Viernes, 14 de octubre de 2016 | Hoy
ARTE
Carlos Motta es colombiano, vive en Nueva York y ha estado muchas veces antes en Buenos Aires por familia o por trabajo, como consignaría una estampita religiosa. Tate Modern, Guggenheim y MOMA son marcas ya asociadas a su obra, una estampida que desde hoy desembarca en el Malba bajo el romanísimo título de Réquiem.
Por Franco Torchia
Hay exhibición y hay simposio; acción material y reacción intelectual: Motta investiga la relación de creyentes, creídxs o crecidxs en religiosidad con sus prácticas sexuales. La muestra viene con “La internacional cuir” - “una serie de eventos discursivos y performáticos”, define el artista, que desde 2012 buscan socavar los lugares comunes que dominan al activismo lgbtti. Pero sobre todo, Réquiem marcará el comienzo de un homenaje que es a la vez un descubrimiento: la vida y la obra de la teóloga argentina Marcella Althaus-Reid y su “teología indecente”, recorrida con abundancia y precisión en una nota firmada por Dolores Curia en 2015 en este suplemento. Síntesis: un acontecimiento para una Argentina abergogliada.
–En los últimos años he tenido la suerte de trabajar con instituciones mainstream o legitimizantes y la estrategia ha sido insertar discursos generalmente excluidos. Me interesa poner a disposición del público, y también del público turista al que estas exposiciones llaman, una serie de conversaciones que los puedan llevar a pensar más allá de las maneras en las que puedan sentirse cómodos pensando, en términos de políticas sexuales y de género.
–Yo pienso que es un lugar de enunciación y un posicionamiento contraidentitario. De hecho, en la exposición del Malba no estamos utilizando la palabra en inglés sino en español, cuir, como una manera de localizar, en este caso en el contexto argentino. El discurso queer hoy en día sigue marginalizado, sobre todo cuando las políticas lgbtti han ganado tanta visibilidad. Pienso que hay que insistir en “lo cuir” porque te presenta formas de resistir esa asimilación.
–Mi cuerpo había estado ausente de mi obra desde el año 97. Ahora retorno al uso de mi cuerpo porque la acción que hice para la performance (hoy, un video) “Mundo invertido” requería algo bastante transgresor; pensé que era una buena oportunidad para volver a conectarme con el uso de mi cuerpo. Primero porque la exhibición tiene un alto contenido autobiográfico, o de deseo de autorrepresentación en relación a la forma como estas historias teológicas han sido impuestas en mi cuerpo específicamente. Y también porque no solamente hay una reflexión teológica sino también erótica y sexual. Me interesaba unirlos y el lugar en el que ya están unidos de por sí es mi cuerpo.
–Estuve 6 meses entrenando, invirtiéndome casi a diario, tanto en el gimnasio como en el parque, trabajando de cerca con quienes me ayudaron que son expertos en técnicas de bondage japonés. La verdad, llegué a hacer “Mundo invertido” preparado para estar así mucho tiempo: de hecho puedo estar invertido 45 minutos sin ningún problema. Sin embargo, es una experiencia bastante intensa. No es una situación cómoda en términos convencionales pero es placentera para el cuerpo.
–Por supuesto, se invierte completamente la circulación de la sangre. Es una experiencia bastante pasiva. No podés hacer muchas cosas. Literalmente, invertís la perspectiva visual y estás muy al servicio de las personas que están haciendo la inversión. Tu pensamiento está intacto. De hecho, yo dirigí la filmación estando invertido.
–Pero no lo son; son sogas especiales, usadas en el contexto del bondage japonés. Son bastante fuertes pero no son gruesas.
–Claro, en el video El fin de la crucifixión la teóloga noruega Linn Marie Tonstad se refiere a cómo cambiar la idea de tortura del cuerpo como una forma de trascendencia; poder pensar un cuerpo que no es torturado, como forma de vivir la religión y la influencia de sus historias.
–No, realmente no hay anécdotas, me refiero a lo que significó para mí haber crecido en un contexto tan sobredeterminado por su religiosidad y su cultura católica, que es el colombiano. Yo personalmente ni soy creyente ni soy religioso, ni mi familia lo es, pero igual, como en casi toda América Latina, estos contextos están sobredeterminados por su religiosidad a niveles de lenguaje, a niveles de percepción del cuerpo, por la culpa.
–Sí, había visto el trabajo de Tomasini pero no lo conocía y el curador italiano con el que trabajé para esa performance, Eugenio Viola, es amigo suyo. Eugenio siempre ha trabajado con artistas de performance radicales, como Marina Abramovic. Le comenté lo que estaba buscando y él me dijo que la persona ideal era Tomasini.
–El NO reafirmó la negación de las minorías (de clase, raza, sexuales, de género). Cada vez que dicen NO, nos dan un golpe en la cara con su moralidad excluyente, donde sólo caben las rígidas normas con las que regulan sus vidas patriarcales e inflexibles. ¡Felicidades! Dividieron al país de una manera profunda y fundamental más de lo que ya estaba dividido. Una porción del país que en su ciego conservadurismo dejó que el miedo a una educación incluyente (sin discriminación por orientación sexual e identidad de género) y la adopción de niñxs por parejas del mismo sexo, comprometiera el fin de una guerra de seis décadas, es un país donde la balanza de la justicia está radicalmente invertida. Que el cínico Ordoñez y el tirano Uribe reciban el Nobel del presidente Santos como un cachetadazo de la comunidad internacional y se revuelquen en su negativa mierda.
–Sí, inicialmente la conversación con Agustín (Pérez Rubio, director artístico del Malba) fue hacer una pieza que se centrara en la muerte de los Papas. Me habían interesado las tumbas de los Papas en el Vaticano. Pensamos naturalmente que siendo el Papa Francisco argentino, era interesante crear una conversación que utilizara la muerte de los Papas como punto de partida.
–La obra fue evolucionando en otro camino…
La Internacional Cuir.
En el marco de la exposición Réquiem, de Carlos Motta,
este simposio reunirá a un grupo de artistas, académicxs y teólogxs para debatir sobre los cruces entre la teología y la disidencia sexual.
Sábado de 11 a 17, MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415.
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