JAPON > DIBUJOS ANIMADOS ORIENTALES
El país de los cerezos en flor es también el reino del animé, la historieta y los videojuegos, con un circuito que atrae a los fanáticos del género. De Pokémon al cineasta Miyazaki, la otra cara de Japón.
› Por Graciela Cutuli
Chicos que leen libros al revés, adultos que no se desprenden de sus videojuegos portátiles, adolescentes de raros peinados nuevos y nostálgicos de la era de Astroboy forman parte del nuevo panorama que llega de Japón y recorre el mundo. Son los aficionados al universo de los dibujos animados orientales, abanderados del “japonismo” del siglo XXI, como lo fueron sus ancestros del siglo XIX después de la Exposición Universal de París que en 1867 llevó a Europa una ola de afición por las estampas japonesas. Las historietas japonesas –los “manga”– son un mundo aparte: leídos por hombres y mujeres, niños y adultos, los temas van desde el romance y la guerra hasta la ciencia ficción y los negocios. Los dibujos animados –el “animé”– llegan a las pantallas chicas de todo el mundo, con Pokémon y Dragon Ball a la cabeza. Y el cine de Hayao Miyazaki, con el fantástico universo de Chihiro, Totoro o Mononoke, contagia su estética hasta las producciones norteamericanas... La ola japonesa, entonces, suena con la fuerza de un tsunami y convirtió a varios lugares de Japón en la nueva meca de una generación de “otakus” (literalmente “fans”), el nombre con que se conoce a los amantes de estos personajes de ojos expresivamente grandes, rasgos ágiles y aventuras variadas, en papel o en animación.
EL PARAISO ESTA EN AKIHABARA Todo otaku que se precie conocerá el nombre Akihabara, el barrio de la electrónica de Tokio. Cámaras, notebooks, netbooks, celulares, videojuegos, todos los caprichos de la era digital se dan cita en este distrito variopinto y acelerado, la “electric town” tokiota, donde prosperan los locales para fanáticos de animé y manga, además de los “Maid café”, bares donde las camareras tienen traje de mucama y cuyo éxito ahora produjo la versión para damas, los “Butler café” con camareros ataviados de mayordomo. Nada del otro mundo en la cultura “cosplay”, donde los aficionados se visten como sus personajes favoritos de manga y animé, incluyendo complicados peinados para erizar el cabello de las formas más inverosímiles.
Cada vez más en Akihabara surgen locales infaltables en la agenda del otaku: el Comic Tora no Ana (con sucursales en Sapporo, Yokohama, Nagoya, Osaka, Kobe, Hiroshima y Fukuoka) es un negocio de revistas, comics y software donde se destacan los fanzines de artistas amateur; el Gamers Head Store (también en Sapporo, Yokohama, Nagoya, Osaka y Hataka) ofrece toda clase de productos relacionados con personajes de videojuegos, DVD, libros, revistas y juegos de cartas; AsoBitCity se especializa en las figuras tridimensionales de los personajes de comics y dibujos animados, en seis pisos que van desde minifiguritas que se venden con caramelos hasta estatuas de tamaño real y, naturalmente, disfraces para expertos “cosplayers”. A esta altura, sin duda, quien haya llegado hasta aquí ya habrá adquirido una buena dosis del vocabulario especializado que hace falta para moverse por el Japón otaku y el reino de la electrónica.
El Animate Ikebukuro Head Store, un imponente edificio de varios pisos, también está entre los lugares más recomendados para conseguir mangas, dibujos animados, libros, programas, juegos y cartas, con la ventaja adicional de que cuenta con varias líneas exclusivas que sólo se consiguen en este local (o en los 70 que forman parte de la red del Animate Head Store en todo Japón). Productos raros y de colección también son la especialidad de Mandarake Nakano, no sólo en materia de manga sino de otros rubros: basta pasar y ver para asombrarse de la producción e imaginación que acompaña a este mundo virtual donde los expertos se mueven como pez en el agua, y los no iniciados no pueden sino sentirse como extraterrestres de visita. Finalmente, “el” lugar es el Tokio Animé Center, en el cuarto piso del edificio UDX de Akihabara, con cine incluido y toda la parafernalia posible sobre dibujos animados con sello japonés.
MUNDO POKEMON El logo amarillo con ribetes azules de los “Pocket Monster” se impuso a mediados de los ’90 en el universo infantil y desde entonces se convirtió en una ola que contagió a los videojuegos, muñecos, ropa, discos y todo lo imaginable. Hasta aviones y autos fueron pintados con los colores de Pikachu y Ash, los dos iconos de la serie. Lo mismo las “pokebolas” blancas y rojas para capturar pokemones, infinitos en sus colores y evoluciones, como bien se puede apreciar en el Pokémon Center de Tokio (con sus respectivas sucursales en Yokohama, Nagoya, Osaka y Fukuoka, aunque hay productos exclusivos sólo de la capital). Lo que para algunos es el paraíso –aquí se venden gadgets que no existen en ninguna otra parte del mundo– para otros puede ser un auténtico infierno, de modo que el consejo es: hay que ir, para los fanáticos. Hay que ir, para los padres y amigos de los fanáticos. Los demás: hay que ir, porque es un icono imperdible de la cultura japonesa... pero al menos no los fines de semana, cuando el Pokémon Center desborda de chicos, grandes, tokiotas y turistas.
