Viernes, 27 de marzo de 2015 | Hoy
En las culturas occidentales, como la nuestra, existen grandes
expectativas sobre los roles que han de desempeñar mujeres y hombres de todas las edades. La formación de la identidad de género en la infancia es un proceso complejo, que pasa por una autoidentificación, en la que se evidencia en qué medida se ajustan o se rompen las categorías sociales de mujeres y hombres que se les asignaron en el nacimiento. De este esfuerzo para pensar en la identidad infantil discordante surgen conceptos como “variante de género”, una expresión prestada del inglés (“gender variant”) y que expertas como Kim Pérez proponían como alternativa para nombrar a los y las jóvenes cuando éstos aún no se han identificado. Este término enfatiza la idea de algo distinto a lo más común, tratando de otorgarle un énfasis positivo.
También se utiliza la expresión “personas que no cumplen o no conforman los mandatos de género” (“gender non-conforming”), expresión que genera un consenso importante en las comunidades científica y activista. Son niños que son más femeninos que otros, niñas que son más masculinas que el resto; no encajan necesariamente en la masculinidad ni en la feminidad típica. Como se ha adelantado, es muy frecuente encontrar niños y niñas que rompen los mandatos de género, sin embargo, sólo algunos lo hacen con una intensidad y continuidad importante, de los cuales algunos serán personas trans* en su vida adulta.
Además de los términos “variantes de género” o “no conformar las normas de género”, algunas familias en Canadá y Estados Unidos han empezado a recoger sus propias experiencias, enfatizando la “creatividad” con la que su descendencia se enfrenta a las expresiones de género, generando nuevos términos, como “creatividad de género” y también “infancia con género independiente” o “independientes al género”. Se refieren a: a) menores que no rechazan su sexo asignado, pero que no encajan en los límites del género tradicional; b) los que rechazan explícitamente las categorías “chico” y “chica”; y c) aquellos que se identifican con un género distinto al asignado, que pueden transicionar a un nuevo rol de género.
El hecho de tener que pensar cómo nombrar el comportamiento infantil desde una perspectiva positiva conlleva repensar a los propios niños y niñas, una tarea que ayuda a alejarse de la necesidad de corregir un error o un trastorno. En el caso de utilizar términos como “independencia de género” u otros alternativos, supone que las personas se fijan en algo que los menores sí tienen y que es positivo, la independencia o la creatividad por ejemplo, en lugar de enfatizar lo que no tienen, la capacidad y la voluntad de seguir las normas de género tradicionales.
Al hablar de identidades trans se alude a aquellas personas cuya manera de estar en el mundo, expresarse y presentarse hacen que no se autoperciban, ni sean percibidos por las otras personas, dentro de lo que se espera típicamente del sexo que se le asignó en el nacimiento. El entorno tratará de que sean hombres más masculinos (o mujeres más femeninas), que se comporten más como se espera de ellas, etc. A su vez, los jóvenes y los adultos trans* pueden utilizar, o no, nociones amplias de identidad para las que a menudo no tienen palabras; no todas las personas se autodefinen de la misma manera. En la literatura internacional se está hablando cada vez más de la “creatividad” de las personas trans* de todas las edades a la hora de pensar y expresar su identidad.
Fragmento de Trans*exualidades (Ed. Bellaterra), libro que se consigue en la Librería de Mujeres Argentinas (Pasaje Rivarola 133). Y, en versión digital, en: www.ed-bellaterra.com
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