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La prohibición de fumar en lugares públicos no sólo ha generado una legión de fumadores solitarios en las puertas de las oficinas sino que impulsó la apertura de terrazas en bares y restaurantes. Hay que ir mirando para arriba, ver luz y subir.
Por años se llamó De la Terraza, pero se volvió muy caro y terminó cerrando. Hace dos meses abrió Chimm&Churry: una verdadera parrilla, con espléndidas terrazas para gozar de las noches de verano. Amplio, ambientado sencillamente, luces tenues y el verde de las plantas del lugar más la copa de los árboles de afuera que sirven de paisaje. La atención es esmerada y los platos son muy equilibrados entre calidad y precio. Para comenzar nada mejor que provoletas con morrones a la parrilla ($ 19) y bocadillos de acelga (como los hechos en nuestra infancia); para seguir es imperdible el asado de tira ($ 28) y papas al plomo o rústicas, un tapeo de achuras ($ 33) o la colita de cuadril para dos personas con papa ($ 55); y si hay un vegetariano la parrillada de vegetales($ 24). Abre desde las 20 hasta la 1.30.
Como en su nombre dice “bar y terrazas”, está concebido para disfrutar de tragos en sus varias terrazas. Miloca abrió sus puertas en 2001 y, en ese momento, también la gente podía bailar, pero después de Cromañón ya no se pudo. Igualmente es el lugar ideal y elegido por mucha juventud para pasar las noches. Abre a las 20 y todo termina a las 3 de la madrugada. Las estrellas de la casa son los tragos, en especial las caipirinhas, que pueden ser de lima, frutillas o multifruta ($ 20), también mojitos con Havana Club 7 años ($ 25), el Brainshoy que tiene Jager, melón, casis, ananá y cramberry ($ 18); pero hay cientos de propuestas y un detalle importante es que el lugar trabaja con buenas bebidas importadas. Para comer están los sandwiches, las ensaladas y las pizzas.
La casa de 1922 abrió sus puertas en 2001 y ya es un clásico. Cada ambiente está decorado de un color diferente y la vajilla cambia de color según el salón. Tiene espacios con sillones muy cómodos para cenar y una vereda con un cielo tapizado de enredaderas. Pero un verdadero hallazgo es la fantástica terraza decorada al estilo mediterráneo, con velas, plantas, flores, manteles blancos, sillas azules, donde todo parece escenográfico, con un entorno de copas de árboles increíble. Ideal para una cena romántica, lejos del ruido. Abierto desde las 20, los fines de semana cierra sus puertas a las 3.30. Muy recomendables los ravioles negros con salmón, los camarones con especies marroquíes, y también el pollo persa (todos rondan los $ 30) o las picadas como la árabe o mediterránea ($ 40). Entre los postres, el imperdible helado de canela o la mousse de maracuyá.
Abrió hace un año y hoy su terraza es un deleite a la hora de desayunar, almorzar, merendar o cenar. Abierto desde las 8, tiene pastelería casera, cereales o frutas y los atardeceres son únicos desde la terraza con vista a la fuente de la plaza Palermo Viejo. La decoración es otro de los atractivos: luz, tonos marfil, todo ambientado por Mariana Flombaum, quien creó un estilo donde prevalece el sentirse cómodo. Las especialidades son tataki de salmón rosado salteado con vegetales y hongos, o la ensalada Quimbombo con rúcula fresca, palta, cilantro y tomates cherry. Los platos principales rondan los $ 30 y $ 45. También hay tentempiés para la hora de los cócteles al atardecer, como langostinos en tempura, queso de cabra y berenjenas y todos los cócteles son de autor y exclusivos de la casa ($ 20).
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