Vie 22.11.2013
soy

La astucia de la razón

Las leyes están, ahora lo que falta es que se cumplan. La doctora Carolina Jacky, con 37 años de profesión y apenas tres con un documento que respeta su identidad, devino experta y hábil litigante en asuntos de discriminación por género, homofobia y transfobia. En esta entrevista da cuenta de los agujeros negros que tiene la Justicia actual, que a veces ni tiene en el sistema el texto de las nuevas leyes, pero también de cómo es posible pasarlos por arriba convirtiendo el daño en recompensa. Un recorrido por los casos clave que tuvo su estudio en estos días es todo un manual para ciudadanxs y para abogadxs que, sin necesidad de convertirse en benefactores ad honorem, puedan colaborar para que la ley caiga pareja sobre todos y todas.

› Por Dolores Curia

“Soy una rara avis”, le contaba la abogada mendocina Carolina Jacky a SOY en una entrevista promediando este año. Se refería, por lo menos, a la tardía asunción de su identidad de género (a los 58 años) y a la más que honorable distinción como concursante por un lugar en la Cámara Federal de Mendoza (si lo logra, será la primera jueza trans de Latinoamérica y segunda en el planeta). En el año 2010 obtuvo la sentencia que rectificó sus datos y le autorizó la cirugía de reasignación de sexo. Un resultado que Jacky consiguió de taquito después de habérselo gestionado a decenas de hombres y mujeres trans, primero, mendocinxs, y luego del país entero, con rodeos legales, mucho antes de que se aprobara la Ley de Identidad de Género. Maña, sentido de la oportunidad, vocación profesada desde que se levanta hasta que se acuesta, treinta y siete años de carrera, conocimiento en carne propia a la hora de hablar de disidencia sexual. Modelo de cuerva que combina calle, pueblo, sentido de la justicia y conocimiento de los vericuetos legales.

En el estudio Carolina Jacky & Asociados la diversidad se respira hacia adentro y hacia afuera. Adriana Mascheroni Garzón es trans, es su asistente y mano derecha. La misma Carolina le consiguió el cambio de DNI años atrás. Con ellas trabaja además un procurador, que está casado por la ley de matrimonio igualitario. Jacky parece una abogada Sun Tzu que aprendió a usar la fuerza del oponente a su favor e invertir el golpe de las fallas del sistema para provecho de lxs que siempre quedan del lado más vulnerable de la balanza.

La defensora de las mujeres

Identidad de género, trata de personas, narcotráfico y lavado de dinero están entre los temas cotidianos de su estudio. Pero hace muy poco las mujeres víctimas de la violencia de maridos, jefes o novios han encontrado en ella una defensora implacable. Su leading case en violencia de género fue el de Paola Legay, la bombera que en 2011 demandó por discriminación al Cuerpo y al Ministerio de Seguridad. Carolina tomó su caso cuando nadie quería hacerlo. Era la segunda mujer que ingresaba a la División para llevar adelante tareas operativas. “Carolina desde que ingresó sufrió agresiones verbales, le dejaban caricaturas anónimas; como no había baños de mujeres y hombres separados, a ella la obligaban a bañarse envuelta en una cortina. Cuando Paola llegó a mí, ella cobraba menos que los hombres por hacer el mismo trabajo y había un fuerte maltrato verbal, al punto de que por estrés tuvo un pico de presión con un daño neurológico que la dejó sin poder hablar y luego la dieron de baja. Empecé con una cautelar y terminé consiguiendo que le devolvieran su trabajo, además de la reparación económica por los daños. El caso de Paola fue un antes y después para mí. Fue muy intenso y quedamos muy amigas. Con el éxito de lo de Paola empezaron a lloverme casos de violencia de género. Mendoza está entre las provincias con peores índices en ese rubro. Empecé a no dar abasto y a incentivar a los colegas para que los agarraran. Me acuerdo de que un abogado que conozco hace mucho, que trabajaba asesorando a un banco y empezó a tomar estos temas a partir de mi recomendación, me dijo: ‘Es la primera vez que siento que estoy haciendo algo bueno con esta profesión’. Y, claro, pasó de hipotecar casas a defender a mujeres del acoso sexual. A partir de lo de Paola, el Inadi condenó al gobierno de la provincia por este caso, pero como es un organismo que no tiene poder de policía, es una condena de tipo simbólico. Lo del Inadi está muy bien pero ojo, porque la gente cree que con eso basta.”

