Viernes, 5 de julio de 2013 | Hoy
Las marchas del orgullo en San Salvador de Jujuy hasta hoy no convocaban a más de un puñado de valientes que resultaban corridxs por la policía y silenciadxs por los diarios al día siguiente. Este año lo único que se mantuvo igual fue el silencio de los diarios. El resto, un record histórico e imparable: 10 mil personas ganaron las calles. Travestis muy producidas, chicos y señores trans, gays en carrozas o a pie y lesbianas bailando un contagioso ritmo electro kolla salieron como de abajo de las piedras. Claro que esta marcha espectacular está sostenida por otra procesión que va por dentro de los pueblos jujeños: postergados y humillados, encuentran en la organización Túpac Amaru, dirigida por Milagro Sala, una contención afectiva, sanitaria y económica. La diversidad bien entendida va a la montaña.
Por Paula Jiménez España
“Si ayer hubiera caído fuego y azufre del cielo para castigarlos a todos, como pasó en Sodoma y Gomorra, Dios hubiera hecho lo correcto”, dice un taxista que habla rapidísimo y recita versículos bíblicos de memoria. Está furioso. Su ciudad ha sido invadida por una enorme desgracia. Es el día que sigue a la primera Marcha del Orgullo Glttbi que logró congregar en el centro de San Salvador de Jujuy nada menos que a 10 mil personas. Pero su voz, la del taxista, más que pertenecerle a él, parece ser el eco de otra: la de un pensamiento ultraconservador socialmente dominante. Algo así debería pensarse sobre el diario El Pregón que, sin llegar a la crítica, decidió omitir absolutamente la impresionante movilización. O sobre El Tribuno, que no le dio a la noticia más que un breve espacio en sus páginas, como si se hubiera reunido un grupo de veinte personas frente a la Catedral para cantar “Soy lo que soy”. Ese número (20) fue el de la convocatoria de la marcha de 2012. Aquella, modestísima, del año del fin del mundo ni siquiera pudo prosperar porque la policía impidió a los manifestantes concentrarse en la plaza principal. Esta vez no se atrevieron. No se le atreven a la Túpac Amaru. Porque la diferencia es ésa: en 2013, la organización social liderada por Milagro Sala –a través de la agrupación Diversidad de Género, creada dentro de la Túpac misma– le brindó a la comunidad Glttbi todo su apoyo. Todo es todo: desde difusión y prensa hasta el ofrecimiento del armado de una banda numerosísima de músicos –muy machotes– que, luciendo galeras pintadas con los colores de la bandera de la diversidad, comenzaron tocando “Estoy saliendo con un chabón”, para seguir con un repertorio igual de reconocible: “Mamá yo quiero”, “El camaleón” o “¿A quién le importa?”. La confección de un puma gay de gomaespuma, de cinco metros de largo, que se paseó por la ciudad arriba de una carroza fue también obra de la Túpac, al igual que la construcción de un Partenón griego –también carroza– de 8 columnas, erigido sobre una tabla con ruedas, en la que bailaban trans, gays y lesbianas empujadxs por una cuadrilla de campesinos que Milagro regenteaba. Que levantaran esto, que empujaran acá, que llevaran tal cosa: la líder del movimiento indígena norteño estuvo absolutamente en todos los detalles. Se la podía ver corriendo de una punta a otra de la marcha, dando indicaciones para que las cosas salieran así como salieron: un relojito. Pero el asunto se cocinó en apenas un mes.
