Viernes, 15 de noviembre de 2013 | Hoy
Todavía sigo en Berlín. No he tenido energía suficiente como para irme, sobre todo porque no hay ningún apuro. Estos días he estado reflexionando sobre temas de gran importancia. Examiné objetivamente mi última sinfonía y me sentí aliviado de no haberla orquestado ni presentado en vivo. Causa una impresión desagradable. ¿Qué debo hacer? ¿Será que me olvidé de cómo componer? Es difícil responder. Así que, acá estoy, pensando y pensando, sin saber qué hacer. Pase lo que pase, estos últimos tres días habrán sido los más infelices de mi vida. Yo, sin embargo, estoy bien y por fin decidí irme a Basilea mañana. Te preguntarás por qué te estoy contando todo esto. Tengo un deseo incontenible de charlar con vos. El clima es cálido. Te imagino sentado en tu habitación, perfumado casi hasta la asfixia, trabajando en tus tareas para la universidad. Cómo me encantaría estar en esa habitación. Dales mis cariños a todos.
Te abrazo,
P. Tchaikovsky
PD: Si sólo pudiera darle rienda suelta a mi deseo, dejaría todo y volvería a casa.
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