Domingo, 17 de marzo de 2013 | Hoy
CHUBUT AVISTAJE DE FAUNA MARINA
La estrella de la baja temporada en Puerto Madryn es el avistaje de varias especies de delfines, una experiencia diferente para el otoño a punto de llegar en las aguas del Golfo Nuevo. Una aventura embarcada y dinámica, que transmite alegría y es todo un desafío para los amantes de la fotografía por la agilidad y los saltos propios de la especie.
Por Graciela Cutuli
Las ballenas todavía no volvieron: como todos los años, harán su regreso a fines de mayo y volverán a ser las reinas indiscutidas de las aguas chubutenses. Pero los delfines están todo el año en las aguas del Golfo Nuevo, y la baja temporada es una excelente época para las excursiones embarcadas que persiguen sus huellas por las costas de Puerto Madryn, ya que la ausencia de ballenas los convierte en la primera opción de fauna marina y la menor afluencia de gente permite salidas más tranquilas y menos concurridas. Además, a medida que la ampliación y diversificación de la oferta turística fue invitando a prolongar las estadías en la región, la salida dedicada exclusivamente a ver delfines se hizo más demandada y popular. Cada vez más visitantes eligen dedicarle medio día a uno de estos avistajes, que ya no libran al azar el encuentro con delfines, sino que siguen expresamente sus rutas más habituales para provocar el esperado hallazgo de los grupos de mamíferos marinos.
DE OCHO A TRESCIENTOS Fernando Alonso hizo avistajes embarcados de ballenas durante 18 años. Ahora es el capitán del Orión, un semirrígido de 12,5 metros de eslora con el que zarpa de Puerto Madryn en busca de delfines. Este año, la temporada se extiende hasta el 1º de junio (delfines hay todo el año, pero por el momento rigen esos plazos de habilitación): después será el turno de las ballenas. “Las salidas duran tres horas –explica Fernando–, durante las cuales se hace un recorrido hasta Punta Loma, donde se ven lobos marinos. Vale la pena tener en cuenta que durante la excursión se ve mucho más que delfines y lobos, porque también hay abundantes aves marinas, como cormoranes y gaviotines. Y en esta época, que coincide con la migración, se ven más todavía. Los gaviotines, por ejemplo, han migrado ya hacia la boca del Golfo Nuevo, hacia Punta Ninfa. Los cormoranes, en cambio, permanecen aproximadamente todo el año en el mismo lugar, con algunos desplazamientos –en función de la disponibilidad de alimento– en la temporada de nidificación. Y esta temporada también hemos visto muchos pingüinos en la costa, en grupos de cinco o diez, porque hay disponibilidad de alimento y aprovechan para pescar.”
La estrella de las aguas de Puerto Madryn es el acrobático delfín oscuro, que suele verse reunido en grupos que van de los ocho a los quince ejemplares, aunque a veces suman cientos “danzando” alrededor de las embarcaciones. La duda habitual de algunos pasajeros es si, como sucede con las ballenas, el avistaje de delfines también está “garantizado”: “Hemos tenido años con el ciento por ciento de efectividad en la salida, aunque naturalmente siempre dependemos mucho de la condición climática. Durante unos años notamos que con la presencia de embarcaciones muy grandes se corrían, pero en realidad creemos que se está moviendo el caladero de anchoas, es decir, los lugares por donde se desplazan los bancos de peces. Y con ellos los delfines en busca de alimento”, apunta Fernando.
Con años de experiencia a cuestas, el capitán del Orión descubrió la zona donde habitualmente se mueven los delfines. “No es una búsqueda azarosa –subraya–, sino que buscamos nuestros puntos de localización habitual y a partir de allí rastreamos. A veces están antes, a veces después. Además no siempre los delfines están comiendo, de modo que ahí comienza el oficio del dueño de la embarcación para ubicarlos.” Por supuesto, como con toda experiencia en la naturaleza también entran a jugar los imprevistos: si aparece un grupo de orcas, es esperable que los delfines se trasladen rápidamente hacia otro lado. También puede suceder que aparezcan otros animales en el área habitual de los delfines, como ballenas francas o de otras especies, que a veces entran en el Golfo Nuevo de forma casual: “En las temporadas 2007-2009 hubo unos 140 ejemplares de ballenas piloto que vivieron en el Golfo un mes y medio, hasta que se fueron. Las veíamos puntualmente cada día. Si bien son delfines también, pertenecen a otra familia y se ve que hacen ruidos diferentes, no les gustan los sonidos de los otros”.
