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Esta semana todos los medios se hicieron eco de la última confesión del cineasta y melómano Franco Zeffirelli, quien a los 85 años recordó su primera vez con un hombre. “Fue muy tarde, durante la guerra, en la montaña de Florencia. Ocurrió con un soldado que se llamaba Vieri y que estaba escondido con nosotros en ese bosque. Dormimos en una noche helada bajo la misma frazada adentro de una gruta. Lo recuerdo como una experiencia bella, porque éramos muy jóvenes, nos abrazamos el uno al otro, mientras el peligro acechaba por todas partes. Cerca nuestro estaban los alemanes, que si llegaban a descubrirnos, nos mataban.”
No es el primer closet que abre Zeffirelli, quien hace más de dos años escribió sus memorias recordando su tormentosa relación con Luchino Visconti y otras infidencias como la propuesta deshonesta que le hizo Onassis sólo para alejarlo de Maria Callas, la única mujer que amó en su vida. Con closet bien abierto, Zeffirelli hace apenas un año lanzaba sus dardos mortales a quienes dejaron el mismo closet. “El gay es un payaso, un personaje cómico que se hace la mujer para dar risa a los burgueses americanos. Ser homosexual no es una vergüenza, significa haber hecho una elección madura, difícil, que se sostiene con una dosis de moralidad mayor que la que se les pide a los heterosexuales.” Zeffirelli dijo el año pasado otras palabras que tuvieron mucho menos eco que su última confesión: “Me escandaliza ver a dos gays besándose en público; ésos no son homosexuales sino dos locos que hacen el amor como las bestias y que yo no puedo sostener. Desprecio ese modo de comportarse hasta el punto de sentirme mas próximo a Gentilini cuando habla de la posibilidad de mandarlos a un campo de concentración”.
Vale recordar que Gentilini es miembro del partido Liga del Norte, de extrema derecha, que recomendó el año pasado públicamente hacer una limpieza étnica y liquidar homosexuales. Y Zeffirelli deberá saber que propuestas y declaraciones como ésas le cuestan la vida a mucha gente todos los días. Y además, que no todos los adolescentes tienen la suerte que él tuvo de hallar un compañero, una gruta helada, una guerra mundial, una horda de nazis acechando, como para poder decir que la primera vez con un hombre fue memorable, digna y sobre todo con tal valor moral que le permite, 70 años más tarde, coger el fusil y ponerse a matar putos.
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