Viernes, 14 de febrero de 2014 | Hoy
OLIMPIADAS
Coincidiendo con la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en la ciudad rusa de Sochi, la popstar nórdica Annie editó un himno de protesta dance que agita la pista de baile y recauda fondos para la causa glttbi en un único paso de gimnasia acrobática.
Por Ignacio D’Amore
Los Juegos Olímpicos invernales de Sochi, que se iniciaron en Rusia el 7 de febrero último, vienen archivando toda clase de medidas de protesta en su contra. Motivadas por las leyes homofóbicas impuestas por el gobierno de Vladimir Putin en los últimos años, diversas voces y organizaciones se han alzado para alertar sobre el peligro de semejante avanzada fascista y mostrarse en férrea solidaridad para con los integrantes del colectivo glttbi ruso.
Ya en agosto de 2013, en ocasión del Campeonato Mundial de Atletismo celebrado en Moscú, se dejaron entrever algunas muestras de lo que hoy presenciamos en torno a los Juegos de Sochi. Por caso, dos atletas suecas compitieron con las uñas pintadas en los tonos de la bandera de la diversidad (pero retrocedieron sobre sus pasos al presentarse a un evento posterior con el esmalte neutralizado en un color único), mientras que un corredor norteamericano dedicó su medalla a las minorías glttbi y a la defensa de los derechos humanos (sin arrepentimientos, por fortuna). Ahora bien, el gesto de protesta que más ruido hizo a nivel mundial fue, en rigor, un no-gesto de protesta. Dos gimnastas rusas, luego de ser reconocidas con medallas doradas, festejaron con un besito en los labios, al parecer en abierta provocación a las leyes vigentes en su propio país que prohíben toda clase de “propaganda o promoción de la homosexualidad”. Sin embargo, el sinfín de titulares, fogoneado por el frenesí en redes sociales, hizo que las chicas se vieran obligadas a esclarecer el aparente error interpretativo: la prensa, con la malicia de toda la vida, había visto en los fraternales abrazo y beso algo más que un mero momento entre colegas federadas. Ocurre que el Comité Olímpico Internacional condena la expresión de cualquier clase de opiniones políticas bajo pena de retirar la/s medalla/s a aquellxs atletas que osen hacerlas públicas. Es por esto que aquellas personas con un triunfo a cuestas, o en la mira, se encontraban en aquel momento –y continúan encontrándose– en una posición muy delicada con respecto a manifestar su rechazo a las leyes homofóbicas de Putin, ni qué hablar de animarse a un beso lésbico.
En relación con los Juegos Olímpicos de Sochi, algunas de las campañas más resonantes para boicotearlos incluyeron el bombardeo a las grandes firmas patrocinantes, como Coca-Cola y Samsung, para exigirles que retiren su apoyo económico; también hubo otras campañas más modestas, como la de quienes en el Reino Unido proponían no consumir vodka de aquellas marcas rusas que se negaran a expresarse en contra de las leyes homofóbicas de Putin.
Una de las más recientes acciones de apoyo a la comunidad glttbi de Rusia surgió hace apenas una semana bajo el nombre de Russian Kiss (“Beso ruso”), y desde inesperados horizontes. La cantante noruega Annie, a quien venimos rindiendo culto desde su debut con aquel atrevido sampleo de Madonna en Greatest Hit (1999) y el glorioso LP debut Anniemal (2004), se unió a Bjarne Melgaard, artista visual también noruego, para crear un himno que arenga a agitar los puños en alto en defensa de los besos que se dan en Rusia. Además, la canción funciona como llamado de atención al gobierno de Noruega, uno de los principales países participantes de los Juegos Olímpicos invernales, ya que el mismo se negó a reaccionar frente a los atropellos del gobierno ruso y decidió seguir participando de las distintas competencias. Montada sobre una pista que bien podría haber aparecido en su reciente EP A&R, Annie entona llamados a la acción y al coraje con su ya típico timbre de replicant pop. La base del tema, versión 2014 de las gemas acid house de hace más de dos décadas, es obra de Richard X, la otra mitad firmante del mismo EP. Resuenan ecos de “French Kiss”, de Lil Louis, cuando pasado el primer estribillo del tema Annie ralenta los BPMs hasta arañar un contoneo estimulante que, con gemidos de fondo, invita a demostrar amor por aquellxs que están día a día luchando en tierras rusas.
Mientras tanto, los Juegos Olímpicos de Sochi vienen desarrollándose con completo aval del Comité Olímpico Internacional, hecho que puso en relieve las falencias del organismo en cuanto a defensa de los derechos humanos, más específicamente de la defensa de todxs aquellxs humanxs que compiten en el certamen y que se ven bajo amenaza por expresar su orientación sexual o por defender a quienes así lo hacen. Y como si fuera poco, la organización de los Juegos contrató como atracción musical para la apertura al dúo lesbo pop t.A.T.u., famosas hace varios años por su imagen de pareja de chicas rebeldes y por su apoyo a las causas de las minorías sexuales, hoy blanco de burlas y de indignación internacionales.
Como dijo la infinitamente sabia RuPaul: “En nuestra sociedad de consumo, el apoyo político se computa en la máquina registradora. Por eso invitá a un freak a cenar o comprá el single nuevo de una drag queen”. En este caso, una buena forma de respaldar la causa impulsada por Annie y Melgaard es comprando el single, cuyas ventas irán destinadas en parte a la Fundación AllOut, que se dedica a velar por los derechos de las minorías sexuales en todo el mundo.
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