AVISTAJES Y TECNICAS Si durante la salida se encuentran delfines alimentándose, la técnica del Orión consiste en avistarlos a varias decenas de metros: por un lado porque en esa actividad el animal no presta atención a los seres humanos que visitan su hábitat. Y por otro porque es importante que coman: si la embarcación pasa por encima del cardumen lo dispersa o, peor aún, los peces se reagrupan y se vuelven al fondo, duplicando para los delfines el trabajo de alimentarlos. “Es mucho mejor dejar que coman, porque después tienen mucha energía y se convierten en una verdadera máquina de saltar”, asegura el capitán.
El delfín oscuro, propio del Hemisferio Sur, es la especie más vista en la zona. Se lo conoce también como delfín de Fitz Roy, ya que Charles Darwin –que participaba como naturalista de la expedición al mando de Fitz Roy– fue el primero en describirlo y dibujarlo detalladamente. Pero no es el único: también hay en las aguas cercanas a Puerto Madryn delfines comunes –que se asocian con los oscuros porque ubican muy bien los bancos de peces– y algunas toninas overas, aunque esta especie es más de la zona de Rawson. También, en grupos apartados, es posible encontrarse con el clásico delfín nariz de botella, bastante más grande que el oscuro, que en general ronda los dos metros de largo y tiene el hocico más corto que el famoso Flipper. En cuanto al nombre, basta verlo para descubrir el motivo: el delfín oscuro no es negro, pero su lomo se confunde con el color gris pronunciado que toman las aguas patagónicas cuando el sol se oculta detrás de las nubes.
PARECIDOS Y DIFERENCIAS ¿Qué diferencias hay entre un avistaje de ballenas y uno de delfines, más allá de las obvias distinciones de especies y sus respectivos tamaños? “En Pirámides se hace un avistaje de ballenas bastante costero, en cambio nuestra navegación –aunque sigue siendo en el Golfo– ya se ubica a unas siete u ocho millas de la costa. Estamos más lejos –aclara Fernando– porque generalmente es por allí donde se mueven los grupos más grandes de delfines, que suelen andar en profundidades de entre 40 y 100 metros. El delfín oscuro es un delfín oceánico, y el Golfo Nuevo tiene una condición particular muy semejante a la parte oceánica del Mar Argentino. En estas aguas se alimentan de anchoítas, sardinas, calamaretes, caballas y sardinas de pequeño tamaño, así como otros miembros de la familia de ‘peces azules’, siempre pequeños.”
Para las salidas, los avistajes también tienen en cuenta el clima y los vientos, con la idea de generar una experiencia placentera para los navegantes: “Por ahí nos toca un grupo de conocedores o navegantes avezados, pero no siempre es así, y hay gente a quien le da ansiedad ver que se está alejando de la costa, no lo disfruta. Eso a veces genera mareos aunque el mar esté planchado. Pero el mareo se suele olvidar apenas se avista el primer delfín: es una especie dinámica, que está siempre moviéndose, saltando, recorriendo lugares, aunque no sea a mucha velocidad. Lo bueno es que andan en grupo, entonces no hace falta correrse a un lado u otro de la embarcación para verlos, como con las ballenas, porque están por todos lados”.
“La gente –subraya Fernando, asociado con Malena Firpo en el Proyecto Iris de avistaje de fauna marina– en general llega ansiosa, quiere verlos, ‘aunque sea uno’. Siempre agotamos nuestros recursos de conocimiento sobre la zona y los buscamos. Pero recomendamos que vengan con disponibilidad de tiempo, porque un avistaje se puede alargar por diversos motivos. En el mar, la autopista no siempre está despejada... Y priorizamos que la gente lo disfrute. El delfín produce mucha alegría, es algo extraño... a veces sacamos fotos de gente que los está mirando, y todos tienen cara de alegría. Cuando trabajaba con ballenas, lo primero que notaba era la expresión de ¡qué enorme este animal al lado de la embarcación! Ahora la gente está más familiarizada, y las embarcaciones son más grandes, de modo que ya saben que no pasa nada. Pero los delfines producen alegría, sobre todo alegría. Y hasta los chicos más chiquitos saben perfectamente qué es un delfín, aunque no hayan visto uno en su vida”.
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