¿Por qué no es suficiente conseguir un dictamen favorable del Inadi?

–Si bien un antecedente importante, que suma, para el victimario es un llamado de atención y no está obligado a resarcirse. La víctima tiene que tener presente que los plazos le siguen corriendo. En los casos de denuncia por daños y perjuicios tiene dos años desde que ocurrió el hecho antes de que el delito prescriba. Con Defensa del Consumidor es distinto. Cuando uno hace la denuncia a Defensa del Consumidor interrumpe la proscripción de la acción. La empresa puede ejecutar el pedido de Defensa del Consumidor o no, pero a partir de esa resolución tenés 3 años para llevar adelante una acción judicial. En el caso del Inadi no hay nada que diga que esa denuncia interrumpe la prescripción de la demanda para daño y perjuicios. Si durante el planteo en el Inadi se te pasan los dos años, prescribe tu acción como para iniciar una demanda. Dos años es muy poco para que prescriban las denuncias por violencia de género y discriminación. Esto es algo para revisar.

Cría cuervos

¿Quiénes y cómo ponen trabas para que la ley se cumpla?

–Con respecto a la ley de identidad de género y los casos de violencia contra las mujeres las fallas que hay más que nada se deben a desconocimiento de estas leyes que son relativamente nuevas. Porque no se conocen o porque no se quieren conocer. Hasta hace una semana en las oficinas de la seccional de policía de Mendoza no contaban con la Ley de Violencia contra la Mujer. No la tenían ni cargada en el sistema. Me he encontrado con infinidad de fallos judiciales posteriores a mayo de 2012 que desconocen la ley de identidad de género. También es una cuestión de tiempo, y en la Facultad de Derecho las deben estar incorporando. El problema es que algunas son trasversales a distintas materias. Hace unos días me encontré con el decano de Facultad de Derecho de la Universidad de Cuyo y hablando sobre esto me dijo que suponían que la Ley de Violencia contra la Mujer se estaba dando en Derecho de Familia. ¡Pero es un tema que atraviesa otras áreas! Quienes se especializan en derecho penal y laboral deben conocerlas también. Para abogados, jueces y fiscales los temas de derechos lgbt y de género no deberían ser novedad, ya que hace rato que la Argentina adhiere a los tratados internacionales que marcan una línea muy clara.

Además faltan abogados que se especialicen en estos temas. Te escuché decir a vos que los abogados deberían despertarse y darse cuenta de que en estas áreas hay un filón laboral.

–Existe la creencia de que esto sólo incumbe a quienes trabajan ad honorem y a los defensores de pobres y ausentes. Obvio que los defensores de pobres y ausentes están para este tipo de causas, pero acá hay que hacer ver a los colegas que detrás de esto hay mucho trabajo rentado. Muchos te pueden decir: “Pero, ¿contra quién voy? Si el agresor no tiene un mango”. Lo mejor para estos casos es la demanda por daños y perjuicios de una persona que no es atendida debidamente y discriminada por los organismos que están para protegernos. Si en una época dieron plata los juicios por accidentes, en otra, los juicios por defensa del consumidor, en otra, los juicios al corralito financiero, yo ahora les digo a los abogados que descubrí otro corralito que se llama violencia de género: “Muchachos, métanse”.

¿Dónde está la rentabilidad para que un abogado o abogada se vea tentado a tomar estos casos?

–La víctima de violencia de género tiene el beneficio de litigar sin gastos. En una demanda por daños y perjuicios hacés un acuerdo de honorarios con el cliente. Cuando cobramos cobramos los dos. El cliente no pierde un peso. Suelo poner el ejemplo del caso por el que se condenó al diario La Nación por 300 mil pesos, por una empleada que denunciaba discriminación laboral. Acá en Mendoza los honorarios son por ley el 18 por ciento de lo que se gane, y si aparte hacés un pacto con tu cliente, te podés llevar como el 30 por ciento. Trabajo es lo que sobra. A mi estudio nos llegan casos de discriminación día por medio. Casos de demandas contra el Ministerio de Seguridad y la policía de Mendoza se ven a diario. Tiene la misma lógica que un accidente de tránsito, la demanda es similar, también las pruebas médicas y psicológicas. Si la mujer fue e hizo la denuncia y no se le prestó atención, se le hace a esta oficina una demanda por revictimizar. Las cifras, si ganás, van de 60 a 120 mil pesos. Hay que avivar a los colegas: además de causas justas, hay un muy buen negocio. Además, en el caso de la ley de identidad de género por ahora podemos usar las fallas del sistema a nuestro favor.

