Domingo, 22 de septiembre de 2013 | Hoy
CHILE. TERMAS VOLCáNICAS
Sobre la ladera trasera de los volcanes Villarrica y Mocho Choshuenco, en el sur de Chile, se extiende un circuito que, a lo largo de tres tramos, ofrece todo tipo de termas: familiares, para parejas, tipo resort o con ofertas de ecoturismo. Siempre con el objetivo de lograr bienestar y dejar atrás por un tiempo la civilización.
Por Ignacio López
PRIMER TRAMO El primer tramo de este circuito termal comienza en Coñaripe, donde nace el ripiado camino Los Cajones que asciende por la precordillera. Después de 14 kilómetros se llega a las Termas de Vergara, que tienen seis piscinas de aguas minerales, algunas al aire libre –ideales para la recreación– y otras semitechadas, que mantienen el agua a 40C y son ideales para los días de lluvia y nieve. Una de las piscinas descubiertas tiene, además, un tobogán de 20 metros: pero si el objetivo es abrir más los poros, ahí están los “cajones” de madera, con temperaturas entre 40º y 47º C, que se han mantenido rústicos como en sus inicios, hace 14 años. Las Vergara se especializan en la familia: para ella están pensadas sus comodidades, como el restaurante –hecho de mañío y rocas volcánicas, con carnes como especialidad– y cuatro cabañas equipadas. Se ofrece también ecoturismo por los alrededores: trekking al salto del Buey de 90 metros, un circuito al glaciar Pichillancahue, en el volcán Villarrica, ubicado a tres kilómetros, y un canopy de tres tramos que pasa por encima de las termas.
TERMAS GEOMETRICAS A dos kilómetros del complejo anterior están las Termas Geométricas, que muchos consideran las más destacadas de la ruta. Su fama no es gratuita (tampoco la entrada, que depende del horario y es más accesible por la mañana). Las Geométricas se insertan en un microclima que se da en un estrecho cañón, a los pies del volcán Villarrica (aunque no se aprecia por lo tupido de la zona), repleto de enormes nalcas y un arroyo. Un escenario idílico para parejas.
El paisaje ha sido intervenido de modo minimalista, en especial por una pasarela de coihue que conecta sus 20 piscinas. Cuatro son de agua fría y el resto calientes, entre 35º y 45º C. Cada pozón es de baja altura, con fondo de piedras lajas y aguas ciento por ciento minerales. La idea es mimetizarse con la naturaleza pero con elegancia, desde la mañana hasta casi la medianoche, e incluyendo la opción de comer algo liviano en el quincho.
TERMAS EL RINCON La ruta sigue y la sucesión de termas no se detiene: a un kilómetro de las Geométricas surgen las Termas El Rincón, abiertas entre septiembre y mayo. El Rincón casi no tiene intervención humana y no le da énfasis a la decoración, salvo aquella que la misma selva valdiviana permite construir en distintos niveles, con el río Llancahue como matriz y la cascada Comahuida en su interior. Su piscina, cinco tinajas y tres pozones naturales tienen una relajada vista a este salto de 25 metros que cae a poca distancia. Una experiencia que se puede vivir en verano hasta la medianoche. Aquí las aguas termales conservan la temperatura con la que son extraídas de las napas (entre 37º y 39º C), sin mezclarse con otras aguas. A ello se le suma un spa que ofrece masajes tai y en agua, además de una cafetería con repostería y platos vegetarianos extraídos de un huerto propio. Junto a las termas, el baño se combina con la artesanía en la exhibición de telares de mujeres mapuches de una comunidad local.
SEGUNDO TRAMO Dieciséis kilómetros al sur de Coñaripe, por la ripiada Ruta 201, se encuentra la cuesta de Los Añiques. Desde su cumbre se obtiene la mejor vista de esta zona, con bosques y montañas por doquier, el lago Pellaifa a sus pies y a su lado dos termas que se complementan perfectamente, las Termas de Coñaripe y las Eco Termas Pellaifa.
En sus 20 años de existencia, las Termas de Coñaripe han apuntando a la confortabilidad, llegando a convertirse en un centro termal de tres estrellas. Un verdadero resort de aguas minerales que sobresale por la variedad de sus servicios. Sus seis piscinas van de los 38º a los 40º C: las hay tanto recreacionales como de introspección, una con fondo de barro, semitechadas, con hidromasajes y una inolvidable piscina dentro del spa, que se destaca por sus masajes de relajación y descontracturación, junto a terapias con piedras calientes, barro, miel, chocolate y vino. El spa y su piscina se pagan aparte; para lo demás existe una entrada que incluye piscinas y almuerzo en uno de los dos restaurantes, con especialidad en pastas. Y quien sienta la tentación de quedarse, puede hacerlo en el hotel de las termas, que cuentan con el sistema all inclusive.
Por su parte las Eco Termas Pellaifa están a mil metros de las Coñaripe, en un fundo de 500 hectáreas. Aquí no han descuidado las propiedades terapéuticas de sus aguas termales, insertas en cinco piscinas al aire libre y techadas. Incluso poseen la única piscina de puro barro de la ruta (42º C). Pero el ecoturismo es su gancho, con la mayor oferta outdoor del sector: una línea de 250 metros de canopy que cruza encima de las termas, kayak por el lago Pellaifa, trekking y cabalgatas bordeando el mismo lago o a una cascada escondida en la cuesta vecina. Está también la Ruta de la Miel, que lleva a conocer la elaboración y extracción de la miel creada en cajones de abejas instalados en el lugar. Aunque se pueden visitar por el día, las Eco Pellaifa dan para considerar una estadía mayor en sus exclusivas cabañas, que incluyen el ingreso a las piscinas.
TERCER TRAMO Dos características distinguen al pueblo de Liquiñe, 30 kilómetros al sur de Coñaripe. Una es la calidad de sus trabajos en madera, lo que se aprecia en su mercado artesanal, y lo otro es la gran cantidad de termas. Muchas rústicas, pero con un par que merecen ser consideradas.
Justo en el centro del pueblo se encuentran las Termas Río Liquiñe, que en sus 19 años de existencia han priorizado comodidad y atención. Para ello poseen una acogedora y refinada infraestructura de espacios amplios, tipo hostería, con una piscina termal de 15x30 metros, un selecto restaurante con comidas caseras, una cafetería que oficia de pub por la noche (imperdible la tabla con carne de jabalí, ciervo, salmón ahumado y queso), pulcros jardines y una costanera que corre junto al río Liquiñe que deja su impronta en el lugar. La idea es que el visitante no se mueva del recinto.
De hecho se apunta a una estadía prolongada en sus cabañas con baños termales e hidromasajes, derecho a piscina día y noche, salas de masajes con variadas terapias y un transfer que lleva a conocer alrededores como la Reserva Huilo Huilo, el lago Pirihueico y el paso fronterizo Carriñe.
Y entre todas las termas rústicas de Liquiñe, las Manquecura se distinguen por su estilo, con excelentes comodidades y rodeadas de exuberante naturaleza que se aprecia desde todos sus rincones, ya que están situadas encima de una colina. Aunque orientadas a la familia, son niños y adultos mayores quienes más disfrutan con la poca profundidad de su piscina al aire libre, dos semitechadas, una de ellas de barro y tinas termales hechas con troncos de coihue y abiertas hasta la medianoche. Ubicadas a dos kilómetros de Liquiñe, desde hace 15 años estas termas son un paseo ideal para realizarlo por el día, aunque son muchos los que se quedan a disfrutar de sus cabañas en un entorno natural que respira tranquilidadz
Informe: Julián Varsavsky
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