Dom 19.05.2013
turismo

PARQUES DEL MUNDO VéRTIGO, ALTURA Y EXTREMOS

Montañas de diversión

Más extremos, más sorprendentes y más tecnológicos: los parques de diversiones que entretienen sólo a fuerza de montañas rusas y juegos de agua son cosas del pasado. Los parques del futuro, que invitan a borrar la frontera entre la diversión y el vértigo, ya llegaron y hacen furor en América del Norte, Asia y Europa.

› Por Graciela Cutuli

Hace algunas décadas el máximo de la aventura en materia de parques de diversiones eran las montañas rusas, para los más creciditos, y para los chicos algún juego nauseante como las tazas giratorias, que tuvieron su versión local en el Italpark y existen aún en el Mad Tea Party de Magic Kingdom. Fueron la diversión de su época, pero la pisada a fondo del acelerador que trajo el siglo XXI las hizo empalidecer: hoy lo que se usa es el extremo, la ¿diversión? al límite, la experiencia que mezcla la recreación con un buen susto o con lo bizarro. Si para muestra basta un botón, vayan algunos ejemplos: unas sillas que giran a toda velocidad, a casi 300 metros de altura, suspendidas sobre el vacío. Un reino en miniatura, donde todos los extras que andan por ahí son enanos que no superan el metro treinta de altura. Un jardín lleno de estatuas eróticas, envuelto en una música sugerente entrecortada por los gemidos. Se trata, respectivamente, del Insanity Ride de Las Vegas, el Imperio de los Enanos de China y el Jeju Loveland de Corea del Sur. Seguro que no les hacen sombra a los clásicos parques familiares de Disney, pero estos nuevos destinos se están haciendo un lugar en nombre de un entretenimiento diferente.

MAREO Y DIVERSIONEl Insanity Rider tiene bastante bien puesto el nombre, considerando que en esta atracción del Hotel Casino Stratosphere de Las Vegas la silla está suspendida a 274 metros y gira a 64 kilómetros por hora. La torre es la más alta de la ciudad y una de las más altas de Estados Unidos, con 350 metros en total: más que suficiente para regalarse un fantástico panorama de Las Vegas (Insanity incluido) desde el restaurante del último piso. El vértigo y la altura también se “disfrutan”, si así se puede decir, en las atracciones Big Shot (una caída libre desde lo alto del rascacielos) y Xscream, un vertiginoso recorrido en las alturas.

Por su parte, en Europa eligieron otra forma de desafiar la altura: es la que propone el Kernie’s Familienpark de Kalkar, en Alemania. A primera vista es un parque convencional con trencitos, montañas rusas, troncos de fantasía sobre canales artificiales, plazas de juegos para los chiquitos, hoteles, restaurantes con buena música por la noche y demás. Pero un detalle lo distingue entre los muchos parques que brotaron por doquier en Europa a partir de los años ‘80: su enorme muro de escalada. En realidad, se trata de la chimenea de una central nuclear que nunca fue puesta en funcionamiento. Luego de su abandono, fue reciclada como elemento central del parque de diversiones en los años ‘90: junto a este muro –que pudo haber sido la parte central de un reactor y ahora sirve de pista de entrenamiento para alpinistas– hay unas 40 atracciones, donde la más escalofriante es la Vertical Swing, un grupo de sillitas giratorias que sobresalen del interior de la torre y alcanzan 58 metros de altura, girando a toda velocidad.

VERTIGO AL AGUA La postal ya es un clásico de esa máxima no escrita por la cual, si Disney se lo propone, hará la magia realidad: en 1995 la compañía del ratón de orejas grandes abrió su segundo parque acuático en Orlando, y lo llamó Blizzard Beach. La idea es la de una estación de esquí que se derrite bajo el sol de Florida: aunque sin duda lo que más se derrite es el coraje de los visitantes a la vista de algunos de los juegos. Fiel al espíritu de Disneyworld, hasta los más mínimos detalles están cuidados para que la ilusión funcione en todo momento y lugar: con el toque extra de hallar allí el tobogán más rápido y alto del mundo. Lo era por lo menos en el momento de su inauguración, hasta que el Insano del Beach Park de Fortaleza, en Brasil, le quitó el título. Desde la cumbre de un pico cubierto de “nieves eternas”, los valientes se tiran por el tubo cerrado de este tobogán acuático que en una feroz carrera desciende 40 metros a unos 90 kilómetros por hora. Una ilusión del diseño del tobogán hace pensar que además el valiente corre el riesgo de salir disparado hacia afuera por el impulso, pero en realidad la inclinación del tobogán lo deposita en tierra... en apenas cuatro segundos.