¿Cuáles son las fallas más comunes?

–Muchas chicas no se encontraban en los padrones para votar, y eso pasa porque no hay cruce de datos entre el Registro de las Personas y el resto de las bases de datos del país. Yo misma he tenido que cambiar mis datos, hasta del registro de conducir, en forma personal e individual, uno por uno: en Anses, en AFIP, en todos lados. Tampoco te dan en el Registro por lo menos un manualcito básico con indicaciones cuando vas a hacer el cambio de nombre donde te diga que tenés que ir a cambiar el título de la escuela, de la universidad, de la Secretaría Electoral para cambiar en el padrón, del carnet de conducir.

¿Cómo se las podría a usar a favor?

–Hace un tiempo íbamos en auto con una amiga por una ruta cordobesa. Nos paran y nos hacen una multa, no viene al caso, pero era injusta. Cuando le imprimen el papelito de la multa salta el nombre viejo de mi amiga, a la que le hice el cambio de DNI hace muchísimo. Si a mi amiga le hacían la multa en Mendoza, le iba a saltar su nombre, pero en Córdoba le salta el viejo. Yo me lo puedo tomar con humor. Pero hay mucha gente a la que volver a ver ese nombre le causa malestar. Ahí bien le podés meter una demanda por daño moral a la provincia por no haber hecho las modificaciones. Conseguís que se pongan las pilas y encima ganás plata.

Trata de personas: jóvenes gays

“En esta historia nada es lo que parece: las mujeres son hombres, los hombres no ejercen como tales”, se relame el diario mendocino Uno. En las últimas semanas, el nombre de Carolina Jacky fue noticia una y otra vez –en la tele, en la radio y en los diarios–, invocado siempre después del de otra mujer trans: Paloma León, detenida por ejercer el control territorial de la zona roja de la ciudad de Mendoza. León fue imputada por trata, robo agravado y extorsión, a raíz de la reciente denuncia de una travesti que terminó marcada a cadenazos. “En estos momentos estoy trabajando con el Ministerio de Seguridad de la provincia para resolver esto. Soy el puente entre los testigos y los investigadores. Paloma es una travesti que estuvo 20 años presa y que al salir supuestamente se puso una ‘cooperativa’. Mentira... Salió y empezó a hacer negocio con la zona roja. Hasta su llegada, las más grandes se distribuían la zona y se las respetaba por los años que tenían de calle. Esta llega, ve esto y piensa: ‘Acá hay que cobrar el espacio’. Arma un grupito con travestis que se hacen llamar sus ‘hijas’, ellas se nombran simbólicamente con el apellido de Paloma. Tenía un departamento cerca de la terminal y una chacra donde hacía trabajar a sus hijas. Allí se les daban las inyecciones con aceite de avión y se ponían las prótesis a otras chicas. Paloma les gestionaba eso, entonces las chicas quedaban en deuda con ella. Cobraba 14 mil pesos y 8 mil se llevaba un médico que hacía las cirugías. Hasta que no terminabas de pagar no te podías ir y tenías que trabajar para ella. Y a las que estaban en la calle les cobraba el espacio. Si no pagabas, te daban con cadenas o te prendían fuego, como a Camila y a Pamela. Había hombres involucrados, la pareja de Paloma, Gabriel, por ejemplo, que hasta hace poco estaba prófugo.”

¿Cómo llegaste vos al caso?

