La Justicia sigue sin dar respuestas sobre crímenes transfóbicos
› Por Matías Máximo
Dicen que en pueblo chico, infierno grande, que el viento del sur puede ser deprimente y que la violencia crece cuando se siente impunidad. Marcela Chocobar tenía 26 años y hacía siete que había dejado su Salta natal para vivir en la Patagonia con sus tres hermanas, donde afirmó su identidad trans y llevaba una vida tranquila. La madrugada del 6 de septiembre de 2015 estaba en un pub céntrico de la ciudad de Río Gallegos al que solía ir los sábados con amigas. Una cámara registró cuando se iba en un Renault 9 rojo para no volver. Entonces las redes de búsqueda se activaron en todo el país y a las tres semanas los rastrillajes forenses encontraron su cráneo en un baldío. Este mes, la causa judicial mostró sus primeros resultados y tres hombres fueron detenidos, aunque uno quedó libre tras pagar 50 mil pesos de fianza. La familia de Marcela no está conforme con que la carátula solo diga “homicidio simple” y reclama que los imputados sigan en la cárcel hasta el juicio.
Marcela nunca se había ido sin avisar ni tenía conflictos como para sospechar una fuga. La noche de su desaparición, la amiga que estaba con ella le escribió un WhatsApp para saber si había llegado bien y a las 6.30 fue marcado como leído, aunque la respuesta no llegaría. “Su cráneo apareció en un descampado de San Benito, que es un barrio alejado del centro y humilde. Estaba solo el hueso y por el tiempo que había pasado es difícil que se hubiera consumido así de forma natural. Es doloroso pensarlo, pero alguien se tomó el trabajo de quitarle la carne con un filo, en esta zona es común que las personas tengan experiencia en frigoríficos y el fileteado”, dijo a SOY Judith Chocobar, hermana de Marcela.
La justicia investigó a un ex novio y después detuvo a dos hombres de nacionalidad boliviana que tenían un auto similar al que se ve en la filmación, aunque todo quedó descartado y dilató la captura de los responsables. A comienzos de año, un hombre compró a precio de oferta el auto donde estuvo Marcela sus últimas horas con vida. El vendedor, que es quien pagó la fianza y está libre por “falta de mérito”, le advirtió que el Renault ya había sido allanado y que no tenía nada que ver con un crimen. Como el comentario le llamó la atención, el comprador fue a la policía: a partir de ese momento siguieron las pistas que dieron con las detenciones.
Fue todo en un mismo mes: mataron a Marcela en Santa Cruz, a Coty Olmos en Rosario y a Amancay Diana Sacayán en Capital Federal. Todavía los tres crímenes esperan llegar a juicio y los huesos de Marcela siguen desparecidos. En 2015 se registraron 15 asesinatos de personas trans y es probable que hayan sido más, aunque la falta de sensibilización y el anonimato al que son desplazadas ciertas identidades hace difícil llevar conteos. Una ley nacional antidiscriminación que especifique la violencia hacia el colectivo LGBT, equidad en el acceso a la justicia y prevención a través de campañas, podrían aportar a que algún día la igualdad llegue a los procesos judiciales. Mientras tanto, en la semana internacional contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, los gritos de reclamo siguen en las plazas de todo el país.
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