Viernes, 3 de abril de 2009 | Hoy
EPA
Una tautología es una redundancia, una explicación que se muerde la cola, algo que porque se cae de maduro se puede definir nombrándose a sí mismo. “Se es lo que se es”: tal la perogrullada en su grado cero, la obviedad inscripta en toda tautología. Y es con esa lógica —con la de quien no cree necesario dar explicaciones— que el colectivo Ovejas Negras, una agrupación uruguaya de homosexuales, travestis y transexuales, lanzó una campaña financiada por la embajada de los Países Bajos en la que tres parejas (dos lesbianas, dos gays, y un hombre y una travesti) aparecen besándose en lugares públicos. Una campaña cuyo leitmotiv es precisamente que “un beso es un beso”. Algo que no parece ser tan obviamente obvio para los medios de comunicación que en Uruguay decidieron no pasar el aviso publicitario, pretextando o bien que era “muy agresivo” —al punto de considerarlo “explícito” en su contenido erótico—, o bien porque carecía de creatividad y no seguía “la línea estética” de la emisora de turno. Palabras más, palabras menos, ésas fueron las explicaciones que dieron Canal 4 y Canal 10, dos de las tres emisoras privadas de televisión abierta de Montevideo que reúnen los mayores índices de audiencia. Y en su defensa salió, a través de un editorial, el diario El País de Montevideo, diciendo que la directora de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura, María Elena Martínez, se equivocaba al calificar ese rechazo como un acto de discriminación puesto que “la negativa de los canales no se basa en que aparezcan homosexuales besándose en pantalla sino en la forma en que esas situaciones se presentan ante la audiencia”. Pero ¿de qué otra forma pueden besarse dos personas en la boca si no es besándose en la boca? ¿Es un problema de cuánta lengua va y viene? ¿De si son besos secos o húmedos? ¿De si se besa como en la vida o como en las telenovelas? Y eso que Uruguay fue el primer país latinoamericano en reconocer a escala nacional la unión civil entre homosexuales. Y eso que el spot no pretendía otra cosa que desalentar ese tipo de discriminación que, finalmente y a su pesar, terminó avivando... Porque un beso es un beso acá, en Montevideo o en la China. Y nadie, absolutamente nadie, por más homofóbico que sea, puede decir lo contrario.
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