En la sede de la Túpac Amaru de San Salvador se realizó semanas atrás una asamblea para 800 personas en la que se sometió a votación el tema: ¿debía hacerse o no la marcha?, ¿qué características tendría? Si algo parece esta organización es ser resolutiva, será por eso que enseguida llegaron a un acuerdo y pusieron el proyecto Orgullo en funcionamiento. Ya a las seis de la tarde del 28 de junio resonaban en la ciudad los primeros golpes de tambor, y una hora después la multitud congregada comenzaba a caminar. El inmenso desfile fue precedido por una gigantesca bandera de la diversidad de más de diez metros de largo que iba agitándose entre las manos de por lo menos cuarenta mujeres que cantaban el hit de la noche, la canción de Marta Sánchez: “Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”. Cosas como éstas pusieron los pelos de punta al taxista. Claro. Y tal vez a El Pregón, que el 30 de junio –dos días después de la marcha– tituló su tapa dominical, anunciando que la localidad de San Pedro “Vivió con fe su fiesta patronal”. En cambio, de la presencia de esa misma población en el Pride del 28 no se dijo ni mu. Ni tampoco que otras comunidades como las de Monterrico, Palpalá y Perico participaron activamente de la marcha con sus banderas distintivas y sus camiones colmados de travestis que bailaban sobre botas altísimas el más frenético kolla electrónico. Sí, pueblo jujeño, como en la canción de Sabina: “En el diario no hablaban de ti”. Nada decía el periódico del día 29 sobre el ballet de lesbianas que con chambergos blancos y camperas de guerra hacían los pasitos de una córeo cuidadosamente estudiada, o de otro grupo, también de chicas, que en convocatoria espontánea batieron las palmas al grito unánime de ¡Orgullosa, orgullosa! El espectáculo dejó a lxs curiosxs con la boca abierta y en las mesas de los bares se comentaban cosas, lo mismo que en las recepciones de los hoteles o en las colas del supermercado. Es que esa tarde, la del 28 de junio, por las venas de la capital norteña corrió una sangre espesa y caudalosa que cortó las principales calles y avenidas para hacer pasar la manifestación por la Casa de Gobierno, la plaza –la prohibida– y la iglesia. El recorrido duró en total casi tres horas y la fiesta continuó un par más, durante las cuales se bailó, se cantó y se disfrutó de una larga lista de shows artísticos, incluidos grupos folklóricos, performances gays y trans y una lesbocoreografía tecno. Hasta la transformista Mercurio Fu Fú se vino desde Tucumán para dirigir el evento: “En mi provincia no hay para nada discriminación –exageraba Mercurio–. Acá, en cambio, la gente está empezando a abrir la cabeza”.
Desde el escenario, punto de llegada de la marcha en la intersección de las calles 19 de Abril y Gorriti, podía verse una multitud inimaginablemente numerosa para los stándares de San Salvador (bueno, quizá no tanto: en la marcha del 24 de Marzo de este año se logró reunir 100 mil personas; sin embargo, El Pregón dedicó su número del día 25 a hablar de la de Buenos Aires). Cuando se le preguntó a Milagro Sala cómo es que su organización decidió impulsar la causa Glttbi, respondió: “Es que desde el principio venían compañeros y compañeras llorando porque tenían un problema en la casa o porque la policía los reprimía. Entonces nosotros les preguntábamos por qué y ellos decían tener un problema sexual. ‘¿Y qué problemas tenés vos?’, les preguntábamos. Y nos decían: ‘Soy gay’ o ‘Soy lesbiana’. Y nosotros les respondíamos que ése no era un problema sexual, que cada uno tiene que aceptarse como es”. Y al rato, cuando a Milagro no se le preguntaba nada, ella sola se acercó y dijo: “A mí, cuando era chica, me discriminaban y no me gusta que eso mismo lo sufran otros. El otro día había dos dentro de la organización que estaban discriminando a alguien y yo me acerqué enojadísima y les dije: ‘Si lo vuelven a hacer, van a ver cómo ellos son los que se quedan y ustedes los que se van’. Así les dije y se quedaron calladitos”. Mientras los shows de la noche del 28 de junio se sucedían uno a otro, Milagro Sala estuvo parada durante un largo rato detrás del escenario, temblando de frío. Se quedó ahí para sacarse incontables fotos abrazada a las lesbianas, los gays y las trans que se le acercaban para agradecerle y felicitarla. “Ella trabaja con nosotros en la obra”, dijo Sala señalando a una travesti totalmente vestida de rojo que acaba de bajar del escenario y que al día siguiente estaría alzando bolsas de cemento y ladrillos en el barrio del Alto Comedero, donde ya se han construido miles y miles de viviendas. Pero, ¿cómo es que, de pronto, Milagro –su nombre no parece tan casual– se ha convertido en algo más que en la líder social referente de la Túpac Amaru? ¿Cómo es que la tarde del 28 de junio se reveló también como la impulsora del movimiento Glttbi jujeño más grande del que se tiene noticias? No hay razones demasiado claras. Ni siquiera ese recuerdo personal de haber sido discriminada –por mujer, por indígena, por hija adoptiva– y que la pone en la misma fila de todos los excluidos, alcanza para explicarlo. O quizá sí. En estos últimos años, la organización Túpac Amaru construyó dos inmensas escuelas en pleno centro jujeño y en ambas hay tres materias obligatorias para todos los alumnos, una de ellas se llama “Autoestima”.
