Viernes, 24 de abril de 2009 | Hoy
EPA
No es la plataforma de aterrizaje de un helicóptero diseñado por la mente abstrusa de un millonario gay con la idea fija. Mucho menos la pintada de un gigante ansioso por que alguien más “siga la flecha” y se adentre en el bosque. Sin duda, ese pene de 18 metros que un adolescente pintó, sin que sus padres se enteraran, en el techo de su mansión en Berkshire, Gran Bretaña, es un exponente extra large de uno de los motivos de graffiti más repetido del mundo. ¿O acaso ya los hombres de las cavernas no calcaban en la piedra sus erecciones al calor de las fogatas? ¡No en vano se los conoce como Homo Erectus! Un gen que heredamos quienes alguna vez hicimos lo propio en el pupitre del aula, en la corteza del árbol de una plaza, en la pared de algún vecino, en el banco de una iglesia, o en la puerta de algún baño público como si fuera un tótem ante el cual arrodillarse y esperar a que algún chongo entre y nos convenza de que la suya –¡oh, sí!– medía más o menos lo mismo. Por eso, para celebrar y promover esta forma ancestral del arte (y para que después no digan que sólo nosotrxs tenemos la idea fija), los invitamos a que capturen con su cámara y nos envíen a nuestra dirección de e-mail cuanto graffiti fálico les salga al paso, a fin de hacer una selección entre los mejores para publicarla en un número futuro del suplemento. Y a no desesperar, que el tamaño importa sólo cuando se tiene una mansión con una terraza tan grande como para que el graffiti se vea desde el cielo.
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