–Un día estoy en Facebook y veo unas fotos muy tremendas de una travesti a la que le había masacrado la cara. Le escribo y le pregunto a esta chica Camila qué pasó. Me responde mandándome sus fotos con la espalda y la cintura con marcas de cadenazos. Nunca en mi vida había visto algo así. Era un viernes a la tardecita y le dije que viniera a mi casa. Viene. Me muestra la cruz gigante que tiene en la espalda. Me cuenta que había personas que estaban cobrando a las travestis que trabajaban en la zona. Me dice que estaban prostituyendo a menores expulsados de sus casas por ser gays. Los tomaban y les inyectaban aceite de avión. Los travestían y los ponían a trabajar en la calle. Camila me dice que estaba dispuesta a denunciarlo todo. Esto fue el viernes a la noche. Me voy a dormir y el sábado me levanto con la noticia de que a Pamela, otra de las chicas, la habían prendido fuego. Me agarra un ataque porque pienso ‘si me hubiese puesto a trabajar anoche mismo, capaz evitábamos esto’. Me reúno con el ministro y nos ponemos a trabajar en conjunto. Se hicieron allanamientos. Se detuvo a una persona y liberamos a las víctimas de trata. Se levantó información de las computadoras, filmaciones de los implantes y cómo se les inyectaba aceite de avión. No se encontraron menores, sino a chicos de 18, 19 años, mujeres biológicas y travestis. Todavía faltan testigos, obviamente, esto recién empieza.

Camila había sido reina de la Vendimia Gay en Mendoza en 2010.

–Sí, se trata de una fiesta provincial con una entrada muy cara que deja mucha plata. Camila ganó pero nunca vio un peso. No se les paga nada y la guita se la quedan los empresarios. Después todos se quejan de que las travestis tienen como destino único la prostitución; los vecinos se quejan de la zona roja, pero nadie quiere largar un peso. Ahora Camila está en su casa lesionada, asustada, sin querer salir. Y Pamela internada casi en coma. A la vendimia gay la televisamos, movemos el turismo. Se utiliza a las personas gay y travestis para hacer el show como si fuera un zoo. Necesitás que te animen la fiesta y después, ¿qué hacés con la gente? ¿A dónde va la plata? Te aseguro que a planes de inclusión social no va.

Paloma León era muy conocida, incluso aparece en la película Madame Baterflai, donde si se mira con atención se nota que, por lo menos, tiene un manejo bastante arbitrario de las chicas. ¿Por qué tardó tanto en salir a la luz todo esto?

–No lo sé, no entiendo cómo a nadie le llamó la atención antes. El comisario de la zona la conocía bien. La casa en la que operaba está incluso cerca de la seccional de policía. Tuvimos que llegar a que prendiera fuego a Pamela para que saltara. Desconozco la relación de Paloma con la policía y no puedo lanzar acusaciones sin pruebas, pero obviamente me ha pasado por la cabeza lo mismo que a todo el mundo.

Hay un doble filo en la relación de un madrinazgo entre travestis ¿Qué opinás de cómo encararon el asunto los medios aprovechando el estereotipo de la travesti violenta y criminal?

–No hay que mezclar las cosas. Si hablamos de una cooperativa, se dividen los gastos y las ganancias. Puede haber alguien a cargo pero no sujeción. Acá la dueña era ella, acá hasta que no cancelabas la deuda que habías contraído con Paloma no te podías ir. Acá había privación de la libertad y gente viviendo en condiciones insalubres. Esto no es trabajar en la prostitución en forma voluntaria, acá hay dependencia. Es trata disfrazada de cooperativa. Con respecto a los medios, fue crucial hacerles entender –y empezaron a cambiar el tratamiento una vez que lo entendieron– que acá no había una pelea de bandas. Antes de Paloma no existían bandas, sino personas que por su antigüedad tenían una voz más importante para ordenar la cuadra, pero cada una haciendo la suya. Lo más importante es que, si se difunde, que haya compromiso para trabajar para la inserción social, porque si allanamos y desbaratamos y luego no transformamos, no pasa nada. Hace cuatro días me vinieron a ver unas chicas que van a armar una cooperativa. Les habían dado el ok en un programa de inserción laboral trans que depende de la nación, pero luego las maquinarias textiles nunca aparecieron. ¿Será que los trabó la provincia? Si la ayuda vino y no les llegó a ellas, estamos en un problema grave, ahí habría una casa judicial.

