Las chicas de Temporada de chongos, programa de radio que sale los domingos de 22 a 24 en FM La Tribu, proponen el humor como modo de perpetuar la estirpe chongueril. Con nombres de guerra, de drags y de cotillón, Star, Rimmel y Rana te extienden tu carnet de chongo si te ven alguna chance.
¿Cómo viene este año Temporada de chongos?
Star: Hay varios bloques nuevos, por ejemplo, uno donde se problematizan cuestiones como la misoginia, estereotipos de género, homo, lesbo y transfobia en la publicidad; otro que ironiza sobre la omnipotencia de la medicina alopática, fármacos y otras formas de control social. Queremos incluir más contenido sobre vegetarianismo...
Rimmel: Sí, hacemos activismo con humor. Nos pareció muy importante el tema de no enghettarnos para poder jugar con las identidades desde nuestra subjetividad y además para ironizar sobre estereotipos, heteronorma y también lesbonorma.
Rana: También las identidades y la manera en que se cristalizan y se recristalizan...
Rimmel: Lo que hacemos en el programa es jugar, ironizar y mezclar lo que aparentemente es agua y aceite. Creemos que no hay que creer en las identidades; desde el humor y el lenguaje inventamos nuevas categorías utilizando muchas veces la ridiculez como modo de ruptura.
¿Cómo se llevan con el término butch?
Rana: No me molesta el término butch cuando se usa en los lugares en que corresponde: o sea, donde se hable inglés. En general, no me gusta la universalización de los términos en inglés, sobre todo si no suma nada. La palabra “butch” no significa nada que no signifique chongo. Inclusive me parece que las connotaciones de la palabra “chongo” (y no chonga) son mucho más interesantes. Chongo soy yo como “lesbiana masculina”, el puto que parodia la hipermasculinidad, el pibe heterosexual cuando alguien se refiere a él como objeto sexual. “Chongo” tiene esta polisemia, y además sonoramente es muchísimo más cómica. Refleja la idiosincrasia de nuestra comunidad; aunque te lo digo poniéndome bien en vieja chota, porque sé que esto cambia vertiginosamente. Y entonces ¿qué es lo que les parece más potente de su propia chonguez?
Rana: Creo que dentro del derecho a la identidad está el derecho a que nadie te exija conservarla. Para mí lo interesante de decir que soy chongo está justamente en que soy un chongo díscolo. No soy una mujer que respete los parámetros de la feminidad, pero tampoco soy un chongo que cumpla adecuadamente con las leyes de la chonguez. Para mina soy demasiado wachín y para chongo soy demasiado puto.
Rimmel: Me gusta pensar que transgredir el género es posicionarse en la asíntota de la campana de Gauss. Salir de lo obvio. Lo normal es algo espantoso que no sé por qué está sobrevalorado. Lo mío es el oxímoron de género condensado a través de mi sobrenombre: Chongo con Rimmel. Y si tengo que elegir entre mear dentro o fuera del tarro, prefiero mear en el límite y salpicar para los dos lados (risas).
Rana: A mí me parece disruptivo el hecho de “confundir”. Cuando me ven y no saben en qué casillero ponerme, cuando me dicen “señor” y después se disculpan, es que la gente ve todo tan Rosa y Celeste... ¡parece el nombre de una pareja de tortas! (Risas.)
Star: Para mí es más un juego, está claro que no soy una lesbiana “femme” en el sentido tradicional, pero además jugamos todo el tiempo con diferentes modelos de “chongo”.
Rana: Yo no necesito masculinizarme para ser percibida como “poco femenina” y ahí está para mí lo potente y subversivo: para “masculinizarse” alcanza y sobra con no feminizarse.
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