Viernes, 20 de mayo de 2016 | Hoy
Por Diego Trerotola
Asociado con las películas caseras y el cine amateur, el Súper 8 fue el primer formato de registro realmente accesible: con gatillar una cámara portátil se podía imprimir sobre la cinta lo inmediato sin demasiado artificio, documentando el movimiento con ojo espontáneo. Mucho antes de que cámaras de fotos y celulares lograran registrar en video el ritmo íntimo de lo cotidiano, el Súper 8 había disparado una tonelada de imágenes de un realismo informal, retratos titilantes de lo más cercano, con todo lo atrofiado y lo libre del amateurismo.
En Las decisiones formales, la cineasta Melisa Aller, en alianza con la compositora e intérprete Alma Catira Sánchez, eligieron ese formato para filmar con el pulso irregular con que el Súper 8 blanco y negro imprime la realidad. Así, la errancia de la protagonista trans Kimby se retrata con una textura sucia, áspera, a veces expresionista de alto contraste, pero también velada, con una imagen encandilada, sobreiluminada. La fluctuación visual, de alta gama experimental, deviene realismo punky, filmado sin edición, los cartuchos en Súper 8 fueron proyectados sin retoques, para manchar la pantalla grande con imágenes sin glam.
Vendedora ambulante, buscavidas, cantante, peluquera de su amiga, Kimby también sueña con participar en un concurso de belleza provincial para ser “Reina de la Sierra”, mientras sobrevive vendiendo sánguches caseros entre trenes suburbanos y las estaciones de Retiro y Once. Ese mundo exterior e interior, el trabajo y el ensueño, se suceden casi sin fronteras, como el tránsito entre provincia y Capital en el que su ubica estéticamente esta película.
Cuando la protagonista va a buscar trabajo le cuestionan su nombre, Kimby, ella aclara que ya figura en el documento. Al pasar, Las decisiones formales se ubica como la primera película sobre la identidad trans post-Década Ganada: la Ley de Identidad de Género garantiza un derecho en el ámbito de los Derechos Humanos que todavía no encontró su correlato en el mercado laboral, por falta de políticas públicas, cada vez más notorias, como la implementación del cupo trans.
Aunque su singularidad dentro de los relatos que involucran la identidad trans alcanzaría para reconocer el valor de esta película, su sensibilidad barrial, sin tópicos y conflictos anquilosados, focalizando en una superviviencia sin crispación y un imaginario folk sin glamur, hacen de la película una apuesta política importante, que no se apuntala en lo discursivo sino que lo hace a través de traccionar a su protagonista en la incierta deriva urbana, en una irrupción entre el movimiento de la polis. Así, con su poética machada de presente, Melisa Aller y Alma Catira Sánchez proponen que la realidad y la teatralidad sean porosas, tanto como la ficción y el documental, lo camp y el drama, lo narrativo realista y la poética punk, todo entreverado en el tránsito de esta paseante por los márgenes del arte y de la ciudad. Las decisiones formales parece susurrar, con su lateralidad estratégica, que la certeza de una Identidad de Género no es irreconciliable con una visión crítica del propio género, con la posibilidad de una circulación que no reconoce privilegios genéricos.
Las decisiones formales de Melisa Aller se exhiben en el jueves 26 de mayo, a las 20 horas, en la sala Raúl González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.
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