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Viernes, 30 de mayo de 2014

CONSULTORIO BDSM

Sexo vainilla

Dos amigos me preguntan por Facebook qué es “vainilla”, a propósito de la columna anterior, donde digo que “siempre soy cauteloso cuando elijo con quién voy a tener un encuentro, tanto S/M como vainilla”.

El término nace en la jerga BDSM como el extremo opuesto de “sadomasoquismo”. Según Wikipedia, se denomina “vainilla” a las personas que practican exclusivamente el llamado sexo convencional, sin deseos de experimentar nuevas sensaciones: “Aunque no se sabe cuál fue el primer uso que se hizo de este término, Gayle Rubin ya lo usaba en 1984, en su ensayo Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad”.

A mediados de los ’90, mi primer Leather Master me preguntaba, cuando pasaba mucho tiempo sin que fuera a visitarlo, si estaba saliendo con alguien, y luego si ese alguien era “leather o tradicional”. La denominación “vainilla”, en esa época, en Buenos Aires, no se usaba.

¿El sexo vainilla será entonces el equivalente al sexo tradicional? La frontera entre uno y otro es escurridiza, porque, ¿qué es el sexo tradicional? Para los heteronormativos extremistas, el sexo tradicional es el coito vaginal y procreativo entre hombre y una mujer. Pero en la categoría “vainilla” entran desde una mamada entre varones y el coito anal, por ejemplo, hasta el fetiche de la lencería femenina o el travestismo, que de tradicional no tiene nada. ¿O sí? Primero habría que definir qué quiere decir “tradicional”.

Volviendo al término “vainilla”, para precisarlo mejor busco el ensayo de Gayle Rubin, que está disponible también en Wikipedia. En un divertido gráfico, Rubin presenta “el círculo mágico: la sexualidad buena, normal, natural, sagrada”, rodeado por un círculo de “límites exteriores” donde opone a lo anterior “la sexualidad mala, anormal, antinatural, maldita”. En “el círculo mágico” encontramos la palabra “vainilla” (y entre paréntesis “suave”), cuyo opuesto en el “límite exterior” es “sadomasoquismo”. Es decir, todo lo que no es sadomasoquismo es “vainilla”.

A esta definición se suma en Wikipedia una menos rigurosa, acerca de “un conocido activista BDSM” que explicó en 1990 que “los practicantes del sexo convencional estricto eran como aquel cliente que entra en una heladería italiana de ensueño, repleta de sabores, colores y texturas, con miles de variaciones, y pide al dependiente: ‘Por favor, uno de vainilla’”.

La palabra “vainilla” se usa en el ambiente BDSM en un sentido por lo general peyorativo. Nada más desmotivante que comparar el sexo con un sabor de helado aburrido o con una masita azucarada que, cuando se la sumerge en la leche más de la cuenta, se deshace. En mi caso, uso “vainilla” pocas veces y por una cuestión de precisión, como antónimo de “sadomasoquista”. Pero en una situación de levante prefiero decir que soy amplio, que me gusta desde el sexo fuerte hasta el sexo “tranqui”, que a mi entender puede ser muy divertido y variado.

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