CIUDAD DE BUENOS AIRES PASEOS TANGUEROS
Al compás del 2x4
En la porteña Buenos Aires existen dos paseos organizados con relación al tango. Un peregrinaje tanguero por los sitios clave de la historia del género, mini-recitales y bailes a la luz de la luna en lugares emblemáticos como Caminito. El Quinteto Real de Horacio Salgán en el Club del Vino.
Por Julián Varsavsky
Una vez, el mítico cantante y pianista cubano de raza negra Bola de Nieve se definió a sí mismo como un hombre triste que siempre estaba alegre. Y hubo quienes –como Victoria Ocampo– consideraron que el espíritu tanguero consistía en “alegrarse de estar triste”. Que el tango y el bolero tienen una filiación en común con la vieja “habanera” es algo casi fuera de discusión. Y entre sus diferencias está la faceta nostálgica del tango, mientras que el bolero está encadenado a lo romántico. A caballo de esta filosofía tanguera, que rinde culto a un pasado “glorioso”, existen en la ciudad de Buenos Aires dos tours organizados que recorren los lugares emblemáticos de la historia del género, incluyendo shows musicales y baile en los lugares históricos.
EL CIRCUITO CARLOS GARDEL La Subsecretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires organiza paseos gratuitos en ómnibus por los que vendrían a ser lo lugares sagrados del “mundo gardeliano”. Se comienza por el final, en el Cementerio de la Chacarita. Allí, frente a la tumba del Zorzal y al pie de su mausoleo de bronce, comienza la explicación de un guía turístico de la municipalidad porteña. Luego, el ómnibus tanguero pasa por el Hipódromo de Palermo y el Palais de Glace, dos sitios donde Gardel era un habitué infaltable.
El destino siguiente es el Luna Park. Desde allí partió la carroza fúnebre tirada por ocho caballos que llevó los restos de Gardel por la Avenida Corrientes –a contramano– hasta la Chacarita. La visita termina en el Museo-Casa Carlos Gardel, restaurado y abierto al público en marzo de este año. Justo a la vuelta, en el Pasaje Carlos Gardel –que desemboca en el Mercado del Abasto–, los tangueros de alma no resisten emprender algunos cortes y quebradas. Otros se quedan para disfrutar de los espectáculos callejeros que se realizan los fines de semana.
POR LOS BARRIOS Espacio Verde es una agencia de viajes que organiza todos los sábados a la noche una salida guiada en autobús que es un verdadero peregrinaje nostálgico por los principales lugares históricos de la ciudad relacionados con el tango. Lo original de la propuesta es que, durante el paseo, un dúo de guitarra y bandoneón y dos cantantes van evocando con su música los sitios emblemáticos que se recorren.
En ciertos puntos clave se desciende del ómnibus y una pareja de baile acompañada por los músicos ofrece un espectáculo al que se les suman algunos pasajeros. El minucioso relato histórico, que se remonta a los orígenes mismos del tango, no lo ofrece un improvisado sino Oscar del Priore, vicepresidente de la Academia Nacional del Tango.
El viaje por la historia del tango comienza en la Avenida de Mayo, a las puertas del Café Tortoni, donde el micro ya está listo para partir. Vamos rumbo a la “República de La Boca” y los músicos arrancan con una milonga que dice: “Yo nací en un conventillo de la calle Olavarría”, mientras transitamos por esa misma calle hacia el corazón de La Boca. En Caminito descendemos del vehículo y llega uno de los momentos clave del paseo. Alrededor de las 9 de la noche, en el turístico paseo no hay un alma. Rodeado de penumbras, Caminito parece recobrar su verdadera magia, la que inspiró el tango de Juan de Dios Filiberto que estamos escuchando mientras algunos se animan y bailan sobre el adoquinado.
La segunda parada es en la esquina de Suárez y Necochea, que a principios del siglo XX era “la meca” del tango, donde daban sus primeros conciertos Eduardo Arolas y Francisco Canaro. Allí escuchamos los versos de Cadícamo: “¿Dónde andará Pancho Alsina, dónde andará Balmaceda? Yo los espero en la esquina de Suárez y Necochea”.
Cuentan que el auge tanguero no duró mucho en La Boca. En la segunda década del siglo XX, el compás del 2x4 se trasladó a Palermo, y hacia allí nos dirigimos en medio de la noche, a una de las zonas más hermosas de la ciudad. Pasamos por el Palais de Glace, que en otros tiempos fue un famosocabaret de tango evocado por Cadícamo en alguna canción. Al pasar frente al Canal 7, el erudito guía relata que allí estaba Armenonville, donde debutó Carlos Gardel en 1915. Al lado estaba El Pabellón de las Rosas, y en los alrededores, otros salones y bares como El Velódromo, Lo de Hansen y El Tambito, donde actuaron Roberto Firpo, Arolas y Rocatagliata.
De aquellos sitios el único que conserva su arquitectura es El Tambito, ubicado a metros de la Av. del Libertador, en diagonal a la parte trasera del zoológico. Entre los jardines de Palermo, junto a esta pintoresca construcción de estilo inglés continúa el espectáculo de baile y música en vivo a la luz de un farol, en uno de los rincones más íntimos de Buenos Aires.
A finalizar la Primera Guerra Mundial, el tango se fue trasladando a los lugares céntricos de la ciudad, y por eso nos dirigimos ahora al Mercado del Abasto. En la calle Jean Jaurès está la casa-museo donde vivió Carlos Gardel con Doña Berta, su madre. En el trayecto pasamos por el Hipódromo de Palermo, escuchando “Por una cabeza”, justo cuando un jockey solitario camina por la pista llevando su caballo de las riendas. De lejos, cualquiera podría ver en él la figura de Leguisamo.
De acuerdo con la cronología histórica, el siguiente destino es la calle Corrientes, y nuestro guía tanguero hace referencia al Teatro Nacional y a todas las confiterías musicales que ya no están, como Empire (al 780), Sans Souci (al 955), Germinal (al 942), y por último nos detenemos un instante frente a la puerta del edificio de Corrientes 348 que inspiró el tango de Edgardo Donato y Carlos Lenzi.
El peregrinaje culmina donde comenzó: en el Tortoni. Y quien lo desee puede tomarse un feca y bajar al subsuelo para terminar la noche a todo tango.