Una región casi inexplorada, casi mítica, casi soñada. Una tierra distante, en el corazón mismo de los suelos patagónicos, bañada por aguas heladas y por mares indómitos. Un sitio de imponentes glaciares, de vientos, montañas nevadas, lagos escondidos, de fiordos y ríos caudalosos. Virgen aún en muchos de sus rincones, la región de Aysén es un mundo de naturaleza casi salvaje, ideal para quienes buscan sitios apenas invadidos por la civilización. Algo más del cincuenta por ciento de su superficie corresponde a áreas protegidas, de las cuales cinco son parques nacionales, doce son reservas nacionales y dos son monumentos naturales.

COYHAIQUE Y SUS ALREDEDORES A la hora de recorrer la región y armar itinerarios, es imposible obviar la ciudad de Coyhaique como eje del viaje. Fundada en 1929 y emplazada en un hermoso valle de suaves lomadas, Coyhaique es la ciudad capital de la Aysén. Tranquila y casi bucólica, está amparada por el cerro Divisadero y rodeada de los ríos Simpson y Coyhaique. En un paseo por sus calles, vale la pena visitar el Museo Regional y la Feria de Artesanos, epicentro de artistas de toda la región que convergen hasta aquí con sus diferentes creaciones.

Saliendo de la ciudad y siguiendo la ruta que orilla el caudaloso río Simpson, se puede llegar a la Piedra del Indio, una roca viva tallada con el viento y el paso del tiempo que bien puede considerarse una de las postales inequívocas de la región. Hacia el noroeste, el visitante encontrará la Reserva Nacional Coyhaique, un sitio de espectacular belleza natural en el que se destacan los senderos y circuitos peatonales, la laguna Verde, los valles circundantes y puntos panorámicos especialmente instalados desde los que puede observarse la ciudad de Coyhaique, ubicada a menos de cinco kilómetros de distancia.

Algo más allá, la región ofrece el denso paisaje del lago Elizalde, que con su alargada fisonomía corre entre bosques de lengas y coihues de particular belleza, al tiempo que constituye un verdadero paraíso para los pescadores por la abundancia de truchas que se deslizan por sus aguas.

PUERTOS Y FIORDOS Al noroeste de Coyhaique, hay dos puntos también ineludibles para una visita: Puerto Aysén y Puerto Chacabuco. A ambos se llega desde Coyhaique bordeando el río Simpson en una ruta que permite, entre otras cosas, disfrutar de las hermosas vistas panorámicas del mirador Luis Marchant y las maravillosas caídas de aguas de las cascadas Velo de la Novia y de la Virgen.

Distante algo más de ochenta kilómetros de Coyhaique, Puerto Chacabuco es una de las poblaciones más importantes de la región y centro de su movimiento fluvial. Desde aquí, los turistas pueden realizar excursiones por ríos y mares, que constituyen una de las experiencias más inolvidables de un viaje a Aysén. Perderse por las aguas entre los bosques nativos y fundirse con el mar navegando fiordos y canales genera en el visitante sensaciones de pequeñez frente a la solitaria inmensidad y los paisajes sobrecogedores, como los que ofrece el Parque Nacional Laguna San Rafael (declarado Reserva Mundial de la Biosfera).

Por su parte, Puerto Aysén es un pequeño pueblo de poco más de quince mil habitantes cuyo principal ingreso proviene del turismo y la pesca, especialmente todo aquello derivado del salmón. Desde este puerto, ubicado en el interior mismo del fiordo de Aysén, los visitantes pueden realizar excursiones al Parque Aikén del Sur, que forma parte de una reserva ecoturística privada en un lugar de gran belleza natural.

INVITACION A LA AVENTURA Situada entre la región de Los Lagos en el norte y la región de Magallanes en el sur, Aysén ofrece numerosas alternativas para la aventura. A la hora de hacer un repaso, hay que comenzar por hablar de las varias opciones que hay para el trekking, una actividad que permite a los visitantes no sólo desandar senderos sino, además, conectarse con la naturaleza y el entorno geográfico. Los circuitos –con diferentes grados de dificultad– atraviesan planicies, zonas agrestes, áreas montañosas y bosques de tupida vegetación. Entre ellos, cabe destacar especialmente los de Parque Aikén del Sur y Reserva Nacional Río Simpson: no demandan un excesivo esfuerzo físico y llevan siempre a los caminantes por bellos parajes naturales.

En Parque Aikén del Sur hay tres rutas señalizadas que permiten descubrir la flora y fauna regional. Se trata de trayectos cortos, ideales para los viajeros entusiastas y sin mayores experiencias previas. La ruta más larga es la que une el Estero del Salto con el salto Barba del Viejo. Tiene una extensión de algo más de dos mil metros y se recorre en dos horas, aproximadamente. Otra posibilidad es tomar el camino al lago Riesco, un simpático sendero de 665 metros que bordea el fabuloso espejo de agua y serpentea por una colina. El salto Barba del Viejo es el sendero más corto en este parque privado, ya que tiene apenas 570 metros de extensión.

Por su parte, Reserva Nacional Río Simpson cuenta con dos senderos señalizados, uno de dos kilómetros y medio, y el otro de seis kilómetros. Ambos circuitos permiten descubrir los paisajes de esta área natural protegida que en sus 41.621 hectáreas de superficie posee bellezas naturales tales como la cascada La Virgen. El acceso a esta reserva, que se encuentra a treinta kilómetros de Puerto Aysén, se realiza por Puerto Chacabuco, con dirección a Coyhaique.

Por último, una opción que se ha ganado mucha popularidad en los últimos años es el llamado “Sendero Glaciares de Aysén”, travesía de trekking que se realiza a través de glaciares y montañas prácticamente inexplorados y ha sido recientemente destacado por la revista norteamericana Outside (la publicación más importante a nivel mundial de turismo aventura) como uno de los mejores sitios de Sudamérica para la práctica de esta actividad. El Sendero funciona desde el año 2004 y consiste en un circuito equipado con seis campamentos donde se pasa la noche, bajo la modalidad refugio a refugio (sistema pionero en Chile). Vale destacar que es un trekking de alta exigencia, orientado a un perfil de turista que ya ha caminado por circuitos como los de Torres del Paine, Atacama o Bhutan, entre otros, y que quiere explorar lugares poco pisados por el hombre.

VERTIGO EN EL AGUA Si de kayak y rafting se trata, la región también ofrece numerosas alternativas acuáticas. Además del mar, donde se practica kayak en los fiordos y las costas que rodean los glaciares, los ríos que corren en la zona cercana a Puerto Aysén son una invitación a la aventura, especialmente por sus fuertes desniveles y sus poderosas corrientes. Pero, sin dudas, el gran atractivo es enfrentar el caudaloso río Simpson que fluye entre los valles de Coyhaique y Puerto Aysén y es el escenario más popular para la práctica de estos deportes.

En sus casi cuarenta kilómetros de extensión, el vertiginoso Simpson se caracteriza por sus inquietantes corrientes y su gran número de rápidos de clase III (dificultad media en la escala del rafting), por lo que no se necesita ser un experto para navegar en sus aguas. Allí, todos los años, se realiza el llamado Festival de Kayak de la Patagonia, un evento que invariablemente convoca a cientos de adeptos.