amenazante que esa información circulara?

—Jamás. Cuando estás adentro de un grupo a todo nivel el grupo te contiene. Si te equivocás la letra y tus compañeras son buenas alguna la va a seguir. Esa parte la leyó quien la quiso leer. Años después, y me pasó dos veces en la misma noche algo muy loco. Primero se me acercó una chica con una remera que decía algo así como “I kiss a girl”. Y me dijo que le había resultado muy liberador leer aquel reportaje, que le había abierto la cabeza y que se dio cuenta de que a ella también le pasaba eso. Después vino otra chica y me dijo lo mismo la misma noche.

Esto fue en los ‘90. Ahora sería mucho más fácil hacer una salida del closet.

—A mí me causa un poco de gracia esto de las nuevas salidas del closet en alguna gente. Un poco tarde. Por ejemplo, Daniela Mercuri, que presenta a su pareja después de que la has visto franelearse con todas las cantantes habidas y por haber. Está bien, pero ¿ahora? Claro ahora es más cómodo. Jodie Foster, sin ir más lejos. No quisiera hablar de la palabra moda porque me parece medio jodido, pero en este momento el trabajo lo hizo otro. De pronto, mucha gente ha venido trabajando durante muchos años comiéndose todas, desde desaparecer, ser cagada a palos, estar presa, para que ahora aparezcan un par de advenedizos que porque han sido los primeros en casarse se consideran los grandes militantes. Se creen referentes, pero ¿dónde estaban cuando mataban gays?, ¿dónde estaban cuando cagaban a palos a Nadia Echazú?, ¿y dónde cuando chupaban gays nada más que por luchar, como lo hizo mi amigo Osvaldo Sabino? ¿Dónde estaban cuando éramos trescientos caminando el mismísimo día del Orgullo desde el Cabildo hasta Congreso? Ahora ya tenemos leyes que nos avalan, es muy fácil salir.

Y dentro de la música, ¿quién o quiénes para vos han hecho un activismo del primer momento?

—Celeste fue la primera que se animó en público. Yo la vi en ese momento, porque estaba viendo el programa de Badía. Ahí te das cuenta de la diferencia que había entre las dos, entre la que sí quería decir porque le interesaba, y la otra. Sandra salió con una excusa de escena y queda Celeste hablando con Badía. De vez en cuando aparecía en un pantallazo Sandra afinando la guitarra. Me la acuerdo a Celeste a las doce de la noche con los lentes negros puestos. Me acuerdo que Badía le preguntó por qué “mujer contra mujer” y Celeste respondió que era mujer “con” mujer, una mujer pegada a otra. La mandíbula de Badía ya empezó a rozar el piso. Tengo entendido por gente conocida que Celeste ha perdido laburo por eso, que fue discriminada, no así Sandra, tal vez porque el repertorio de Sandra es diferente. La primera fue Celeste en un momento en que no era cómodo decirlo. Cuando la vi, me sentí muy identificada, me dije: por fin alguien lo dijo. Y decir, bueno, y si ella lo dice ya está todo bien. Todavía muchas no lo dicen. O dicen “yo me enamoro del amor”, “yo me enamoro de las personas”. Aunque siempre las veas con una mujer. Por ahí no se quieren poner el cartel.

Y a las chicas dentro del ambiente del blues, del que venís vos o Celeste, ¿cómo se las trata, tienen lugar?

—Si hacés las cosas bien te van a respetar. Después, las internas que puede haber las hay en cualquier ambiente. Si te llaman o no te llaman porque te acostaste con tal o cual no es privativo de la música en especial. Nosotras hemos sido muy respetadas. Fuimos de las pocas bandas teloneras que ha tenido Memphis en su momento más importante. Nos eligieron a nosotras, no a una banda de chicos. Yo, por lo menos, no sentí una discriminación por ser mujeres. Tal vez sí las cosas pasan por otro lado, por el hecho de ser cogible o no serlo. Está quien asciende por mérito propio y quien asciende porque se acuesta con alguien. Esto no significa que es difícil el ambiente ni que a las mujeres se las discrimine. En este momento hay muchísimas mujeres tocando. Y ya no es que sos la que toca la pandereta atrás o sos lesbiana, porque también estaba eso, las que iban al frente, las que cantaban eran lesbianas. Y hay otra cosa: yo no sé si por ser lesbiana se me ha cerrado alguna puerta, por esto de no ser cogible para alguien. Jamás me lo dirán.

¿Por qué pensás que se te habría cerrado alguna puerta?

—Tal vez más de uno no me llamó por decir: a ésta no, porque con ésta no pasa nada. Tengo la sospecha de que ha ocurrido. Igual creo que las cosas están bien como están, las cosas van a depender de mí. Si una se maneja honestamente, las cosas van bien. Claro que manejarte honestamente puede hacerte perder cosas. A mí el otro día me ofrecieron cantar el himno en la largada del Super TC 2000. ¿Me ves a mí cantando el himno en ese lugar? Mi no fue rotundo. Es un evento que más allá de quién lo organizara a mí no me interesa, pero además no estoy de acuerdo con la persona que no lo organizó pero sí cedió las calles de la capital.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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