Viernes, 7 de octubre de 2011 | Hoy
De Bob Esponja se dice que es una loca declarada por defender la diversidad y tolerancia sexual, cuando en un capítulo Don Cangrejo le dijo que la gorra que llevaba puesta era de nena, y Bob le respondió “¿una chica linda?”. Bob suele andar con una camisa blanca y corbata roja. ¿Será la corbata lo que calienta a tantos seguidores?
Cada vez hay más perfiles (por ejemplo, en Manhunt) de personas aburridas de la homonorma y homofobia dentro del mundo gay, y que abren sus perfiles pidiendo cosas nuevas (o no tanto) como gente con corbata, como condición para establecer contactos. En otro site de encuentros existe una sección llamada “Hombres interesados en tener sexo en traje y corbata”. Un cazador escribió: “Como dice el título, estoy interesado en hombres que usen traje, corbata y zapatos. Onda ejecutivo, de oficina. Para encuentros casuales y disfrutar. Todo se conversa. La edad no importa. Dejá un mail y coordinamos”. Otro dice: “Hago mamadas sólo a hombres con corbata y me como tus bolas saladitas”. Uno más: “Doy masajes con final feliz, sexo con corbata, zona Palermo”.
La corbata en una camisa abotonada hasta el cuello puede asfixiar; y la asfixia es uno de los posibles orígenes de la excitación sexual, contenida en este caso, hasta producir una erección. Este objeto de tela funciona como estímulo de todo el cuerpo. Su roce en la piel, incluso a través de la camisa, genera tensión. Toda tensión contiene una carga de libido. Y toda libido es sexual.
La atracción que produce ver a un hombre con corbata, molesto por la sumisión de estar atado hasta el último botón, también genera excitación. Los que gozan con los hombres trajeados llegan hasta el delirio, fantaseando el tórax que hay debajo de la camisa y la corbata. La fantasía, realizable, de agarrar al oficinista y llevar al “poderoso” de la corbata como si fuese una cuerda, un collar; y la inversión de roles.
Haciendo un poco de historia, la corbata surgió para el uso militar, luego pasó a ser símbolo de identificación masculina (fálica sin lugar a dudas), como un ornamento para reafirmar lo afirmado. ¿Una forma sublimada de mostrar lo que de otro modo, a nivel social, no se puede? El contexto, las costumbres y el tiempo le fueron dando distintos usos y significados. La carga implícita de dominación, de unos sobre otros, se explicita y se hace consciente en los actos eróticos. El portador de la seda es alguien a quien se debe respetar y obedecer. La relación entre jefe y subordinado, sumiso y dominante, queda al descubierto; y la réplica en las relaciones sexuales también.
Las revistas de modas la venden como “el reflejo de tu personalidad”, y cuanto más adecuada es la corbata a tu personalidad, más cara te sale. Andrés (40 años) dice: “Creo que mi morbo por las corbatas viene desde que vi un video de un tipo que estaba en un auto, con traje y corbata. La sacaba y agarrándosela con la corbata se pajeaba. Después se limpiaba con la corbata y no se le bajaba... Trabajo en el centro y puedo pasar horas mirando a la gente que pasa. Pero lo primero que le miro es la corbata. Me encanta desnudar a alguien que conozco por la calle, Florida casi siempre, desabrocharle la camisa y sacarle todo, menos la corbata”.
En videos de Internet absolutamente disponibles se pueden encontrar catálogos de instrucciones para usar la corbata, la más naïf es pasársela al partener por la entrepierna hasta agarrarle los testículos y acariciárselos con la seda. También se la usa para atarle las manos a su compañerx y hacerle sexo oral. El Cola, un chileno, dice: “El morbo que me generan por verlos desprenderse de todo su acartuchamiento a medida que van desabotonándose el cuello de la camisa, sentir cómo se dejan llevar por la lujuria reprimida mientras desarman el nudo de la corbata y se entregan por completo a los placeres del sexo gay, es una experiencia deleitante; por lo menos para mí”.
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