MONTAÑAS RUSAS Se estima que actualmente hay algo menos de 2000 parques de atracción en todo el mundo: eran 1865 hasta el pasado 1º de enero, pero algunos nuevos ya abrieron sus puertas desde entonces. Y cada uno tiene por lo menos una montaña rusa, esa serie de curvas y contracurvas ensortijadas en altura que son amadas u odiadas, sin término medio. Los norteamericanos las llaman “roller coaster”, y los rusos –que les dieron origen con los viejos toboganes que usaban para divertirse con la nieve de sus largos inviernos– las conocen como “montañas americanas”. La tecnología permite construirlas con alturas y rulos cada vez más asombrosos, pero las viejas resisten y aún quedan unas 170 estructuras de madera en todo el mundo. Sin embargo, la montaña rusa de madera más grande del mundo es también la más nueva: fue construida en 1999 con las mismas técnicas de principios del siglo XX, se llama Roar y está en el parque Six Flags Discovery Kingdom de California. A su vez la más antigua todavía en funcionamiento data de 1914 y se la puede probar en el Tivoli de Copenhague, que ostenta el título de “parque de diversiones más antiguo del mundo”. Mientras tanto, muy cerca de Buenos Aires está el Desafío, la primera montaña rusa invertida de América latina, en el Parque de la Costa de Tigre.

De una punta a otra del mundo, estas áreas dedicadas a la diversión atraen una corriente turística propia: basta recordar el fenómeno Disney en Orlando y California, con sus versiones en París (donde son más visitados que la Torre Eiffel) o en Oriente. Y a veces lo hacen de modo original, como en los parques en miniatura, que existen en varios países para sentirse como Gulliver en Liliput: Francia tiene uno en las afueras de París, Suiza otro en Lugano, Madrid uno en la periferia. Y Lego, la famosa marca de ladrillitos plásticos, es especialista en la materia: su histórico parque se levanta en Billund, cerca de su fábrica danesa, desde 1968. Hay otros en San Diego (California), Orlando (Florida), Baviera (Alemania), cerca de Londres y en Malasia. Y un par más en construcción en Dubai y en Japón: al fin y al cabo, lo pequeño siempre es una atracción popular, como lo prueba el histórico “It’s a small world” de los parques de Disney.

De Liliput se puede pasar a Brobdingnag en el parque Siam de Tenerife, en las islas Canarias. Allí un dragón mide tanto como un edificio de varios pisos, y es el momento principal de una de las atracciones acuáticas de este sitio ambientado en el mítico Reino de Siam. Aunque relativamente nuevo –se inauguró en 2008–, tiene algunos records en su haber: un tobogán de 28 metros seguido por un túnel que pasa debajo de un estanque con tiburones, el río lento más largo del mundo y una pileta con olas artificiales que superan los tres metros. El agua, al fin y al cabo, es una de las mayores fuentes de diversión: y no será el Beijing Water Park el que demuestre lo contrario. Trece toboganes, una pileta y muchos juegos forman este parque, el más excéntrico de todos, en lo que fue el Water Cube, donde se desarrollaron las competencias de deportes acuáticos en los Juegos Olímpicos de Pekín. Al poco tiempo de terminar los Juegos, la instalación fue reciclada y decorada con medusas de colores pastel y burbujas que caen en cascada de los techos para crear un ambiente que está entre el manga y la pileta olímpica...

Sin sensaciones extremas (si no son espirituales) ni agua (si no es bendita), existen dos parques dedicados a la Tierra Santa que a despecho de los escépticos son verdaderos éxitos de convocatoria. Uno está en Buenos Aires (Tierra Santa) y el otro en Orlando, en Florida (Holy Land). En ambos se recrean escenas del mundo bíblico y de la vida de Jesús, con actores, construcciones y ambientaciones. Pero, en el otro extremo, la palma de la rareza se la lleva el Jeju Loveland, el primer parque temático erótico del mundo: está en Corea y exhibe estatuas más bien explícitas que invitan a sacar fotos (no aptas para todos los Facebook). Curiosamente, nació en esta isla coreana porque solía ser destino tradicional de las parejas de luna de miel, muchas veces después de matrimonios arreglados: así, los hoteles del lugar proponían juegos y actividades para “romper el hielo”... y de ahí al parque, que está a punto de cumplir diez años, hubo varios pasos (y años) más.

El Vertical Swing del Familienpark de Kalkar, en Alemania: sólo para osados sin vértigo.

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