Viernes, 30 de mayo de 2014 | Hoy
MUSICA
Pat Morita De Nadie es cantante, mutante, cofundadora de La casita del sauce eléctrico, entre otras ideas multiplicadoras de música y arte. Amiga de muchas estrellas trans del activismo y la escena criolla, amenaza con embarazarlas a todas y hacerles un hijo alcohólico.
Hace trece años que no se corta el pelo. Ni las puntas. Dice que tiene miedo de, si mete tijera, perder la fuerza, como le pasó a Sansón. Sentada, el bucle que se arma delicadamente con la mano izquierda le llega hasta las rodillas. Desde que se dedica a la música lleva nombre de actor nipón y se agregó el De nadie, en puro castellano, como la Señora, de María Luisa Bemberg, por despecho. Por teléfono siempre creen que es un varón. Una fonoaudióloga le aconsejó que hablara más arriba, dice, pero no puede. Su voz gruesa no se condice con esa sexy y suave con la que canta cosas como “un día me desperté y me gustaban las nenas”, confesión que precede en su hit “Lula” a una especie de gemido y a un consejo pop: “Entregate entera sea hombre o mujer, pero no entregues tu alma a cualquiera”. No cree, dice, en las divisiones de ningún tipo, deseo de integración que le deja abiertas tantas puertas que se desdibujan los imposibles: “Yo soy amiga de Susy Shock, de Karen Bennett, de Naty Menstrual. Las amo. Comparto escenario con ellas. Las voy a dejar embarazadas a todas, les voy a hacer un montón de hijos alcohólicos”, bromea.
Pat Morita, que nació en Acasusso y sufrió discriminación por cheta, es socia fundadora de La casita del sauce eléctrico, un espacio mítico en plena capital donde tocan conocidxs músicxs de la escena local, se organizan noches transexuales y se recita poesía. Antes que nada, Pat fue artista plástica y empezó con la música por estímulo de una profesora que la escuchaba tararear mientras pintaba: “Yo siempre canto cuando estoy pintando –dice–. Y no se me había ocurrido dedicarme hasta que la vida me lo puso ahí”. Ahora es compositora de sus temas, corista de Tomi Lebrero y le llueven fechas como solista: “Esta semana toqué cuatro veces”, cuenta. Y estamos a jueves. A ese ritmo, duerme poco o casi nada, claro. Llega a nuestra cita al mediodía sin haber pegado un ojo. Hace unos meses se me apareció en el chat y me escribió: “El Facebook dice que debemos conocernos. A ver si un día se copa y me entrevista”.
–”Lula” no es una historia autobiográfica. Es la historia de una amiga que se fue de vacaciones siendo heterosexual y volvió siendo torta. Escribí el tema en tres minutos hablando con ella, con el bar cerrado, me pintó ésa. Después se enojó conmigo porque dice que se sintió muy expuesta. A la base en guitarra que le puse la estoy grabando desde hace mil años y la hice pensando en alguien. Y cuando él la escuchó me dijo: “Te quiero producir un disco”. Nunca le dije lo que me pasaba, pero después de años se enteró. Yo estaba muerta de amor por él. Y él quería ponerle al disco Pat Morita Mía. Pero finalmente no hicimos nada y el disco está todavía a medio grabar. Y me pasaron cosas relocas con ese disco; hasta Samalea tocó la batería en un tema. Al productor le devolví su guita, no hicimos nada y me puse Pat Morita De Nadie. A la canción “Lula” me la edité sola en casa, sola con mi guitarra. Cuando escuchan esa canción todo el mundo me pregunta: ¿Sos torta Pat?
–Yo creo seriamente que el mundo entero es bisexual. Lo pienso desde que tengo seis años y se lo dije a mi mamá. Lo que se tiene que presentar es la persona que te copa. Te gustan los chicos o las chicas, está todo bien, no hagas lío con tu cuerpo ni con tu cabeza. Y como digo en la canción, entregate entera. Nada más.
