Viernes, 8 de enero de 2016 | Hoy
MI MUNDO
Fabio McNamara es un icono queer de la Movida Madrileña. Sus obras, llenas de guiños pomposos a los clásicos de la pintura, y su reciente autobiografía, Fabiografía, dan cuenta de un recorrido extravagante, casi paródico: desde fotos que lo muestran lamiendo taladros ensangrentados en una película de Pedro Almodóvar, hasta su conversión al catolicismo más recalcitrante, sin escalas.
Por Dani Umpi
En abril del año pasado los amigos íntimos Mario Vaquerizo y Fabio McNamara presentaron el libro autobiográfico Fabiografía, reuniendo memorias en primera persona sobre quien supo ser uno de los ejes más dinámicos de la llamada “Movida Madrileña” de finales de los setenta y principios de los ochenta. Un milagro artístico y social de la España posfranquista del que nunca se termina de conocer sus verdaderas dimensiones pero cuyo legado se ha transmitido hasta en nuestra Sudamérica. Es una pena que resulte casi imposible pensar el trabajo pictórico, perfomático o poético, del siempre vigente y vivo Fabio sin asociarlo a figuras como Almodóvar, Alaska, Berlanga, Costus o Tino Casal.
Fabio no da entrevistas desde la salida al mercado de ese libro hermoso, con tapa dura y retrato desafiante, hiperphotoshopiadísimo, tras un enorme crucifijo, rodeado de querubines diseñado por Juan Gatti. La argentina Topacio Fresh es la primera galerista que logró tomar el toro por los stilettos y colocar a este pop star autodidacta nacido en el barrio periférico Pegaso, ícono emblemático de la contracultura queer hispanoparlante, en un área del Arte Actual más legitimado como lo es el mercado. Se habían hecho algunos intentos formales como la publicación del libro Colorissimo, resumiendo su actividad pictórica de los últimos treinta años y la exposición “Fabio: autor de retratos” con obras seleccionadas por el curador Pablo Sycet en el centro cultural La Térmica de Málaga.
Dejando de lado su trabajo como performer en las tres salas cercanas a la Puerta de Alcalá se exhiben solamente pinturas. Su estilo colorista extravagante, chispeante, ha tenido como temas recurrentes la iconografía religiosa y las estrellas del cine o del Olimpo musical popular. Su pintura es libre en el sentido más redentor del término y aunque se lo vea como un eterno irreverente, no debe haber tantos artistas actuales que reverencien con tal respeto a los grandes maestros como él lo hace. Guiños a Monet y Mondrian se encuentran en algunas de sus series estrellas: Las Lady Warhols y Las Tiparracas Parisiennes. Se suman retratos recientes sobre “gente que ve en la calle” y unas piezas surrealistas que permiten fantasear que en alguno de sus viajes astrales se encontró con Fernanda Laguna en “Belleza y Felicidad”.
Aunque no dé entrevistas se lo puede ver explicando tranquilamente su conversión al catolicísimo en primeros planos de blogs cristianos o en programas del ultraderechísta canal de televisión español Intereconomía. Sigue siendo tan McNamara que puede lograr que le pongas un “like” a un video dando un discurso antiabortista tratando al aborto como si fuese un ritual satánico. “El quirófano es un templo de sacrificios a Satanás”. Suena escalofriante pero solo él logra que muchos gays le tengan cariño a alguien que suelta frases como “Que los gays se olviden de ser gays, se echen una novia, se casen y tengan muchos hijos y si no les apetece, que se tomen algo para las ganas”.
Uno queda perplejo ante el cambio, viéndolo con sus crucifijos y escapularios colgando, desde la descontextualización geográfica y virtual, desde los añejos fotogramas lamiendo taladros ensangrentados en alguna película de Almodóvar o tarareando estribillos de himnos discotequeros como “este es mi correo electronic-oh!, puedes enviarme un e-mail: mcna punto mara punto com arroba punto, mari puri punto maricón punto con tacón”. La realidad es que mantiene su surrealismo duro, sin victimizarse, los personajes que pinta siguen teniendo ese miserablismo de Swarovski y sus videos aún deslumbran a un no iniciado en su atemporalidad y autenticidad.
Más allá de los comentarios que dejan en internet muchos seguidores con pena, casi todos sus antiguos compañeros de parranda aplauden su cambio místico a un catolicismo españolísimo y ortodoxo. Mario Vaquerizo, su biógrafo y confidente, dijo en una entrevista reciente en esRadio: “Ese dicho de que jamás conozcas a tus ídolos es mentira. Es una persona que ha evolucionado, única hasta en su forma de hablar y un artista completo. Él se buscó su problema, solito se lo comió y solito ha salido. Cuando los progres empiezan a criticar que si Fabio se ha vuelto loco enganchándose al catolicismo digo que prefiero que esté enganchado a la religión y no a la droga. Los genios tienen que vivir”.