No es sólo una contención puramente afectiva o psicológica la que ofrece la Túpac a través de su propia agrupación Diversidad de Género (nombre que, en verdad, no le hace justicia a la temática de la elección sexual, que es un pie básico de su lucha). Hugo, uno de los organizadores de la marcha –que bailó toda la noche del 28 de junio arriba de la carroza del Partenón– es integrante de Diversidad y dice: “Acá se da que son muchos pueblos pequeños y, por vergüenza de que se sepa su condición, los chicos terminan yéndose a Buenos Aires, por lo general a prostituirse. Muchos se suicidan de adolescentes; gays que por miedo o falta de contención toman esa decisión. Al ser tantos pueblos chiquitos se conocen todos y se sienten muy expuestos. Es lo mismo que me pasó a mí: me costó decirle a mi familia que soy gay y acá la Túpac me dio la posibilidad de ser lo que en verdad soy. Milagro me aceptó y me dijo que por qué no se lo contaba a mis padres. Es la primera ayuda que necesitamos, que se nos escuche. Cuando yo me fui de mi casa, la Túpac me dio eso, una escucha, un trabajo y hasta una propiedad dentro del Alto Comedero”. Hoy, Hugo se dedica a recorrer, junto con el resto de los miembros de la agrupación, poblaciones del interior de la provincia para prestar su ayuda. Carola, otra de las organizadoras de la marcha e integrante de Diversidad de Género, explica que en muchos casos la ayuda que se brinda en el interior es muy concreta: no sólo escucharlxs –que siempre es imprescindible– sino también la asistencia sanitaria a las chicas trans cuando padecen desequilibrios hormonales debido a las inyecciones o a pacientes con HIV o enfermos de sida. Dice Carola: “Ayudamos mucho a un chico infectado que lamentablemente terminó muriendo porque ya estaba muy mal. Pero recién en los últimos tiempos comenzó a sentirse querido y dejar de verse a sí mismo como un ser extraño. Hay muchos chicos que tienen necesidades que el Estado no satisface o que uno mismo no sabe cómo pedírselas al Estado. Con la formación de militancia que tenemos en la organización, nosotros decidimos que estábamos preparados para abrir un movimiento igualitario, sin privilegiar a los gays sobre las lesbianas o las trans. Para esta marcha, si bien nosotros la organizamos y la coordinamos, tuvimos la ayuda de otras agrupaciones independientes, como también de ATA, de la Federación de Trans y de Amigos contra el sida. O sea, éste no es un grupo cerrado, ésa no es nuestra intención. Apelamos a la congregación de toda la comunidad en general”.
La marcha del Día del Trabajador de este año fue la primera vez que esta fracción Glttbi de la organización social Túpac Amaru salió a la calle para incentivar la visibilidad. Lo hicieron desplazándose sobre una carroza a la que se acercó muchísima gente. “Yo quería contar que la visibilidad que tuvieron los compañeros al participar en el desfile del 1º de Mayo les costó la expulsión de su familia –cuenta Silvina, otra de las organizadoras–. Inmediatamente, Milagro los acogió dentro del barrio, donde ahora tienen trabajo y se pueden valer por sí mismos, sin tener que seguir soportando el rechazo de la familia.”