–Ahí la conocí recitando a Naty Menstrual. ¿La conocés? Con ella te matarías de la risa. Genia total. Y con Vale Cini, todxs pasaron por ahí. Ella es mi hermanita. Susy Shock también, con ella toqué varias veces. La casita nos abrió medio mundo a medio otro mundo. Y cada uno va y hace lo que quiere. No es una cuestión de género. La vida para mí no es una cuestión de género. O sea: todo es género, pero hay una obsesión por dividir con la que no acuerdo, algo que para mí no tiene sentido si lo que queremos es aunar, ¿cómo lo vas a lograr dividiendo, entonces? Si vos llegás a decir en Casa Brandon “amo la verga”, te miran mal todas las tortas. Pará, ¿por qué no nos relajamos? Si a vos te gusta una cosa, a mí otra o las dos cosas, no pasa nada.
–Se siente en todos lados. Obviamente, es mucho más relajado que antes. Pero sigue ocurriendo. De hecho, el otro día, a un amigo le pasó de estar contando un chiste y saltó una re feminista a discutirle. Dale, boluda, relajate: es humor. Estas minitas están re aguerridas. Yo no le veo sentido a estarse dividiendo todo el tiempo. Que si violencia de género o no. Violencia es violencia. Para vos, para mí. El sentido profundo de estas cosas se empezó a bastardear, pienso yo.
–Es una cagada eso. Es re machista el mundo de la música. Por eso te digo, todo se trata de dividir. Pero no sé. Yo no siento tanto las limitaciones que vienen de ese lado. Porque yo soy claramente varonera y no les presto atención, ¿viste? Como con la brujería, si le prestás atención, te pega el gualicho. Acá lo mismo. Si estás todo el día con eso, al final te volvés sensible. Es distinto cuando claramente se dan cosas escandalosas como lo que pasó con esa fecha del Coliseo, cuando tocó la filarmónica, Fito Páez y mucha gente más, esa noche yo canté como invitada de Tomi Lebrero: a lxs organizadorxs ni se les ocurrió, ni se dieron cuenta de invitar a una sola chica para cantar. Claramente se manejan los varones como que son unos capos.
–¡Claro! Yo no quiero reinar dividiendo. Para mí ése es un concepto que está pifiado de movida. Es como el que no quiere que lo discriminen y se la pasa discriminando al revés. A mí me discriminaban por cheta en el colegio de Acasusso ¿y vos qué sos, piola porque sos jetón? ¿Yo no tengo onda porque soy cheta? Y por ahí vos sos un boludo sin onda y, sin embargo, sos re fierita. O por ahí yo soy una gila, pero no porque soy cheta, sino porque soy gila nomás. Obviamente que todo influye y todo es parte de tu personalidad. Obviamente que no es lo mismo todo. Pero lo que sos no condiciona tanto. No es: ah, te gustan los hombres, correte, entonces no puedo hablar con vos. ¿No puedo opinar porque me gustan los hombres me estás diciendo? No está bueno que esta reacción venga de gente que al mismo tiempo defiende, aparentemente, la integración.
–Sí. Se te vienen al humo. No se relajan. Y posta que estoy segura de que todo el mundo es bisexual. Si cuando nacés sos las dos cosas, ya está, listo, tenés abierto el juego, aunque tal vez después te inclines más por una sola. Son sensaciones, la vida. Y el deseo es el deseo. Y si aparece la persona que te rompe la cabeza, te aseguro que no te va a importar si es mujer o varón. Si sos una minita recontra gay y viene un pibe y te rompe la cabeza, o sos recontra hétero y viene una piba y te vuela el cerebro, ya no te va a importar qué sos, porque sos lo que sentís con esa persona o en esa situación.
–Vivo de la venta de objetos, pinto paredes, cuadros, tapas de disco. Ahí, en ese ambiente, a veces soy Pato Bianchi y otras soy Pat Morita De Nadie. Pero viste que te apodan y cagaste. En Capital ganó el Pat y ahora soy esa donde voy. Ya de Pato Bianchi ni se acuerdan.
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