Domingo, 28 de octubre de 2012 | Hoy
EE.UU. HERSHEY, DE CIUDAD INDUSTRIAL A META ROMáNTICA
Una visita a Hershey, ciudad nacida y desarrollada en torno de la fábrica de chocolate más popular de Estados Unidos. Parques de diversiones, una avenida dedicada a su principal golosina y un museo que cuenta la historia del pionero Milton Hershey, las etapas de un dulce recorrido.
Por Graciela Cutuli
“Welcome to the Chocolate Town”, es decir, “Bienvenidos a la ciudad del chocolate”. Es uno de los carteles más placenteros que se pueden encontrar al borde de una ruta, y no hace falta ser Hansel ni Gretel para soñar con él. En Hershey las cosas son un poco distintas al cuento: no hay una casita de dulces, sino una ciudad entera construida en torno del chocolate. No es “de chocolate”, literalmente hablando, pero sí nació enteramente gracias a la fábrica y al empresario que le dio nombre.
Estamos a poco más de dos horas del Independence Hall, en el centro mismo de Filadelfia, corazón histórico de las Trece Colonias originales. Fue en estos frondosos bosques donde William Penn quiso crear, a fines del siglo XVII, un mundo ideal para los que adherían, como él, al cuaquerismo. Algo más de 300 años y dos horas de ruta más tarde se llega entonces a Hershey, una ciudad industrial que se convirtió en un lugar de paseo de fin de semana y luna de miel para los habitantes de Filadelfia y Washington.
DE SUIZA A FILADELFIA Todo empezó en 1905, cuando Milton S. Hershey inauguró su fábrica, la primera en el mundo en producir barras chocolatadas en cadena y en cantidades industriales. Había nacido en 1857 en una familia oriunda del valle de Emmenthal, en Suiza (al fin y al cabo, otro país de tradición entre los creadores de chocolate). Como sus padres y muchos descendientes de inmigrantes de esa región, su lengua materna era el pennsilfaanisch, un dialecto alemán y suizo-alemán que es hablado hoy todavía por las comunidades vecinas de amish y menonitas.
La ciudad en sí no sería un destino turístico si no fuese por la fábrica y la figura de Hershey, todavía muy presente más de medio siglo después de su muerte. Sin embargo, a partir de los últimos meses del año se suma al atractivo del follaje otoñal de los bosques –el foliage es toda una ceremonia en el norte de Estados Unidos- el ambiente de las fiestas, primero con las decoraciones de Halloween y luego con las de Navidad. Es una estación muy concurrida en Hershey, durante la cual la ciudad se viste de luces todas las noches. Sus parques, su zoológico y su centro turístico son muy visitados los fines de semana, pero también son un buen destino en el día para los turistas de paso por Filadelfia, lo mismo que los pueblos vecinos de Lancaster (donde viven comunidades amish) y Strasburg (con sus locomotoras a vapor).
La calle principal de Hershey se llama Chocolate Avenue. Y no es todo, porque los faroles del centro... tienen la forma de los famosos Kisses, los “besos” de chocolate que hicieron famosa a la fábrica. En toda la ciudad no faltan ocasiones para probarlos y degustar la producción: incluso en las almohadas de los hoteles, donde en la ceremonia de apertura de cama se suelen dejar algunos Kisses para incitar al buen dormir. El detalle se repite en muchos hoteles del mundo, pero sin duda allí tiene un sabor muy especial.
CHOCOLATE Y DIVERSION La aventura de la fábrica y de la ciudad empezó con la Lancaster Caramel Company, la primera empresa de producción de dulces de Milton Hershey. Gracias al éxito de estas primeras golosinas semejantes al dulce de leche se lanzó a la construcción de su planta, alentado tras haber visto en la Exposición Universal de Chicago de 1893 una máquina alemana para fabricar barras de chocolate. La compró y se instaló en la granja donde nació; allí mismo en 1900 empezaría a vender con éxito chocolate con leche.
Esta historia se puede conocer en el museo local, uno de los edificios que forman el circuito de visitas junto con el histórico Hotel Hershey que el fundador de la fábrica construyó para dar trabajo a sus empleados durante la Gran Depresión de los años ‘30, a pesar de la crisis. El circuito sigue por el parque temático Chocolate World, el parque de atracciones Hershey Park y el zoológico. A diferencia de Vitória, en Brasil, donde sólo se ve parte de la planta de Garoto, o de Broc, en Suiza, donde se encuentra la planta histórica de Cailler (allí se fabricaron las primeras tabletas de la historia), en Hershey hay mucho para ver y hacer.
Empecemos por el museo entonces, para entender mejor la increíble trayectoria de este hijo de granjeros menonitas que se convirtió en un millonario magnate del chocolate y, como filántropo, hizo mucho por mejorar las condiciones de vida de sus empleados. Gracias a su fábrica, el chocolate con leche se democratizó en Estados Unidos: hasta entonces era un producto reservado a una elite, un producto de lujo importado desde Suiza. También se descubre aquí que sus barras estuvieron de los primeros productos de consumo masivo comercializados en todo el territorio estadounidense. El museo brinda al mismo tiempo mucha información sobre las colonias germánicas de Pennsylvania y los pueblos indios de la región. Sin embargo los honeymooners o mieleros prefieren los dos parques de atracciones... El Chocolate World tiene restaurantes, negocios y algunas atracciones como un cine 3D, un trencito que propone un viaje dentro del proceso de fabricación del chocolate, un tranvía histórico y, por supuesto, degustaciones.
El Hershey Park, por su parte, es un auténtico parque de diversiones al mejor estilo local. Abrió en 1907 para los empleados de la fábrica y desde entonces se convirtió en una verdadera atracción turística, con una decena de montañas rusas, un monorrail, un trencito y numerosos juegos. Queda en pie todavía el histórico carrusel. Como hay tanto para hacer y un día apenas alcanza para aprovechar el parque a pleno, muchos se quedan por el fin de semana y pernoctan en la ciudad.
FIESTAS En esta época Hershey se está preparando para vivir a pleno la Navidad y las fiestas de fin de año. La noche brilla, y no sólo en los parques y sobre Chocolate Avenue. El día en cambio se puede dedicar a otras propuestas: el zoológico (conocido sobre todo por su manada de lobos) o un tratamiento con chocolate en el spa del Hotel Hershey. Claro que no es todo; también hay muchos negocios especializados en todo el centro, y a menos de media hora de Chocolate Avenue está el parque Dutch Wonderland, también abundante en montañas rusas, juegos y atracciones, además de un parque de agua (abre durante el verano y las épocas de Halloween y Navidad). La fachada de su puerta de entrada, que simula un castillo medieval, parece haber sido construida especialmente para el lugar, pero en realidad fue obra de un granjero que cultivaba papas y dejó así un recuerdo de su habilidad.
Seguramente, después de un fin de semana entero en Hershey el visitante querrá descansar del chocolate por un tiempito. Pero los verdaderos fanáticos aseguran que nunca les ocurrió, aunque con el tiempo vayan cambiando los bombones por el spa. Para quien vaya y no quiera perderse nada, lo mejor es comprar un ticket de entrada para el Hershey Park que da acceso luego al Chocolate World y al zoológico, en lugar de comprar una entrada para cada uno. Lo que se ahorre puede volver en forma de Kisses, para comprobar si es cierto –como dice la leyenda– que tienen un sabor distinto si se los come en Hersheyz
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