De bastión blanco y conservador del interior de los Estados Unidos a tierra prometida de gays y lesbianas que buscan casarse, el inesperado derrotero del condado de Iowa –que acaba de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo– fue posible gracias a que el conservadurismo más rancio quiso prohibir por ley a las familias queer. Y fue justamente esa ley lo que habilitó a la Corte Suprema a intervenir para declararla inconstitucional. ¡Saquen pasajes, ni siquiera hace falta residir en Iowa para casarse allí!
› Por Pablo Ben, desde Cedar Falls, Iowa
En una misma semana, la que inauguró el mes de abril, esa pátina deprimente en que se había convertido el triunfo de la Proposición 8 en California –que consagró en ese estado el matrimonio únicamente para parejas heterosexuales– comenzó a disiparse. Es que, por distintas vías, dos estados sumaron su estrella a esa bandera alternativa que junto a las barras y las estrellas reúne a los miembros de los Estados Unidos que consagraron el matrimonio para parejas de cualquier sexo o género: Vermont –que aprobó el matrimonio gay por la vía legislativa– y Iowa, en donde la Corte Suprema declaró que la prohibición para casarse a las parejas del mismo sexo es anticonstitucional. Y las agencias de viaje ya tomaron nota: en este reducto del corazón de América del Norte no hay ninguna ley que diga que es necesario ser residente para casarse, así que muchos miles de personas que viven en otros estados ya están comprando sus boletos de avión y planeando sus bodas en esta tradicional región rural de paisaje ondulado. Los conservadores –asumen– están en pánico: a partir del 24 de abril (cuando el matrimonio ya no sea sólo para algunas personas) Iowa podría convertirse en “la Meca del matrimonio gay/lésbico”.
Iowa no ha sido precisamente el lugar más atractivo para las personas Glttb, pero a lo largo de la historia ha ocupado un lugar bastante ambiguo. Aquí la derecha religiosa es muy fuerte desde hace varias décadas, pero a la vez se trata de uno de los estados pioneros en términos de garantizar los derechos civiles de las minorías. Iowa votó a Bush, pero también fue el lugar donde Obama ganó su primera batalla decisiva en las internas contra Hillary Clinton. Y si bien en las últimas elecciones Obama no tuvo el porcentaje de apoyo que obtuvo en las grandes ciudades, Iowa se volcó de conjunto en su favor. El viernes 3 de abril el estado de Iowa sorprendió una vez más a los Estados Unidos pegando uno más de sus giros aparentemente imprevisibles. Que los gays y las lesbianas puedan casarse en este estado tiene un impacto fundamental para el conjunto del país, porque Iowa es simbólicamente el corazón de la tradición.
Ubicado justo en el medio de Estados Unidos, se trata de la región que usualmente se describe con el término “heartland,” que grosso modo podría traducirse como el “corazón de la tierra” o el “terruño”. Para mucha gente Iowa representa la esencia misma de la nacionalidad “americana”. Es la contrapartida de las urbes de la costa atlántica y pacífica, que son percibidas como demasiado “internacionales”, un rótulo que no es para nada inadecuado. En Los Angeles o Miami pareciera que se habla más el español que el inglés, mientras que Nueva York y Boston están entre las ciudades del mundo con mayor porcentaje de personas extranjeras. Iowa es exactamente lo opuesto, la abrumadora mayoría es blanca y vino de Europa del norte muchas generaciones atrás. Salvo algunas excepciones, las culturas indígenas fueron eliminadas o desplazadas, hay un porcentaje muy pequeño de afroamericanos y las personas latinoamericanas que vivimos aquí somos una minoría diminuta. Aquí, el argentino hijo de españoles o italianos que tiene aspecto mediterráneo –como es mi caso– no es considerado blanco sino “de color”. Por eso es que las personas más conservadoras ven a Iowa como la quinta-esencia de la “americanidad”. Un lugar que no ha sido “contaminado” por “otras culturas” o por estilos de vida liberales. Aquí, la familia Ingalls sería feliz. Que las lesbianas y los gays se puedan casar en Iowa antes que en Nueva York es algo así como que haya primero matrimonio gay en Salta que en Buenos Aires.
En realidad, fue el mismo conservadurismo de Iowa, junto con una tradición de jueces liberales en la Corte Suprema, el que hizo posible que ahora todos y todas podamos casarnos aquí. Porque sin la ley dictada en 1998 por el Congreso de Iowa prohibiendo el casamiento entre personas del mismo sexo, la Corte Suprema no habría podido abrir la boca en este tema. Pero en 2005, seis parejas de gays y lesbianas pidieron casarse en la ciudad de Des Moines y cuando se les negó su derecho aludiendo a aquella norma, decidieron hacer juicio contra el condado de Polk, donde está localizada la ciudad. En el 2007 estas parejas ganaron el pleito, la decisión fue apelada y llegó así a la Corte Suprema del estado. El viernes 3 de abril, los siete jueces de la Suprema confirmaron unánimemente que las personas del mismo sexo también se pueden casar y declararon inconstitucional la ley de 1998.
Es que, a diferencia de lo que ocurre con el Poder Legislativo, los jueces no están afectados por la presión del electorado y se supone que deciden en base a la Constitución. Y la Suprema de Iowa tiene una larga tradición a favor de la igualdad y los derechos de las minorías:
u En 1839 esta misma corte abolió la esclavitud, 26 años antes de que lo hiciera el resto del país tras una sangrienta guerra civil (en la que Iowa luchó a favor de los estados del norte, que estaban contra la esclavitud de las plantaciones del sur).
- En 1868 la corte abolió la segregación racial en las escuelas, 85 años antes de que lo hiciera la Corte Suprema de Estados Unidos.
