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Viernes, 19 de febrero de 2016

TV

Rincón propio

El canibalismo mediático cada tanto necesita tortas. Parece que le ha tocado el turno a Andrea Rincón. La comunidad torteril, encantada de tenerla entre su lista de contactos. Pero se sabe que el deseo de los otros no es lo que cuenta.

 Por Marcelo Camaño

Andrea Rincón o de cómo le cuesta a una figura mediática renunciar a su vida ídem para guarecerse en otra zona. Rincón pululó por varias recovecos anodinos del mundo del espectáculo, quizás antes de tener en claro lo que buscaba bajo el manto de estrellas: ex participante de un Gran Hermano, bailarina de cabaret caño incluido, chica que intercambió palabras con Bill Clinton, ex novia de Ale Sergi, representada de Moria, adicta recuperada con garra y humildad, compañera de elenco de Ivo corta la bocha Cutzarida, integrante del grupo de obreras de La Leona, Rincón se reinventa para sacar la cabeza de un destino ya estigmatizado dentro de los medios para ser otra cosa. Y cuando intenta cruzar el charco hacia nuevos rumbos aparece el castigo machista y aleccionador. Y el dedito en alto que a veces podrían guardárselo allá. Ahora, el tema que los apabulló es sencillo pero los supera: ¿cómo ese cuerpo, esas curvas, esas tetas… pueden estar a disposición de una pareja mujer? En las declaraciones casuales de los últimos días donde Andrea salió a desmentir un rumor sobre su salud y a aclararlo, con la mejor de las buenas leches, se soltó el tema de una incipiente relación amorosa con otra chica. Tan interesante, atractiva y creativa como ella. Y eso no le resulta soportable a los que necesitan la carne arrastrada dentro de sus livings escenográficos. ¡Pero cómo!, ¿esta tetona ahora es torta? Rincón no dijo que si ni que no, su asignada novia tampoco declaró mucho. Ni tienen porque hacerlo. No le deben nada a los gendarmes mediáticos ni mucho menos a un público infiel por naturaleza. ¿Por qué entonces tenemos que escucharlos tan ofendidos frente a un posible nuevo horizonte para la actriz? ¿Y nuevo horizonte para quién? ¿Qué sabemos nosotros de su intimidad, su deseo, sus gustos y sus razones? Nada. Pero nada de nada. Hoy que estamos acostumbrados a identificar con exactitud cuando nos venden gato por liebre desde los medios, sigue siendo difícil desmontar un complicado sistema donde alguien sentado en un panel dice algo y ese algo es de por sí una palabra santa que se reproduce al infinito por obra y gracia de las redes sociales, las páginas web y los nuevos medios. La mayoría de las veces, eso que se dijo con liviandad superior resulta inexacto. Puede ser información pura, nadie lo discute. ¿Pero es trascendente para quien? A quién le importa, diría Thalia. A nadie, ni siquiera a las afectadas. La intimidad de un proceso de definición sexual o un cambio radical en el objeto de deseo lleva un tiempo de reflexión, de intimidad, de silencio. Volver al epíteto más fácil (ahora también es torta) degrada no solamente al personaje en cuestión, que es aquello que se busca, sino degrada a la propia información al traer un dato no claro, no corroborado, de un sistema privado de vida. Y que si lo fuera, no debe trascender como un dato del Indec o el valor del dólar. Los magazines van a esto con evidente necesidad porque llenar horas de paneles es agotador para productores formados en esas escuelas. Y hartos de cruzar temas, amigos con enemigos, ex parejas con actuales deben recurrir al diccionario escabroso de buscar en aquello supuestamente oculto algo para contar. Apoya la poderosa teoría de su nueva vida, su voz rasposa, rígida y casi tanguera y un estilo arrabalero que adoramos. Su sonrisa y su mirada aguada siempre nos tendrán a su disposición y ya experimentados en el acompañamiento de aquellos que luchan por salir de una adicción, Rincón merece ser valorada por su laburo. Puede ser mejor o peor, puede tener aciertos y errores, te puede gustar o no… pero la pelea con herramientas sinceras la viene dando y le viene saliendo bien. De los chismes malolientes, no se va a salvar. Estará en el perseverante camino del laburo que la defienda de estos menesteres. Y que sea feliz con quien quiera, como pueda y donde sea. Si amar es urgente, bancar y sostener una decisión es imprescindible. Que no aclare, que no diga, que no cuente. Que los deseos de los otros están resguardados entre el ripioso camino que va de sus mentes a sus corazones.

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