Precursora de la marginal performance queer de Andy Warhol, influencia central de la comedia orgiástica travesti de John Waters, esta película inaugura una década del sesenta desde un libertinaje festivo que fue censurado en su tiempo, pero que marcó a fuego una contracultura incendiaria donde la diversidad explotaba en las pantallas undergrounds. Mario Montes, versión drag de la “Reina del Technicolor” María Montes, es una de las superestrellas atrofiadas de este sismo orgásmico que tiene una plasticidad trash que logró electrizar desde la sensibilidad subterránea con que Jack Smith se apropió de la vanguardia neoyorquina a partir de una estética lumpen de resistencia a cualquier institucionalidad de la libertad de creación. Como un musical artificioso de danzas sexópatas, este espectáculo ultracamp desmelenado tuvo detractores a diestra y siniestra, pero también grandes defensores. Por ejemplo, Susan Sontag escribió un texto defensivo de la película, compilado en el libro Contra la interpretación, donde acuñaba el término intersexual para referirse a la ambigüedad genital que propone Smith en su impronta de cuerpos entrelazados. Jonas Mekas, cineasta, crítico y gurú del under, escribió en 1963 que Flaming Creatures “abre sensibilidades y experiencias nunca antes registradas por el arte estadounidense; un contenido que Baudelaire, el Marqués de Sade y Rimbaud dieron al mundo literario un siglo atrás y que Burroughs le dio a la literatura estadounidense hace tres años. Es un mundo de flores del mal, de iluminaciones, de carne retorcida y torturada; una poesía que es a la vez hermosa y terrible, buena y mala, delicada y sucia”. Durante el Bafici, la película va a ser presentada por el crítico neoyorquino J. Hoberman, a quien el festival le edita un libro donde realiza, entre otras cosas, análisis de Flaming Creatures en algunos de sus textos más célebres.

La única función de Flaming Creatures es el 15 abril, a las 19.45, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro General San Martín, Corrientes 1530.