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Viernes, 4 de abril de 2014

A LA VISTA

MARICONEANDO EL PARLAMENTO

Pensamiento, militancia y poder no son contradictorios. Sociólogo, activista queer y político, Javier Sáez del Alamo integrará las listas de Izquierda Unida en las próximas elecciones en España.

 Por Gustavo Pecoraro

Integrante de la histórica La Radical Gai junto a Paco Vidarte, Ricardo Llamas, Sejo Carrascosa o Eduardo Nabal, es autor de Teoría Queer. Políticas bolleras, Maricas, Trans, Mestizas (junto a Vidarte y David Córdoba), de Por el culo políticas anales (junto a Carrascosa) y de Teoría queer y psicoanálisis, entre otras obras.

No es la primera vez que esta coalición lleva en sus listas a referentes lgbti o queer. Ya la integraron la activista transexual Kim Pérez (candidata a concejal por el Ayuntamiento de Granada, Andalucía), la presidenta de la FELGBT Boti García Rodrigo (candidata a diputada por Madrid), o la escritora y activista feminista Gracia Trujillo (candidata a diputada por Madrid).

Como activista lgbti y queer ¿por qué es Izquierda Unida la opción electoral en la que elegís participar?

–Conozco Izquierda Unida desde hace bastantes años y creo que ha mostrado un claro compromiso a favor de los derechos lgbti y contra la homofobia, ya desde los años ’90. Por eso decidí afiliarme hace tiempo a IU. Además lxs activistas de su área de diversidad afectivo-sexual (Aleas IU) hace un gran trabajo de denuncia y activismo contra la homofobia.

¿Cuáles serían las propuestas lgbti que aún no contempla el programa de IU?

–En realidad el programa sí contempla estas propuestas, porque las hemos transmitido en comisiones de trabajo, con la ayuda del Aleas IU: lucha activa contra la lgbtfobia en toda Europa; denuncia de cómo la crisis y las medidas de la Troika-UE están afectando a la comunidad lgbt; abordar cuestiones clave como el acoso homófobo en las escuelas, la transfobia, la falta de atención a personas seropositivas por los recortes; la situación de las personas lgbt pobres, precarias, o migrantes, etc.

Boti García Rodrigo, Kim Pérez, Carla Antonelli, entre otrxs, son candidaturas que llegan desde la comunidad a las listas de IU y el PSOE. Te pido una reflexión sobre estos espacios ganados y las diferencias entre ellos.

–Creo que todas estas personas han aportado mucho a las luchas por los derechos lgbt y son valiosos/as militantes. Las diferencias dependen de cada uno de ellos y ellas, creo que no es mi papel valorarlas. Personalmente yo me sitúo en una trayectoria de marica radical y anticapitalista, y me interesa vincular las luchas lgbt a otras como la lucha contra el antigitanismo, el racismo, la discriminación de personas con discapacidad, los derechos de lxs inmigrantes o el transfeminismo. Considero que IU aporta un enfoque de lucha de clases y anticapitalista al que me siento cercano políticamente, y donde puedo aportar este tipo de enfoques interseccionales o “queer” (y reconozco que a la izquierda, históricamente, le faltaba este enfoque). La diferencia de espacios es que, en mi opinión, el PSOE ha hecho una política conservadora, aceptando las imposiciones de la Troika y del capitalismo actual; en cambio, IU mantiene posiciones más claras contra esta marea neoliberal. El que se lograra un derecho importante como el matrimonio igualitario no debe hacernos olvidar que aún siguen existiendo muchas desigualdades, y que la lgbtfobia campea a sus anchas en Europa, incluyendo España.

¿Cuáles serían tus primeras tres propuestas como funcionario?

–Aprobar la Directiva transversal (sobre todo tipo de discriminación, que está ya como proyecto, pero que lleva bloqueada desde 2008). Aprobar un Programa europeo de empleo e inclusión social dirigido específicamente a la comunidad transexual (cuyos índices de desempleo son muy elevados, y que padece una discriminación atroz). Evaluar el impacto de la crisis y de las medidas de austeridad en la comunidad lgbti en toda Europa, con el fin de revisar esas políticas.

¿Está España dispuesta a derrotar al Partido Popular? ¿Y Madrid?