EL ANIME TAMBIEN TIENE SUS MUSEOS El inmenso mundo que subyace detrás de la cultura animé merece ser mejor conocido, y no sólo en sus costados comerciales. Para saber cómo nacieron los personajes, cómo evolucionaron y quiénes fueron sus creadores, hay que visitar los museos y galerías que recorren la historia de la historieta y los dibujos animados. No siempre es tarea fácil: en muchos lugares, sólo se habla y se exhiben los datos en japonés, un dato que dificulta bastante la tarea del visitante extranjero. Pero el auténtico otaku no se deja amilanar por semejantes pequeñeces, y pone rumbo en primer lugar a la Toei Animation Gallery, el museo de la productora de animación de donde surgieron nada menos que Dragon Ball y Sailor Moon. Cincuenta años de historia que se relatan a través de guiones de animé, storyboards, dibujos originales y posters publicitarios.
Más atractivo todavía es el Suginami Animation Museum, situado en el barrio de Tokio que se conoce como “la ciudad del animé”. Es toda una experiencia, que invita a aprender, sentir y comprender el animé de manera interactiva, asistiendo a la producción in situ y al desarrollo de lo más moderno que existe en tecnología digital. Una vez más la cuestión idiomática limita (aquí se ofrecen muchas charlas de dibujantes profesionales y workshops sobre producción de animé) pero no impide disfrutar de la inmersión total en este mundo cambiante y curioso.
En primavera, cuando florecen los cerezos, se puede recordar también el Japón tradicional al visitar el Ghibli Museum de Mitaka, un suburbio de Tokio, instalado en un parque donde las florcitas blancas se lucen en todo su esplendor. En el museo, los que se lucen son los trabajos de Hayao Miyazaki, director de los estudios y diseñador del Ghibli hasta en sus más mínimos detalles. La planta baja recorre la historia y la ciencia de la animación, con personajes que se animan bajo una luz estroboscópica; en el primer piso funciona además la réplica de un estudio de animación donde se muestran todas las etapas del proceso creativo. Para quienes quieran ir un poco más atrás, asomándose a las creaciones del genial Osamu Tezuka –el creador de Astroboy– la visita debe seguir en el Osamu Tezuka World de Kioto, enteramente dedicado a sus personajes y a la influencia que ejercieron en otras grandes figuras del animé. Tezuka –conocido como “el dios del manga”– sigue siendo muy querido, y también se lo recuerda en Takarazuka City, la ciudad donde pasó su juventud, un memorial dominado por la figura del Fénix, su obra cumbre. Junto con él, cierra la trilogía de grandes nombres Shotaro Ishinomori, creador de Cyborg 009 y Kamen Rider, con un museo propio en Ishinomaki, su ciudad natal. El Ishinomaki Mangattan Museum traza una parte esencial de la historia del manga japonés y permite conocer los trabajos originales de Ishinomori. Un paso más en el mundo aparte del comic nipón, en sus códigos propios y en la fuerza de unos personajes que, rápidamente trazados, avanzan imponiendo una nueva moda y una nueva estética, superando los límites del mundo otaku para volcarse sobre todo Occidente.
Todos los años, a partir de fines de marzo, se organiza durante cuatro días la Tokyo International Animé Fair, una ocasión para profesionales de la industria del animé, pero también para aficionados, de entrar en contacto con la cultura del dibujo animado y ponerse al día con las últimas novedades del sector.
Gamers Head Store: edificio Takarada, 1-14-7, Sotokanda, Chiyoda-ku, Tokio.
AsoBitCity: 1-13-3, Sotokanda, Chiyoda-ku, Tokio.
Animate Head Store: 3-2-1, Higashi-Ikebukuro, Toshima-ku, Tokio.
Mandarake Nakano: 5-52-15, Nakano, Nakano-ku, Tokio.
Pokémon Center Tokio: Kawasaki Teitoku Building Annex, Tokio.
Toei Animation Gallery: 2-10-5, Higashi-Oizumi, Nerima-ku, Tokio.
Suginami Animation Museum: Suginami Kaikan tercer piso, 3-39-5, Kamiogi, Suginami-ku, Tokio.
Ghibli Museum: Jardín Oeste del Parque Inokashira, 1-1-83, Shimorenjaku, Mitaka City.
Osamu Tezuka World: 901, Higashi-Shiokoji-cho, Shiokoji-sagaru, Karasuma-dori, Shimogyo-ku, Kioto.
Tokio Animé Center: Akihabara Edificio UDX, Tokio.
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