¿Pensás que la clase que no se siente identificada con el modo de hacer política de la Túpac se va a acercar a esta agrupación Glttbi para pedir ayuda?
–Pienso que la clase media va a venir a la Túpac tarde o temprano, porque no encuentra respuesta en las instituciones de la provincia. La persona que entra a la Túpac, encuentra la solución. Y la solución, en general, es dinero. Y eso sale de la Túpac.
La idea de reunirse se comenzó a originar hace cuatro años, en el Encuentro Nacional de Mujeres de San Salvador. Allí, las lesbianas tupaqueras se dieron cuenta de que no cabían en un solo taller de lesbianismo, ni en dos ni en tres, sino en cuatro. Tantísimas eran. Cuatro aulas, al tope. “Todas ellas tenían tanta necesidad de expresar, de hablar de sus problemáticas, que yo me quedé con los ojos bien grandes y abiertos. Muchas habían sido violadas o expulsadas de las familias. Entonces nos quedamos, después del encuentro, pensando en que había mucho para hacer”, explica Carola. Primero se conformó sólo de mujeres y luego se sumaron las chicas trans y los gays. Con el tiempo fue extraordinario su crecimiento, y hoy los integrantes de Diversidad de Género son cerca de 500. Su último proyecto fue la planificación de esta megamarcha del día 28 para que el tema cobrara dentro de la provincia, de una vez por todas, visibilidad. Conseguido. El viernes pasado, a la convocatoria de las 18 en las esquinas de 19 de Abril y Lamadrid no faltaron siquiera los familiares de la población Glttbi. “Acá es todo escondido y oculto, pero yo le dije a toda mi familia. Y hoy vinieron a la marcha todos para apoyar la lucha. Yo tengo una hija de 9 años con mi pareja y no sabemos qué hacer con la escuela porque hay mucha discriminación. No podemos ir a una reunión las dos madres por ejemplo, siempre representa una sola a la familia. Acá las leyes directamente no se aplican”, contó Luciana, una manifestante de 31 años. María Ester Carrazán, madre de la joven trans Gabriela Jaén, está desde temprano en la marcha. Pasó la tarde bailando al compás de la orquesta de vientos que encabezaba el desfile y sacó fotos a troche y moche para mandar después a su hija. Estaba más que contenta. “Es la primera vez que en Jujuy se vive una fiesta así”, dijo. Para ella fue un logro político y social que moría de ganas de compartir con Gabriela, por eso la llamó por teléfono y dejó el aparato suspendido en el aire para que escuchara el gran barullo. Su hija, del otro lado, se emocionó: “Ay, mami –dijo–, no sabés cómo quisiera estar ahí”. “Es que la vida para la comunidad homosexual en Jujuy es muy difícil –explica María Ester–, porque Jujuy tiene mentalidad de pueblo. Por lo general, nuestros hijos viven escondidos o de noche. Mi hija vive en La Rioja, por haber tenido problemas con la droga. Yo agradezco que ella haya mejorado y que esté bien lejos. Apoyo totalmente esto que está pasando. Lamentablemente no creo que la clase media acomodada forme parte de esta manifestación”, dice María Ester. Es que la marcha fue, sin ninguna duda, una celebración popular: cero por ciento glamour, cero por ciento pose. Más bien tuvo el aroma de una fiesta para todos, o más bien para casi todos. Una fiesta postergada y necesaria, por otra parte, que la comunidad Glttbi de la provincia se debía a sí misma y a la que –mal que le pese al taxista– concurrió una multitud. Pocos días después, 800 personas se reunían nuevamente en la sede central de la Túpac Amaru para evaluar en una asamblea la impresionante Marcha del Orgullo que todos en San Salvador de Jujuy vimos azoradísimos la tarde aquella. Todos, con excepción de los diarios.
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