SANTA CRUZ. MUSEO Y BAR DE HIELO EN EL CALAFATE
Un centro de interpretación del Campo de Hielo Patagónico y sus glaciares sirve para entender los porqué de ese misterioso mundo gélido, cuyo magnetismo atrae a viajeros de todo el planeta. Y un singular bar de hielo, donde la barra, los vasos, las mesas, sillas y paredes son de pura agua congelada.
› Por Julián Varsavsky
Fotos de Julián Varsavsky
En la sala de cine del Glaciarium diez personas observan la filmación de uno de los fenómenos naturales más espectaculares de la tierra. En la pantalla son las 7.10 de la tarde del 14 de marzo de 2004 y la cámara filma la más mediatizada de las últimas rupturas del glaciar Perito Moreno. Columnas de hielo con la altura de un edificio de 20 pisos se desprenden del frente del glaciar, caen en cámara lenta hacia adelante como un árbol, se hunden en el lago y emergen como un submarino, convertidas en un témpano que se va flotando por el canal.
En la imagen, el arco de hielo está a pleno, finísimo, a punto de colapsar por su propio peso, mientras siguen cayendo al agua trozos de su parte inferior. La transmisión –que fue en vivo para todo el globo– muestra el ruidoso paisaje concediendo un segundo de silencio. Los espectadores en el Glaciarium contienen la respiración... y el puente de hielo hace “crack”, desplomándose de un sopetón. Puntiagudos fragmentos de hielo vuelan por los aires, se levanta una ola gigante y la tierra vibra en un estruendo apocalíptico. Minutos después, desaparecido el puente blanco, casi no quedan rastros de la explosión, salvo una columna de hielo atascada en el continente que tardará meses en derretirse. Los espectadores abandonan la sala pasmados por esa imagen, la de un blanco cataclismo universal como no existe otro en la tierra.
El radiante cuerpo combado de este glaciar es el sueño blanco de millones de viajeros que cruzan océanos y luego la Argentina completa, casi hasta el final del continente, con el único objetivo de pararse frente al magnetismo del Perito Moreno. Pero antes de hacerlo, quizá sería bueno visitar el centro de interpretación Glaciarium, dedicado al hielo continental patagónico y sus glaciares.
EN LA ESTEPA A cinco minutos del centro de El Calafate el vehículo ingresa en las inmensidades de la pura estepa desierta y plana, el prototipo de la desolación patagónica con su aura de dolorosa belleza. Y en medio de la nada aparece un desconcertante edificio de asimétrica modernidad, que vagamente simula unos bloques de hielo gigantes. Es el Glaciarium, donde se intenta comprender ese universo de blancas transparencias que parece encerrar submundos velados a nuestros sentidos. Y para ello existen los científicos de una especialidad bastante poco conocida: la glaciología.
El director científico del Glaciarium es Pedro Skvarca, uno de los glaciólogos más importantes del sur del continente, con 45 años de estudios en la Patagonia y la Antártida. Bajo su dirección, Héctor Berra y su equipo se encargaron de diseñar los contenidos, traduciendo a un lenguaje de divulgación las complejidades de los hielos a través de videos, dioramas (combinación de fotos con escenografías), paneles y un túnel con 24 monitores que explican las consecuencias del cambio climático.
La visita es autoguiada, aunque hay dos asistentes que responden preguntas. El guión de la recorrida comienza por la pregunta elemental: ¿cómo se forma un glaciar? En un luminoso panel está la respuesta: la nieve es la materia prima de los glaciares a medida que se va acumulando. Por su propio peso la nieve se compacta, y en regiones templadas como la Patagonia en pocos años se convierte en hielo, incluso bajo pocos metros de acumulación. En cambio, en las regiones más frías de la Tierra, como la Antártida, se precisan 100 metros de profundidad con nieve y 2500 años para que la compactación produzca hielo y un glaciar. En el interior del hielo quedan burbujas de aire perfectamente selladas, cuyas moléculas se liberan al derretirse el hielo miles de años después.
¿POR QUE SE ROMPE EL PERITO MORENO? Esta es la gran pregunta que todo viajero quiere saber y debe estar saldada a la salida del Glaciarium, luego de ver varios paneles y siete videos. A diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los glaciares del mundo, que están en retroceso, el Perito Moreno está en equilibrio desde 1917; sin embargo, dentro de su equilibrio tiene fluctuaciones estacionales y en ocasiones forma un dique natural de hielo que impide el paso del agua del Brazo Rico/Sur hacia el lago Argentino a través del Canal de los Témpanos. El Brazo Rico queda endicado, y su nivel va subiendo: así hasta que, por el principio de flotabilidad de Arquímedes, la fuerza de empuje que ejerce el agua sobre el dique iguala su peso. Y cuando el hielo se despega en algún punto de su apoyo rocoso, comienza el proceso de filtración de agua que inicia el proceso de ruptura: este proceso de erosión, irreversible, forma un túnel que se agranda rápidamente por la caída de escamas de hielo desde la bóveda. El agua, por su parte, empieza a pasar como un torrente del Brazo Rico al Canal de los Témpano hasta el colapso final, que se produce cuando se derrumba el arco y desaparece el dique. El fenómeno genera la igualación de las aguas y la nueva comunicación del Brazo Rico con el Canal de los Témpanos.
Luego de la ruptura, la pared del glaciar comienza a avanzar otra vez hacia la península, y en un futuro impredecible de entre dos a cuatro años se desencadenará el proceso nuevamente. En los hechos, el Perito Moreno es el único glaciar en el mundo que se mantiene estable, siempre en el mismo lugar.
EL GLACIAR POR DENTRO El paisaje de cada glaciar va cambiando día a día por los efectos del sol, el viento, los cursos de agua y los rompimientos. Por ejemplo, una simple piedrita arrastrada por el glaciar puede formar en pocos días un agujero de hielo, conocido con el nombre de criocono. Esto ocurre porque las piedras calentadas por el sol derriten la superficie y van hundiéndose poco a poco hasta formar hoyos de un metro o más de profundidad. Luego puede ocurrir que alguno de los arroyitos que caracolean sobre los hielos pase justo por la abertura de un criocono y se forme una pequeña cascada que termine agrandando el hoyo. En pocas horas ese gran sumidero se convertirá en una atronadora garganta que traga centenares de litros de agua por minuto, llegando hasta la base misma del glaciar.
Una de las sorpresas mayores al recorrer las salas es saber que hay vida en el glaciar. Es la Andiperla willinki, un minúsculo insecto del orden de los plecópteros, con sus correspondientes seis patas y antenitas en la cola. La andiperla –o perla de los Andes– fue descubierta en la década del 50 y hasta ahora se la considera el único insecto que habita sobre la superficie del glaciar.
Lo cierto es que en el Glaciarium se descubren las claves del campo de hielo patagónico, un enorme relicto de la Era de las Glaciaciones, un fenómeno relacionado con el eje de rotación de la Tierra y su órbita de traslación. De hecho, en tiempos remotos prácticamente toda la provincia de Santa Cruz estaba cubierta de hielo, y si bien la última glaciación tuvo su punto máximo unos 20.000 años atrás, entre los años 1600 y 1830 se dio un fenómeno denominado Pequeña Edad del Hielo, que produjo un nuevo avance glaciar.
Así, finalmente, con la información en mano y luego de dos horas viendo maquetas, un documental en 3D, el video de un sobrevuelo en helicóptero por los glaciares filmado con la técnica Cineflex –una cámara que gira sobre su propio eje–, montajes escenográficos y exposiciones de fotos en una tecnologizada y didáctica burbuja de simulación, es hora ya de ir a ver el glaciar.
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