Viernes, 2 de enero de 2009 | Hoy
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Acaso por haberse quedado dormidos durante años en el diván destinado a sus pacientes, recién ahora el Colegio de Psicólogos de Chile ha declarado públicamente (¡como si ello hiciera falta, en pleno siglo XXI!) que la homosexualidad no es una enfermedad. Por presión de organismos defensores de los derechos de las minorías sexuales, quienes denunciaron que en Chile aún hay profesionales que apuestan a la terapia reparativa (lo que deja ver que todavía hay homosexuales que albergan la esperanza de curarse), el director de esa institución salió a confirmar algo que él mismo reconoció como una verdad aceptada por la comunidad de psicólogos y psiquiatras hace más de treinta años. Más vale tarde que nunca.
La Asociación de Familias Americanas (AFA) está muy enojada. Ahora el problema es con la empresa Campbell Soup Co a quien amenaza con boicot si no detiene su “promoción del estilo de vida gay”. Lo dice no solo por las dos páginas de publicidad que aparecen en en la revista gay The Advocate sino porque en esas páginas se puede ver a una pareja de mujeres dándole sopita de pollo a su bebé. Esta y otra entrega donde aparecen dos cocineros, aunque no se hace referencia a la identidad sexual de ninguno de ellos y tampoco es posible deducirla, bastaron para que la AFA considere en peligro la normalidad del universo. Más que eso, de la galaxia, ya que a juzgar por el comunicado que sacaron en su página web, se estaría viviendo una guerra al estilo Spielberg. La AFA insta a Campbell a que se mantengan "neutrales en la guerra cultural".
La empresa convertida en ícono pop Andy Warhol mediante, no piensa dar un paso atrás: "Hace ya más de un siglo que personas de toda clase han disfrutado de los productos de Campbell y seguiremos comunicándonos con ellos de maneras que sean relevantes y significativas".
Y sí, el que quiera crecer, tendrá que tomar la sopa.
¿Existe el colmo de la diversidad y de la tolerancia? Claro que sí. Y pronto se podrá ver en un reality inglés, ¿dónde si no? El programa se llama Undercover princes y será emitido por la BBC desde el 15 de enero. Exprimiendo la creatividad frente a tanto "reality" escandaloso y repetido, se convocó a tres miembros de la realeza de Oriente, se los hizo trabajar en bares, chatear y caminar por las calles con el propósito de hallar a sus almas gemelas en las gélidas costas de Inglaterra (aquí tenemos un poco de tolerancia) quienes a su vez deberán irse con ellos a las tierras lejanas (más tolerancia). Pero para aumentar la rareza de tanta realeza, los candidatos seleccionados cuentan con alguna característica que los potencia como fenómenos. En la promoción del programa se deja bien claro que uno de los príncipes es obeso y que otro es gay (¡panzada de diversidad!). Así como están las cosas parece que el participante más atractivo es el príncipe Manvendra Singh Gohil de Rajpipla de Gujarat quien tiene 44 años y, luego de divorciarse, se declaró gay, huyó de su patria, logró evitar el linchamiento que lo esperaba y hoy por hoy es un activista de las minorías sexuales y de lucha contra el HIV/SIDA. El público verá cómo los raros hacen cosas raras y encuentran a los raros que les siguen la corriente. Si este no es el colmo, ¿el colmo puede ser todavía peor?
“Tras solicitar mi reingreso en la fuerza, 15 carabineros llegaron a mi casa, me pusieron esposas, me golpearon y me obligaron a firmar un documento donde decía que había hecho un mal uso del uniforme, lo cual jamás ocurrió”, declaró Victor Pérez Soto, el audaz policía chileno que está dispuesto a hacer cualquier cosa por volver a formar parte de esa fuerza de seguridad de la que fue expulsado luego de una investigación sumaria que empezó y terminó cuando le preguntaron si era homosexual. “Sí”, contestó el agente, dando por finalizada la pesquisa y su carrera policial al mismo tiempo. Sin embargo, el deseo del hombre por vestir el uniforme es fuerte y no cesa: inició juicio penal y administrativo y todavía espera su reincorporación sin quedarse sentado. La semana pasada, sin ir más lejos, tuvo estrecho contacto con quienes fueron sus compañeros de armas cuando fue detenido después de haberse encadenado frente a las puertas de la Unión Democrática (UD), el partido político que se niega a incorporar a las minorías sexuales dentro de la ley nacional antidiscriminatoria que aún no se votó en Chile. El caso de Pérez Soto es emblemático pero no el único, otros carabineros y carabineras han denunciado de forma anónima el mismo tratamiento de la fuerza aunque amparados en el anonimato. Mientras, la fuerza policial cuyo lema es Orden y Patria, hace su particular mea culpa mostrando a quien quiera ver la nueva cartilla de lectura obligatoria entre uniformados, titulada “No a la discriminación, por un trato igualitario”, en la que se enseñan cosas como a “no burlarse de la apariencia física y orientación sexual de las personas”; y también a “no mofarse de las personas por su modo de hablar”. Un paso es un paso, el problema es desde dónde arrancan a caminar los muchachos de las botas blancas.
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