Lesbofobia y otros males

En estos momentos Jacky también está llevando adelante un caso de discriminación por orientación sexual de una mujer de la que prefiere dar sólo un nombre de pila: Mariana trabaja en el servicio penitenciario, es lesbiana y, además de verse sometida a diario a escarnio verbal por esto, no le permiten hacer tareas como palpar a las visitas: “No sé qué piensan, ¿que si palpa a otra mujer mientras está trabajando se va a excitar? Hace poco Mariana estuvo en medio de un motín, con todo lo que eso implica, la tuvieron retenida, a punta de cuchillo en la yugular. Para estas situaciones hay un protocolo que dice que cualquier oficial después de algo así no puede ser expuesto a la población carcelaria por un buen tiempo, porque obviamente hay un estrés postraumático. A los compañeros les aplicaron el protocolo normalmente, pero a ella no. Como si nada, tuvo que volver a atender a los mismos presos que la habían tenido de rehén. Por la angustia cayó en licencia psiquiátrica. Vuelve con una orden del psiquiatra, un certificado donde pide que no la expongan a la población carcelaria, pero lo siguen haciendo. Sus compañeros, mientras, son ascendidos por acto heroico, y ella, nada. Mariana llegó a mi estudio y lo primero que hice fue pedir una cautelar para que la mandaran provisoriamente a un área administrativa y que se siguieran las indicaciones del psiquiatra. Por ahora me la aceptaron”.

¿Qué papel juega la mediatización de los casos?

–Más allá del buen o mal tratamiento que le den, siempre significa un acelere. Te pongo un ejemplo. Hace un tiempo que estoy llevando un caso de violencia doméstica. Una mujer policía casada con otro policía. Este le pegaba y le terminó rompiendo la mandíbula. Ella va a la comisaría para que le hagan la denuncia penal. Como medida preventiva les sacan las armas a los dos. A ella le dan una orden para que vaya a un neuropsiquiátrico. Ahí, la internan de prepo. Termina pasando todo el fin de semana adentro, hasta que el lunes llega el médico y dice: ‘¿¡Qué hace esta mujer acá!?’ y le da el alta. Vuelve al trabajo, pero ahí se la quieren sacar de encima con una licencia por 30 días. Con el golpeador no hacen nada, sigue trabajando lo más campante. A ella finalmente le dan de baja. Sin trabajo, vuelve a la casa del golpeador, que le vuelve a pegar. Ella cae en una depresión. Intenta suicidarse. De vuelta al neuropsiquiátrico y ahí el psiquiatra la manda con una orden para que la reintegren a su trabajo, pero no lo quieren hacer. Viene a mí y empiezo a llevar el caso. Hago la denuncia y no tengo noticias por mucho tiempo. Hace dos semanas sale una nota en el diario Uno de acá. Al día siguiente la llaman urgente de la Fiscalía para disculparse por cajonear el tema y se ponen de inmediato a trabajar.

¿Cómo ves, desde el punto de vista profesional, la polémica mediática en torno a Flor de la V?

–A la ley una vez que es ley hay que cumplirla. Más allá de que les guste o no. La Ley de Identidad de Género dice bien clarito que aquella persona que manifiesta percibirse de una manera con el solo hecho de manifestarlo debe ser respetada. Más allá de que rectifique o no sus documentos, si una persona trans va a una facultad y se inscribe con DNI de varón pero dice “Me llamo María y quiero que me llamen con ese nombre”, existe la obligación de tratarla así. Flor además rectificó su DNI. No hay discusión, ella debe ser tratada así y el que no la respete puede ser demandado por daños y perjuicios. El uso de “el travesti”, que se lo escuché a muchos periodistas y conductores, infringe la ley. Si hacemos un seguimiento del tratamiento mediático tenemos tanto daño moral como para hacer dulce de leche. Claro que hay expresiones ignorantes y otras con mala leche. Hablar de una “pelea entre dos tipos” es mala leche de aquí a la China. Son demandas muy fáciles de llevar a cabo y de ganar. Si Flor, que debe conocer a muchos abogados, no lo hace es porque no debe tener ganas. Pero me encantaría que lo hiciese, porque un fallo en ese sentido y tan visible sería realmente aleccionador para que se cuiden un poco más en cómo hablan. En el caso de Polino lo de hacer pis (aunque se entiende la mala intención) te la pueden discutir más porque en una lata se puede hacer pis tanto de pie como sentada. Pero después Polino dijo al aire mil veces “el travesti”, ahí se hundió, yo lo agarraría por ahí.

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