Viernes, 31 de julio de 2015 | Hoy
MUESTRA
La artista visual y gestora cultural neuquina Pao Lunch presenta por primera vez en Buenos Aires su obra compuesta por pinturas con su propia sangre, videos e instalaciones.
Por Magdalena De Santo
Activista transfeminista, profesora de química y biología, Pao Lunch conjuga su trayectoria de la disidencia sexual con las luchas sociales contra los modelos extractivistas del petróleo y el fracking de Neuquén.
“No me interesa el concepto de artista o el aval de si sos artista o no, pienso que mi producción es estética-política-ética, me interesa politizarlo todo, poetizarlo todo”, pronuncia Pao Lunch, recién llegada a Buenos Aires para montar sus obras en la galería Pasaje 17. La muestra colectiva curada por Kekena Corvalán recientemente inaugurada se llama “Cuatro escenas artepolítica en la Argentina del Modelo” e invita a esta mostra ilegal a denunciar el modelo extractivo del petróleo neuquino, del fracking, la heterosexualidad neoliberal, la represión policial y de vivir en la resistencia.
–Expongo objetos laboratorizados (veinte frascos), tres pinturas de la etapa del citrato hechas con mi propia sangre en un proceso en el cual las células recién mueren en el lienzo. Y tres videos que se llaman inmiscibilidad, cumbia petrolera y máquina deseante.
–Es una parodia de las artesanías neuquinas, del negocio que hay con las medias de lana y todos esos recuerdos de provincia. Yo hago un muestrario de “semen de petrolero tipo operario” o “el resto de derrame de petróleo”. Me hice mi propia cartografía de recuerdos neuquinos.
Pao Lunch trabaja en ese territorio históricamente ocupado para obtener recursos explotables, pero al mismo tiempo, particularmente conocido por las batallas de resistencia de sus habitantes: desde la fuerte lucha docente y la represión policial que se cobró la vida de Carlos Fuentealba, hasta los movimiento mapuches que enfrentan la ocupación de sus tierras, pasando por las fábricas recuperadas hasta la emergencia del grupo lésbico las Fugitivas del Desierto. Pao Lunch, con esa cuna exquisita, elabora parodias del regionalismo patagónico utilizando la estrategia del piquete para producir y montar sus obras. Los mecanismos biopolíticos y la hibridez salvaje son tópicos recurrentes que la animan a transitar el arte-político en términos siempre colectivos.
–Nuestras resistencias, aunque sean de denuncia, tratan de no utilizar las mismas lógicas y estéticas de los movimientos de izquierda –de los que también participo como ATEN, el gremio de docentes–. No me gusta pensarlo desde el castigo, la lucha, sacrificio, el sufrimiento, caminar miles de kilómetros con las marchas, ya fue. Eso es bien de la Iglesia católica. Planteamos algo más incontrolable como el deseo. Lo modos de pensar esas micropoliticas de resistencias son hackear los sistemas. Las agrupaciones que me interesan habitar son agrupaciones migrantes: nos juntamos, hacemos alguna y ya.
–El piquete y una estética desagradable. Si no hay cuerpo, el piquete no funciona. El piquete obstruye e irradia un montón de sentidos. Nosotras en Neuquén nos enfrentamos con distintos frentes, por ejemplo, obstruimos el circuito del petróleo, peleamos contra la megaminería, por la educación y salud pública, el aborto, la prostitución y así es como yo produzco. Todas mis obras piquetean. El piquete es colectivo.
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