Domingo, 15 de diciembre de 2013 | Hoy
CHILE. LAGOS, VOLCANES Y TERMAS
El sur del estrecho país vecino está jalonado por un rosario de pintorescas localidades con lagos, ríos y volcanes. Un sinfín de paisajes y actividades de Pucón a la bucólica Aysén, donde la historia de la inmigración se funde con la cultura nativa y los relieves invitan a la aventura.
Por Mariana Lafont
Fotos de Mariana Lafont
El recorrido por el extremo sur de Chile puede empezar en Pucón, en la región de la Araucanía, que ofrece trekking, rafting en el río Trancura, canopy, cabalgatas, esquí, pesca y termas al pie del volcán Villarrica. A orillas del lago del mismo hombre, es el balneario lacustre más visitado de Chile y el punto de partida para escalar el humeante Villarrica (o Rucapillán), que mide 2847 metros y es el volcán más activo del país. Para quienes gozan las termas, en Pucón hay muchos complejos en medio de frondosos bosques nativos, como las termas de Huife, las de Menetúe o el Complejo Termal San Luis.
La siguiente comunidad, Panguipulli, significa en mapuche “tierra de leones”, pero por sus miles de rosales plantados se la conoce como “la ciudad de las rosas”. Situada en la mayor cuenca hidrográfica de Chile, su historia está estrechamente ligada con la industria maderera. Aquí también hay varias termas, abiertas todo el año, en la zona de Coñaripe y Liquiñe. Partiendo de Coñaripe, en tierras del Parque Nacional Villarrica, están las Termas Vergara. Un poco más adelante están las Termas Geométricas, en medio de una quebrada donde se ha combinado armónicamente arquitectura y naturaleza con pozones tallados en la roca. A 55 kilómetros de Panguipulli se encuentra Liquiñe, pequeño pueblo campesino que alberga ocho centros termales, como los de Carranco y Manquecura.
Si el destino no son los baños termales hay varios paseos diferentes. Una opción interesante (inclusive para volver a la Argentina) es ir a Puerto Fuy, pasando por Neltume, antiguo bastión maderero. En Puerto Fuy se toma el trasbordador Hua Hum y se cruza a San Martín de los Andes por el lago Pirihueico, rodeado de bellísimas montañas. Otra opción es ir a Choshuenco, a 44 kilómetros. Saliendo de Panguipulli se toma la ruta que bordea la costa del lago homónimo y se llega a la margen este, donde se encuentra este diminuto y tranquilo poblado. Desde allí se puede hacer pesca, rafting y kayak en las cristalinas aguas de los ríos Fuy y Enco.
Otro destino es Huilo Huilo, reserva biológica de 60.000 hectáreas que protege el bosque húmedo templado chileno. Para recorrerla hay muchos senderos de trekking. Una de ellas corre paralela al río Fuy y sus rápidos, donde se hace rafting y la mejor parte llega al espectacular salto Huilo Huilo. También hay cabalgatas, salidas en bicicleta y canopy para volar entre las copas de los árboles.
VALDIVIA Esta ciudad de ríos y humedales atrae por su caprichosa geografía y fácil acceso. Para recorrerla basta subirse a un bus, cruzar el Puente Valdivia y pasar por la Isla de Teja, donde está la Universidad Austral de Chile. En media hora se hacen 15 kilómetros hasta el mar. De camino se ven humedales llenos de aves, coloridos botes pesqueros, algas secándose al sol y algunos de los tantos fuertes que tuvo la ciudad. El primero se construyó en 1645 en la isla de Mancera y luego le siguieron Corral, Niebla, Amargos, Cruces y las fortalezas de San Carlos y El Molino. Tan grande y complejo fue el conjunto de castillos y fortificaciones que a Valdivia se la llamó “La llave del Mar del Sur”.
Para contemplar la exuberante selva valdiviana hay que visitar el Cerro Oncol, a 27 kilómetros de Valdivia por la ruta a Niebla. En verano es ideal para camping, canopy o caminatas a miradores con vistas privilegiadas de mar, cordillera y volcanes. Pegado a este parque está el Santuario de la Naturaleza Karl Anwandter, nacido a partir del brusco sismo de 1960, que hundió varios terrenos que luego se inundaron y originaron humedales. De regreso está el Mercado Fluvial, ubicado en un muelle colmado de pelícanos y lobos marinos sobre el río Valdivia, por donde pasan botes de remo, el deporte más tradicional de la ciudad. Por la noche, la bohemia está en la calle Esmeralda, ondulante arteria con muchos bares, como el concurrido Legado Jazz Bar. Valdivia tiene además una intensa vida cultural con conciertos, obras teatrales y festivales de cine, un movimiento alimentado por la influencia germana que llegó en 1850. Entre aquellos alemanes llegó Karl Anwandter, quien creó la cervecería que lleva su nombre: tiempo después la familia Kunstmann remontó la cervecería, convirtiéndola en la más popular de Valdivia.
