Viernes, 3 de octubre de 2014 | Hoy
TEATRO
Las lágrimas es una comedia incorrecta sobre el amordazamiento de las identidades sexuales y políticas. Con la excusa de montar una telenovela kitsch sobre los crímenes de la última dictadura, arranca más de una carcajada amarga.
Por Paula Jiménez España
Esta historia tiene en el centro a Libertad, protagonista de la telenovela Las lágrimas. Una joven irresistible que no puede tener relaciones sexuales con nadie porque la incertidumbre sobre su identidad la ha vuelto frígida. Y hete aquí el meollo político que después lo rebalsa todo: Libertad es una chica que fue apropiada en los años ’70 y por eso siente tanta confusión. A contramano del tratamiento que se le suele dar al tema, la cosa deriva en humor, ya que su inhibición la ha convertido en una histérica de libro, casi ridícula. Libertad tiene una novia que se llama nada menos que Victoria. Y Victoria y Libertad más que nombres propios resuenan como sustantivos abstractos; ideales del CMR (un Comando de Mucamas Revolucionarias integrado por lesbianas que para ejercer tareas de espionaje durante la dictadura se hacían pasar por personal doméstico), utopías de una comedia incorrecta donde desaparecidxs, trans, pueblos originarios, tortas mucamas y tortas actrices salen de la gran caja de Pandora que es el libreto de Mariano Tenconi Blanco, para producir carcajadas en un público (no cualquiera, sino el del CCC, mayormente de izquierda) incómodo de reírse de lo que se está riendo. Perdido todo el respeto por “lo improfanable” (sic Tenconi Blanco), se cuenta desde un punto de vista bizarro y original, una historia sobre minorías derrotadas por el capitalismo heteropatriarcal de los ’70, entelequia monstruosa encarnada en el personaje de Leopoldo Acevedo (Fabio Aste), un empresario televisivo ex milico, asesino de mucamas que, además, es un tipo asqueroso y cancherísimo vestido de cuadriculado de los pies a la cabeza, y padre odiado por Victoria (quien ha heredado su gusto por la cuadrícula sólo en los pantalones). La obra arranca con ella (Iride Mockert) sosteniendo entre sus manos una torta – literalmente– con una velita y cantándole a Libertad (Violeta Urtizberea) el feliz cumpleaños (que poco tiene de feliz para esta chica que ni siquiera sabe qué día nació). Después, aparecerá en escena Marcelo (Martín Urbaneja), asistente del programa, quien además de este trabajo tiene otro: es partera. Sí, en femenino definirá su segunda profesión y, a puro canto trans, más adelante expresará la felicidad que siente al vestirse con ropa de mujer durante el falso cumpleaños de Libertad. Marcelo, como todxs en esta obra, se enamora de la encantadora actriz frígida, alrededor de la cual todo acontece.
La trama de este melodrama se va tornando complicadísima como corresponde a su género y sólo después de una hora, el monólogo de la directora de la telenovela Las lágrimas, cuyo nombre es Ana María y que por glamour se hace llamar Edith (Ingrid Pelicori), hace caer todas las fichas. Entre lágrimas, esta torta ex integrante del Comando de Mucamas Revolucionarias, recuerda a su amada muerta a manos de Acevedo y se descubren los parentescos ocultos entre los personajes. Pelicori alcanza algunos de los puntos humorísticos más altos de la obra: cuando canta una baguala cuya letra mezcla política con física cuántica; o cuando, no dando más de calentura, persigue a Libertad por el escenario en su silla de ruedas pidiéndole que le toque las tetas. Este no es un grotesco sobre las identidades, sino sobre la supresión de las identidades sexuales, políticas y étnicas por parte del poder; y además una comedia salvaje que ironiza sobre cómo los medios terminan apropiándose de las tragedias colectivas –la dictadura, el exterminio indígena– para crear productos vendibles. La novela Las lágrimas que se filma dentro de esta obra es una metahistoria que reproduce lo mismo que lxs personajes viven y su romántica cortina musical reza en la dulzona voz de Urtizberea: “Las lágrimas, las lágrimas/ es la historia de una pobre chica/ que no puede conocer su identidad”.
Viernes y sábados a las 22.45, Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543.
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