- En 1869 Iowa fue el primer estado en aceptar la práctica de la abogacía por parte de las mujeres.
- En 1873 se abolió la distinción racial en cualquier espacio público, 91 años antes que el resto del país.
Además, en relación con la cuestión de las leyes matrimoniales, la Corte Suprema de Iowa también tiene un antecedente muy fuerte: fue la primera en legalizar el casamiento entre personas de diferentes grupos raciales. Cuando la Corte tuvo que decidir si era constitucional prohibir que una minoría se casara, toda esta historia jugó un rol fundamental. Habría sido demasiado vergonzoso que un estado con esta tradición hubiera dado la espalda a un argumento en favor de la igualdad y contra la discriminación de un grupo históricamente perseguido: las lesbianas y los gays.
Ahora, la decisión de la Corte Suprema no puede ser apelada, ya que la ley declarada anticonstitucional era estatal y no puede intervenir la Corte Suprema federal. La única vía que tienen los sectores conservadores para que deje de dolerles este golpe de gracia sería modificar la misma Constitución del estado; algo que no es tan fácil. La mayoría del Congreso es demócrata en este momento, y los que están en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo son en su mayoría republicanos. Los diputados demócratas probablemente no se hubieran arriesgado a sacar una ley a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo por el costo político de tal postura. Sin embargo, ahora que la Corte Suprema tomó una decisión, tampoco se van a organizar en contra. Por otro lado, los requerimientos legales para enmendar la Constitución podrían demorar, al menos, hasta el año 2012. Probablemente, lo único que la Legislatura de Iowa pueda hacer para que no se modifique tanto el paisaje de sus apacibles praderas es votar una ley que establezca la residencia en el estado como requisito para casarse. Pero aun esa medida tomaría cierto tiempo. Menos del necesario para pedir un turno en el registro civil, y eso es lo que exaspera a los sectores más conservadores que encontraron su vocero en un diputado republicano, Steve King, capaz de comparar el casamiento entre personas del mismo sexo con el casamiento entre “duendes y unicornios”. King es el mismo que soñó con prohibir el empleo de gays y lesbianas en Iowa, claro que lo hizo en voz alta y dentro del Congreso.
Con su decisión, la Corte Suprema se presentó como garante de la igualdad legal y de la Constitución. El condado de Polk, en su apelación a la primera instancia, había argumentado que no podía casar a personas del mismo sexo porque eso dañaría el matrimonio tradicional. La Corte contestó que otorgarles derechos a unas personas no daña los de otras. Nada impide que las parejas heterosexuales sigan casándose. El condado de Polk insistió con que las parejas del mismo sexo no son las más adecuadas para criar niños y niñas. La Corte respondió que si el estado de Iowa pretende proteger a la infancia debería sacarse una ley que prohíba el casamiento de todas aquellas personas que efectivamente han sido condenadas por dañar a niños y niñas alguna vez (por ejemplo, aquellas personas que abusaron sexualmente de menores). Si en vez de hacerse esto se excluye a los gays y las lesbianas, sostuvo la Corte, entonces se trata de una decisión arbitraria contra un grupo social en particular. El condado de Polk sostuvo que el objetivo de limitar el casamiento a parejas formadas por un hombre y una mujer era promover la procreación, y la Corte le contestó que en ese caso las personas heterosexuales estériles tampoco tendrían que poder casarse. El condado de Polk sostuvo que el casamiento entre personas del mismo sexo va contra las creencias religiosas de la mayor parte de la gente que vive en Iowa. La Corte respondió que existen grupos religiosos que apoyan el casamiento para todos y todas y que además el Estado y la religión, según la Constitución lo establece, van por separado. No todas las cosas que dijo la Suprema, sin embargo, son favorables para las personas Glttb. Los jueces sostienen que la mejor crianza es siempre con un padre y una madre. Pero aclaran que esto no puede ser usado en contra del derecho a casarse porque muchas familias que no son Glttb están formadas por una sola persona adulta. Lo fundamental es que frente a todos los argumentos la Corte Suprema privilegió uno solo: la igualdad ante la ley.
El cambio que se produjo en Iowa no sólo tiene un impacto a escala nacional por el simbolismo de Iowa como estado representativo de la nacionalidad “americana”. El hecho de que la decisión se base en el principio de igualdad ante la ley sienta un precedente muy fuerte para decisiones futuras, y marca una estrategia que puede ser utilizada con éxito en otros estados (¿quizás en otros países también?). Aquí, la idea del “rule of law” (aplicación de la ley) es muy fuerte, y si la Corte Suprema de un estado tradicionalmente conservador señala una violación a la Constitución, eso tiene un impacto muy fuerte a escala nacional.
Los siete jueces plantearon ideas que se aplican a la constitución de la mayoría de los países. Según reza el documento que produjo la Corte, la igualdad ante la ley es el criterio de mayor relevancia para la Constitución, y por lo tanto ninguna ley puede violar ese principio de igualdad jurídica. No se puede legislar diferente para distintos grupos sociales sin violar la Constitución. Aun cuando la mayoría de la población esté en contra de esta decisión –explican los jueces–, la igualdad legal no puede ser sometida a votación. Se trata de un argumento central del que es posible aprender en cualquier geografía. En una democracia no se puede votar todo, algunas cuestiones fundamentales están garantizadas por la Constitución, y no pueden someterse a la decisión de la mayoría. No se puede votar si hay o no esclavitud, no se puede votar si hay o no hay igualdad de derechos entre varones y mujeres, no se puede votar la libertad de expresión. Y no se puede votar si las personas Glttb somos ciudadanos de segunda o de primera.
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