Viernes, 7 de octubre de 2016 | Hoy
Por Ignacio D'Amore
Cuando llegó a Buenos Aires desde Córdoba, a los diecisiete, era para vivir con un hermano que no la quiso en su hogar; estuvo en situación de calle, fue vendedor ambulante y atendió en un McDonald’s. Ese sueldo fue el medio para alquilar un cuarto en una pensión y, eventualmente, conseguir entrar a la extinta discoteca gay Gasoil, donde fue público ávido de un iniciático show de transformismo. Esa noche ocurrió algo que terminaría siendo trascendental. “Vi un hombre que trabajaba vestido de mujer, que era feliz. Y le pagaban”. Como no tenía dinero para seguir visitando Gasoil, consiguió un lugar como asistente de las transformistas que animaban las previas, “lo mismo que ir a Harvard”.
Las mujeres que nacieron de él en estos dieciséis años de carrera, todas ellas, son parte de su unipersonal –aunque no estrictamente todas formen parte del elencos–. “El espectáculo es un mix de lo que hice durante estos años en el under. Para mí lo importante sobre el escenario es transformarme: ser zarpada, hacer playback, o ser la ‘mujer bonita’ que se despide y cierra el show. El transformismo, para mí, es subirme a ese escenario para ser todas las mujeres que quiera ser por esa noche”.
Una de esas mujeres, de lengua cáustica y despiadado sentido del humor, es la que durante años animó discotecas de la noche gay argentina. Parecería tratarse de un género en sí mismo el humor de bar de putos: hecho por transformistas, drags o travestis, siempre picantemente malditas en su interacción con el público, al que humillan y desprecian amorosamente apelando a la impunidad que otorga saber reírse de sí mismas antes que de cualquier otrx. Hay otras mujeres, claro. Está la que participa en el programa radial que conduce Santiago del Moro, o la que viene presentando en el Kabaret del Maipo. “En la radio, con Lizy Tagliani estamos ultra pasteurizadas. Y en el unipersonal no quiero putear, porque al teatro también van familias. Está bueno ese límite; hacer reír sin putear es más difícil. Lo del Maipo fue un desafío, tuve que sentarme a escribir lo que iba a decir para no divagar. Cuento la historia de una diva ordinaria con un destino extraordinario”.
Viernes a las 23.30, C. C. Matienzo, Pringles 1249. Sábado a las 23.30, Maipo Cabaret, Esmeralda 443.
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