PUERTO VARAS Esta apacible localidad a orillas del lago Llanquihue se halla bajo la mirada del volcán Osorno, inactivo desde hace más de 125 años. Si bien el volcán está a sólo 60 kilómetros de Puerto Varas, sus 2652 metros lo hacen visible desde toda la provincia de Osorno. Para los amantes del trekking, su cima es una tentación a la que se llega luego de seis horas de marcha por la vía sencilla de la ladera oeste.
El sur de Chile recibió desde mediados del siglo XIX colonos en su mayoría alemanes. En homenaje al gran impulso inmigratorio que Pérez Rosales había dado a la zona, el Parque Nacional más antiguo de Chile lleva su nombre. Esta reserva de 251.000 hectáreas preserva grandes extensiones de selva virgen y en su interior se encuentra el Lago de Todos los Santos, de color esmeralda, rodeado de tres imponentes volcanes: el Osorno, el Puntiagudo y el Tronador. Los jesuitas de Chiloé lo descubrieron buscando una ruta para instalar una misión en el lago Nahuel Huapi. La ruta se usó hasta 1718, cuando abandonaron la misión en la Argentina y el lago pasó al olvido hasta que fue redescubierto, a mediados del siglo XIX, por expedicionarios que habían ascendido al Osorno.
A pie o en bicicleta, vale la pena recorrer Puerto Varas para apreciar su distinguida arquitectura, con las infaltables tejuelas. Las más antiguas solían ser de alerce, pero hoy su tala está prohibida y se usan otras maderas. Hay una pequeña ruta en la que se ven las ocho casas más llamativas: Angulo, Gotschlich, Kuschel, Maldonado, Opitz, Raddatz, Yunge, Jüpner y la Casona Alemana. Siguiendo la costanera que bordea las aguas del Llanquihue, se llega a una loma con el frondoso Parque Philippi y un mirador con una espléndida vista de todo Puerto Varas.
CHILE INSULAR A medida que se avanza hacia el sur, Chile parece desmembrarse en un sinfín de islas. Para conocer la remota región de Aysén, lo ideal es navegar de Puerto Montt a Puerto Chacabuco, atravesando fiordos, canales y archipiélagos. La bucólica XI Región es la menos poblada de Chile y la llamada Ruta Cordillera de Naviera Austral toca varios puertos con un ferry que comunica esta zona insular pesquera y marisquera, prácticamente carente de medios de comunicación.
La primera parada es Chaitén, bellísima región ideal para trekking y actividades outdoors. Tomando un desvío 25 kilómetros al sur de Chaitén están las Termas de Amarillo, abiertas todo el año, y el Parque Pumalín, de Douglas Tompkins. El siguiente destino es Quellón, puerto principal de Chiloé y punto más austral de la Panamericana. Luego de varias horas se va rumbo a Melinka, en las Islas Guaitecas. Este vocablo ruso significa “queridita”, y era el sobrenombre de la esposa del inmigrante lituano F. A. Westhoff, que fundó la localidad en 1869, cuando se instaló para la tala de cipreses de las islas.
Para llegar a las Guaitecas se atraviesa el Golfo de Corcovado, en mar abierto y, con suerte, se ven ballenas. Hace 6000 años estos confines fueron habitados por indígenas canoeros que desaparecieron a fines del siglo XVIII. Como el trasbordador no se puede acercar a la costa, ancla a unos metros mientras el bote auxiliar lleva y trae pasajeros y mercaderías. De Melinka se sigue a Raúl Marín Balmaceda, pequeña población entre fiordos y con buena pesca. La siguiente parada es Meliyoyu, por el idílico Canal Refugio, siempre lleno de misteriosas nubes bajas. Aquí el mar es tan puro que sus aguas son ideales para las salmoneras. De allí se va a Puerto Gala, o Isla Toto, peculiar sitio ubicado en los canales Jacaf y Moraleda.
La parada en Puerto Cisnes es corta. Esta prolija comunidad se emplaza en una pequeña bahía del Canal Puyuhuapi, frente al Parque Nacional Isla Magdalena. Más adelante se llega a Puerto Aguirre, con sencillos pero pintorescos negocios pintados de colores y, finalmente, a Puerto Chacabuco, a tres horas de navegación. Desde aquí parten los catamaranes a Laguna San Rafael para ver los bloques de hielo que se desprenden del glaciar, ya que al sur del espejo de agua están los Campos de Hielo Norte.
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