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Viernes, 20 de marzo de 2015

ARTE

Ballet mecánico

Osías Yanov presenta una performance futurista que agota los cuerpos de sus intérpretes a fuerza de voguing y pasos de disco. En el marco de la muestra, en junio, Beatriz Preciado dará una conferencia.

Entran, se acoplan. Se funden en un cuerpo tornasolado, múltiple, despatarrado. Y luego cada uno sigue su ruta, hasta el agotamiento. Unidad, dispersión y desgaste se repiten como ciclo. Los cuerpos y sus engranajes están contenidos dentro de trajes metalizados que marcan sus movimientos con precisión indecente. Más que marcar, botonean. Tan en evidencia dejan el bulto y la silueta que, para agregar ambigüedad a sus cuerpos, los performers han tenido que echar mano de suspensores que retraigan y prótesis que redondeen. Son superhéroes andróginos. Y el resultado, un amasijo de hierro (la escultura alrededor de la que desarrollan las coreografías es de ese material), spandex y carne. Para uno de los intérpretes la escultura de metal es un espejo. Para otro, una fuga. Para otro es un gimnasio y una máquina sado. ¿Cómo se llama la obra? Bastante menos sugerente que los títulos elegidos en los tiempos en que Osías Yanov formaba parte del colectivo Rosa Chancho (Masaje a diez manos, Doble penetración), esta pieza se llama VI Sesión en el Parlamento. “Imaginen una lucha sin palabra mediante –dice Yanov–. Un Congreso o una batalla donde las leyes o las ideas se pudieran discutir sólo con el lenguaje corporal. Sería un mundo ideal.”

Sin rostro ni sexo, se mueven desafiando la fatiga del movimiento repetitivo. Se hacen agua adentro de sus uniformes futuristas que los envuelven en la genealogía pop del catsuit, de Gatúbela a Britney Spears. Para Yanov el hecho de “que no se les vean las caras y que sean tan ambiguos impacta: en otras presentaciones, al final, se acercaban espectadores a los bailarines para preguntar: ‘¿sos hombre o sos mujer?’. Parece que es muy importante saber qué hay adentro.”. ¿Y quiénes son estos diez enmascarados? Cada uno viene de distintas disciplinas. Joinner Hoyos es un bailarín colombiano de voguing. Otros vienen de la danza contemporánea, de los boliches. “Max Vanns es un megafanático de Lady Gaga. Se aprendió todas sus coreografías. El trabajo con él fue sintetizarlas todas en una. Gastón Ledezma es drag de la fiesta Whip. A Gastón Osiris lo conocí arriba de un parlante. Me acerqué con una tarjetita y le dije que estaba preparando una obra. Hice lo mismo con otros pero todos pensaron que era un levante.”

La obra tiene algo de estética de videoclip.

Hay un video que me impacta mucho, Booty, de Jennifer López e Iggy Azalea . Dos diosas mostrándote el culo frenéticamente. Me enciende. ¿Pero ese fuego de quién es? ¿De ellas o mío? ¿Quién me robo el fuego? Supongo que el mercado. ¿Cómo reapropiarnos de esa vitalidad? La investigación con cada bailarín fue reformular todo ese mundo de poses que ellos traían, del boliche, de las drags, de la TV. Me acuerdo del recital Britney en La Plata: mezcló en una estructura del árbol de la vida, de la Cábala, a las diez Sefirot. Las hizo estallar por los aires. Ella, primero en moto, y de repente le salen alas y sale volando del escenario. En 15 minutos te pasea por Hollywood, la Cábala, la elevación del espíritu. Casi lloro. Son símbolos potentes. Eso es lo que me interesa del pop: la apropiación de los símbolos y qué puedo reapropiarme de una coreografía súper comercial.

Se escucha mucho que el arte y la danza contemporáneos son lenguajes tan cerrados en sí mismos que expulsan al espectador...

Más que hermetismo es especificidad. Si estás investigando profundamente algo puntual, el círculo de personas a las que les puede interesar es chico. La teoría queer es mi literatura de cabecera, desde donde pienso mis obras. Y por eso para mí es tan importante que semejante pensadora como Beatriz Preciado venga en junio a dar una charla en el Malba en el marco de esta obra. Igualmente es necesaria una mayor comunión entre espectador y obra. La conexión acá tal vez pase por el movimiento, por sentirlo en el cuerpo. No necesitamos ninguna bibliografía para experimentar eso. Acá está la opción de aproximarse de modo no tan “intelectual”. Hay diez bailarines pero la obra se completa cuando el espectador se empieza a mezclar con ellos, ve que están agitados, que transpiran y, sin darse cuenta, se contagia y se le escapa algún pasito.

VI Sesión en el Parlamento.
Curadora: Laeticia Mello.
Los jueves, a las 19, a partir del 26 de marzo. Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.

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