Viernes, 23 de agosto de 2013 | Hoy
Alemania se convertirá en el primer país europeo en permitir que en los certificados de nacimiento no se registre el sexo de lxs intersex recién nacidxs. Esta política que apunta a hacer más llevadera la vida a las personas que nacen “sin que sea fácil determinar si son hombres o mujeres” y que promete evitar la decisión de los adultos de intervenir los cuerpos, también puede ser leída como un paso más en la confirmación de que hay dos géneros correctos y que, además y mucho más abajo, están los derivados. Norrie May Welby nació en Escocia, hace 52 años, como hombre biológico. Vive en Sydney desde los siete y es la primera persona en el mundo que podría llegar a ser declarada oficialmente ni hombre ni mujer, es decir, de género no especificado.
Por Liliana Viola
Cada bebé intersex que nazca en Alemania a partir de noviembre podrá ser inscripto como femenino, masculino o con lo que muchos llaman un tercer género pero que en los papeles lucirá como "indeterminado/no específico". Luego, cuando crezcan, lxs interesadxs, o sea las personas interesex y no sus padres, podrán decidir si se identifican con alguna de las tres opciones. Los adultos intersex también podrán elegir este nuevo casillero en el documento. Un logro para el lado de la justicia. ¿O de la ley? La pregunta es si esta nueva crucecita (o cruz), especie de oasis entre dos mundos (las dos superpotencias del femenino y masculino), es un reconocimiento de que la división en dos sexos conlleva arbitrariedad y violencia, o si es un pasaporte de luxe a la segregación. Muchos celebran el advenimiento, que por lo pronto se está dando en los papeles de los tribunales y en los medios, del tercer sexo. La celebración incluye la aparición obligada de preguntas nuevas o al menos encerronas burocráticas, como por ejemplo, para el concepto de matrimonio que en Alemania, donde no existe el matrimonio igualitario, se entiende como la unión entre "el hombre y la mujer". ¿Será que el tercer sexo no se casa? Por ahora tampoco se ha regulado cómo será la cuestión en los pasaportes donde continúan los dos casilleros.
Todo atisbo de sacar las patas del pantano en que se ha mantenido la política de la sexualidad, genera expectativas así como además sospechas de que en las buenas intenciones se filtren las viejas mañas. ¿Qué es el tercer sexo? ¿Va a ser definido por la falta? Porque si el tercer sexo que llega para descomprimir violencias es aquello "dudoso" que “por ahora" no es hombre ni es mujer, entonces, no se ha avanzado muchos casilleros desde el punto de partida. No es un dato insignificante que esta ley se refiera exclusivamente a las personas intersex. Y en este sentido si bien se trata de un avance en la posibilidad de negar que alguien de afuera de nuestros cuerpos decida sobre nuestra identidad, también es un modo de dejar afuera de lo que marca la biología la posibilidad de corroer el monopolio del dos. La posibilidad del género como algo autopercibido inscripto por arriba (no necesariamente en contradicción ni negado a la intervención quirúrgica u hormonal) de lo que marca el médico y el cuerpo aparece en el espíritu de esta ley y en otras tantas que irán surgiendo bien intencionadas. Richard Köhler, del grupo Transgender Europe, opina que la ley no es lo suficientemente progresista justamente porque limita los casos y a su vez patologiza: para acceder al beneficio debe haber un médico que diagnostique a la persona como intersexual. También vale cuestionarse, como lo vienen haciendo activistas de todo el mundo, si esta nueva etiqueta lejos de tranquilizar a los padres, los llevará a tratar de huir lo más pronto y quirúrgicamente posible del casillero comodín.
Por alguna razón, estos temas vienen siendo tratados en la esfera parlamentaria mundial con una escasa atención de la opinión pública. En nuestro país no hay comparación entre el alcance que tuvo el debate en torno del matrimonio igualitario y el silencio frente a la ley de identidad de género, considerada en general como un trámite, una dádiva burocrática para contentar a una minoría dentro de una minoría pero sin ninguna repercusión en la percepción social de un sistema de géneros dividido en un estricto dos. Si el debate se extendiera en toda su hondura tal vez se estaría discutiendo para qué insistir en los documentos de identidad con la definición del sexo de las personas.
Norrie no es intersex, ha nacido con sexo biológico masculino, se autopercibió durante un largo tiempo como mujer trans y actualmente, por muchas razones que explica en esta entrevista que le concedió a SOY, desea ser reconocidx legalmente por su género neutro. Para algunos un fenómeno, una performer radical, una enferma mental, un retroceso a muchas políticas lgbtqi. También la personificación de que el factor tiempo, la mirada de los otros, las vueltas de la vida, las cuestiones del cuerpo y del deseo van moldeando a los seres humanos, y los van sacando de las casillas.
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