Su conversión comenzó al estar internado. Sintió que dos enfermos llamados Fátima y Miguel eran la Virgen de Fátima y el Arcángel San Miguel. Topacio Fresh hace una asociación insólita al respecto: “Fabio supera sus propias leyendas. Cuando vino Andy Warhol a Madrid y le hicieron una fiesta en la embajada, con los únicos que habló fue con Fabio y la periodista Pitita Ridruejo, que lo entrevistó. A Fabio le dijo ‘tú eres una estrella’ y Pitita ahora es famosa por hablar de sus apariciones de la Virgen María. Ahí tenés un link interesante.”
“No me importa lo que piense la gente. No tengo tiempo para pensar en cosas mundanas. Tengo que venir a misa, rezar el rosario, pintar cuadros.”, dijo Fabio en una entrevista de un blog católico. Está harto de hablar de su pasado, de que le pregunten por Almodóvar y esos días que para él, ahora no fueron tan gloriosos.
Actualmente vive en casa de sus padres en Pegazo junto a un amigo Jesús (no el hijo de María), donde tiene su taller de pintura. Lo anterior se encuentra en Wikipedia o en cualquiera de las terrazas de Madrid porque sus anécdotas continúan generando risas y brindis en su honor. Siempre es bienvenido. Siempre alguien recuerda algo como haberlo visto en la fiesta de alguna embajada preguntándole al embajador si las tortillas de patatas las había hecho él, o cuando visitó Cuba y se sorprendió de que había ratas en el estudio de televisión; el maquillador, indignado, preguntó “¿Qué? ¿En España no hay ratas?” y le respondió, “Sí, pero no son maquilladoras”. Una vez fue Prince a la discoteca OhMadrid, Fabio le regaló un cuadro en su honor pero al artista no le gustó, entonces se puso histérico y se tiró en la piscina. Otras anécdotas también pueden ser graciosas de contar pero le dan algunos dolores de cabeza a su galerista: “Es que es un artista muy especial. Por ejemplo, sale de misa, viene a la galería a ver su muestra y, de repente, dice que un cuadro no le gusta más, va al baño y le pinta un fondo nuevo. ¡Mirá estas nenúfares de Monet que hizo acá! Es que él se la pasa visitando museos y mirando vidrieras. Sólo habla de clásicos, no le interesan para nada los artistas contemporáneos. Se va a Berlín a ver museos de arte y de ciencia. Dice que absorbe la energía de ahí. Después viene y cambia todo, le agrega joyas a los retratos, cambia los cuadros de lugar, los firma con fechas inexistentes, del futuro. Esta muestra tuvo que ser postergada, porque estaba muy nervioso. Es complicado pero es un lindo desafío trabajar con un artista así. Soy su primera galerista y él no necesitaba ni marchand porque le vendía a amigos, hacia canjes con psicólogos o gente de las fiestas.”
En unos estantes, está un cuadro reservado por Almodóvar. Mientras entrevisto, llega una pareja de gays y compran un cuadro en el que aparece David Bowie recibiendo un Oscar. Se van y Topacio comenta “El que no va a quedar muy contento es Nacho Canut, que quería este cuadro, pero no se decidía”. Fabio siempre pintó. Desde que iba a Casa Costus. “Le daban pinturas para que se quedara tranquilo”, dice Topacio. “Casa Costus” era el piso que tenía a finales de los años 70 la pareja de artistas Costus. Allí se rodaron escenas de la película de Almodóvar Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón y era el centro neurálgico de este mundillo donde Fabio comenzó a pintar. Su interés en los óleos y acrílicos se intensificó en 1991, cuando falleció su amigo Tino Casal, artista emblemático del New Romantic de habla hispana.
Fabio tiene sus propios hits musicales, acompañado por Villa-Toro y Luis Miguelez. En el año 2000 salió el álbum Rockstation de Miguel Bosé, producido por Luis Miguélez. Fue aclamado por la crítica y las clubbers. Incluye el hit “Gritando amor” pero no se pudo hacer presentación en vivo porque las canciones surgían de frases que decía Fabio en el estudio de grabación y se las olvidaba. Ni siquiera escuchaba sus discos. En el 2006 se editó en su homenaje el disco “¿Seguro que fue en París?”, donde varios artistas versionaban sus canciones. Dice Topacio: “Una vez le recordé que yo salía en el clip de “¿Quién es ese hombre del Partido Popular que me hace sentir mujer de telenovela?” y me dijo que no lo había visto. Tiene canciones emblemáticas pero no le interesa.”
En un video de presentación de la muestra, Fabio habla a cámara diciendo “Estamos en la Fresh Gallery, en la capilla Sixtina del Arte de Vanguardia Emergente de Pre-Guerra nuclear, The Nuclear Bomb”. Cuenta su técnica de pintura: “Me limito a poner el lienzo en el caballete y me voy. Se pintan solas. Al final firmo y las vendo. Esta es una Tiparraca Parisienne. Me la pinta una brujita travesti medio duende. Se toma una copita y pinta un poquito. Cuando el cuadro está acabado, lo firmo”.
Uno sale de la galería y es despedido por un cuadro que retrata una Tiparraca Parisienne. Tiene ese candor de la deformidad anacrónica, la cara más borrosa y calavérica de una prostituta de lujo. Las calaveras no son necesariamente símbolos negativos, sino unificadores, porque es lo que todos tenemos en común, sin muchas diferencias y lo que queda una vez destruido el cuerpo.
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