–Primero conviene recordar que “España” no es una unidad (aunque la Constitución diga que sí). Hay una parte de la sociedad española que es conservadora, y que sigue teniendo un peso importante, pero espero que las clases trabajadoras que votaban al Partido Popular se den cuenta por fin de que ese partido no las va a ayudar a mejorar (obviamente, los ricos están encantados con la política actual del PP). Aunque en realidad a mí me preocupa más el PSOE, cuya política ha sido y es un freno a una verdadera renovación social de izquierdas que se oponga al capitalismo. Ese bipartidismo impide el cambio social. En Madrid se reproduce el mismo problema. Por suerte el bipartidismo está agotado, por eso una parte importante de lxs votantes ahora está apoyando posiciones de izquierda “antiTroika” en toda Europa.

¿Entonces es necesario reeditar alianzas con el PSOE para derrotar al PP? ¿O la salida es sólo por izquierda?

–En mi opinión la salida es sólo por la izquierda. El PSOE siempre ha apoyado proyectos neoliberales y sigue las directrices de la Troika. La derrota debe ser la del propio sistema neoliberal actual, y ello se puede hacer con alianzas con movimientos sociales de base (15 M, mareas sociales, feministas, ongs, etc.), que son los que realmente están haciendo política, defendiendo derechos sociales fundamentales y promoviendo el cambio social.

A estas alturas de tu praxis militante, ¿qué es meterse en política partidaria?

–Es un lugar un poco contradictorio, porque los movimientos queer en general han estado fuera del sistema, y yo mismo tengo cierta desconfianza hacia los partidos, pero por otra parte creo que mariconizar el Parlamento y las instituciones es una práctica interesante. Son espacios muy heterocentrados que hay que liberar (o desterritorializar, como diría Deleuze). En realidad los maricas y las bolleras siempre hemos estado en política, aunque no de forma visible. Hay un gran armario político que convendría ir ventilando, mucha gente se sorprendería al conocer la cantidad de cargos políticos que son lgbt. El hecho de que no se atrevan a salir del armario es una prueba más del largo camino que aún queda por recorrer contra la lgbtfobia.

¿El activismo social es “puro” y la política partidaria “es sucia”?

–Obviamente todos los movimientos sociales tienen defectos, pero tienen a su favor que la mayoría son más independientes de intereses económicos que los partidos políticos. Lo que me interesa es que lxs ciudadanxs seamos activos, y estemos en la calle produciendo cambios reales. No me gusta el discurso de la pureza, el de “todos los partidos son iguales y todos los políticos son unos corruptos”. Tanto PP como PSOE cargan con casos de corrupción, pero existen políticxs honradxs. Por eso me afilié a Izquierda Unida, que no es perfecta, pero que tiene referentes de honradez y buena gestión, como Julio Anguita, jóvenes diputados como Alberto Garzón, o grupos lgbt propios en muchas ciudades.

Tu pregunta es interesante porque eso de la pureza nos paraliza a muchos: yo, por miedo a “contaminarme” de los errores de este partido o el otro o el otro, no militaba en ninguno. Ahora, para algunos he perdido mi pureza y mi brillo queer porque milito en un partido político. Pero asumo las consecuencias y prefiero mancharme un poco de esas impurezas que seguir en la pureza de mi sofá “queer chic”. Como decía Michel Serres riéndose de la neurosis de limpieza de Nietzsche: “Sin las impurezas (las bacterias) no habría quesos”.

¿Cómo ves la Iglesia actual en relación con el papa Francisco?

–El nuevo Papa es alguien muy hábil en campañas de marketing pero eso no va a hacer que olvidemos su pasado y lo que decía de los gays y de las mujeres; ustedes lo conocen bien, aunque en Europa su feroz oposición contra el matrimonio igualitario no se conoce. La Iglesia Católica también está atravesada por la lucha de clases: en América latina ha habido y hay una iglesia de base, luchadora y de izquierdas que está del lado de los pobres. Y hay una iglesia poderosa que ha sido cómplice de las dictaduras y del imperialismo de EE.UU., y ésa es la iglesia que siempre ha apoyado el Vaticano. Y el Papa actual pertenece a esa iglesia elitista y conservadora, aunque sea más listo y ahora utilice el discurso de la pobreza y la igualdad como imagen pública.

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