› Por Patricio Lennard
Se dirá que la música en las películas porno siempre es lo de menos. Que lo que importa es el sexo, y más si involucra la puesta en escena de alguna fantasía sexual que otros actúan para el espectador en un taller mecánico, una obra en construcción, una cárcel, un convento. ¿Pero adónde ha ido a parar toda esa artificiosidad? ¿Por qué el cine XXX insiste últimamente en privarnos de las malas actuaciones y de los decorados berretas? Los videos caseros que pululan en Internet y la frescura exhibicionista del sexo amateur le han marcado el camino a una industria que, al igual que la TV con los reality shows, no sólo ha encontrado una forma de abaratar costos sino también el sex appeal de convertir en set de filmación la habitación de cualquiera. Y alguien que entendió esto a la perfección fue Anna Span, la primera mujer directora de películas porno de Gran Bretaña. Con más de doscientas escenas filmadas en su haber, Span ha hecho del porno una forma de militancia, deconstruyendo el lugar subsidiario que suele tener el goce de la mujer en los films XXX y criticando lo funcional que casi siempre es el papel de las lesbianas a la excitación de los varones heterosexuales. “Hay tanta pornografía sexista y espantosa dando vueltas... Pero las mujeres necesitamos aprender de qué se trata”, dijo quien insiste en crear en sus películas un “punto de vista femenino”, deteniéndose más y más en el accionar de los hombres. Aunque si algo se le reconoce es haber abierto una nueva perspectiva con relación al porno lésbico, tal como lo prueba su texto de 1997 titulado Towards a New Pornography (Hacia una nueva pornografía).
Span –que comenzó a filmar como reacción a la bronca que le daba ver cómo en el porno los hombres eran satisfechos sexualmente mucho más que las mujeres– no siente, sin embargo, que sus películas sean específicamente para lesbianas, más allá de su gusto por las escenas de mujeres solas. Y es esa búsqueda por eludir los encasillamientos la que siempre ha ido de la mano, en su caso, de un interés por filmar en un registro lo más realista posible. No en vano ha publicado un libro titulado Shoot your Own Adult Home Movies (algo así como Filme en su casa su propia película porno), un manual que ya ha vendido más de 23 mil copias y en el que Span brinda consejos útiles y nos hace ver que la buena pornografía empieza por casa. He aquí algunos de ellos: “¡Relax! Es tu video, así que hacé lo que quieras y sólo aquello que te haga sentir cómoda. Todas las mujeres en escena deberían turnarse para usar la cámara, de modo que parezca lo más realista posible. Si sos tímida, inventate un personaje y así podrás enfocarte en lo que éste haría o diría. Tratá de conseguir la ropa y los accesorios apropiados –incluso los juguetes– para no tener que interrumpir el fluir de la escena. Y dentro de lo posible, poné la cámara en modo automático, ya que eso te permitirá despreocuparte de ella cuando tengas entre manos asuntos más urgentes”.
¿Acaso no es tranquilizador saber que el sexo en la vida real no precisa doblaje?
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