SANTA CRUZ EL PERITO MORENO
Sólo con blanco y azul –el hielo y el agua– se dibuja uno de los más hermosos paisajes de la Argentina. El espléndido Glaciar Perito Moreno, que acaba de volver a impactar con el impresionante desplome de sus masas de hielo, y excursiones náuticas al Upsala y al Spegazzini.
› Por Graciela Cutuli
En el extremo sur de la Patagonia, donde la estepa empieza a transformarse en precordillera, donde las alturas sólo saben de soledad y de vientos que nunca cesan, la naturaleza tiene un secreto a voces: es la mágica conjunción de agua, hielos y bosques del Parque Nacional Los Glaciares. Ultimos jirones de los Hielos Continentales, el manto de nieves eternas que cubre esta porción de la cordillera, los glaciares Upsala, Agassiz, Onelli, Spegazzini y Perito Moreno, junto a muchos otros, son la rara sorpresa que espera a los turistas después de un largo trayecto de ripio desde la capital turística de la región, El Calafate, hasta el Parque Nacional.
Témpanos de nieve. Aunque la enorme
relevancia turística que adquirió en los últimos años
el Glaciar Perito Moreno –es uno de los emblemas de la Patagonia no sólo
entre los argentinos, sino también entre los extranjeros llegados de
los lugares más diversos–, dejó atrás las épocas
en que el viaje era una auténtica aventura, la visita a los Glaciares
sigue teniendo algo de aproximación a un mito. Aparentemente inmutable,
pese a que su agitada vida interior –que cruje desde siempre– hizo
eclosión hace pocos días con la gran ruptura, el gigante de hielo
es siempre igual y siempre distinto, gélido y conmovedor, inmenso pero
pequeño en la inmensidad mayor de los Andes.
Hace más medio siglo, en su novela Lago Argentino, Juan Goyanarte contaba
la expedición a la Patagonia austral –donde “los témpanos
flotan como veleros que dominan las aguas”– del pionero Martín
Arteche. Su descripción sigue siendo una de las más bellas de
los glaciares de la región: “Los icebergs de los mares helados
son pesados y desgarbados porque flotan conpartes de su volumen sumergidas y
sólo una fuera del agua.Los témpanos del Lago Argentino navegan
al revés, con la parte más pequeña en el agua, y el resto
sobre la superficie.Y obedecen al viento como si fueran copos de espuma, porque
no son bloques de hielo común.No están formados por la congelación
vulgar del agua. Son de una alcurnia más rancia.De sangre azul.Sólo
entra la nieve en su composición.La nieve que cayó en las altas
cumbres algunos milenios atrás, se petrificó con las temperaturas
muy bajas y luchó con la acción del tiempo sin alterarse.Después,
la gran serpiente de hielo levísimo inició su marcha de siglos
por el camino marcado en la quebrada, no tenía prisa en llegar al lago.
Cuando sedesprendía en bloques tremendos para vagabundear por las aguas
del lago, conservaba la gracia exquisita de lo ingrávido fuera cual fuese
la forma que adquiría en aquel último período de su vida”.
La ruptura del gigante. El Perito Moreno tiene
en la pared frontal una extensión de 4,5 kilómetros, y unos 30
kilómetros de profundidad: la superficie total es semejante a la de la
ciudad de Buenos Aires, pero no es su extensión sino las espectaculares
vistas de sus agujas de hielo de casi 100 metros de altura –vistas posibles
gracias a la cercanía de las pasarelas, en tanto otros glaciares de los
más de 300 que tiene la zona se admiran desde mucho más lejos–
lo que impresiona e intimida. Como intimida el estruendo de los bloques de hielo
al caer sobre el lago.
El avance o retroceso del Perito Moreno, considerado durante muchos años
como el único glaciar del mundo en avance, es un tema de debate entre
los especialistas. Mientras tanto, los turistas disfrutan del espectáculo.
El espectacular derrumbe es la culminación de un proceso muy lento, que
comienza con el avance del hielo sobre el Lago Argentino y las laderas de la
Península de Magallanes. El resultado es una suerte de compuerta natural
que no permite el libre desagote de los brazos del lago, y que genera por lo
tanto una notable diferencia de altura en las aguas de esos brazos y el resto
de la superficie lacustre. El agua socava el hielo y provoca una inmensa presión,
que cede cuando finalmente el gigante de hielo se da por
vencido y desprende inmensos bloques sobre las aguas, convertidos en témpanos
a la deriva listos para ser capturados porinfinidad de cámaras fotográficas.
Al caer, los témpanos provocan grandes olas, por eso –y por razones
de conservación del ambiente– está recomendado no abandonar
nunca las pasarelas de visita, desde donde la vista es lo suficientemente impresionante.
El avance del glaciar y el consecuente derrumbe fue regular –cada cuatro
años aproximadamente– durante mucho tiempo, pero luego se interrumpió
durante más de una década, hasta que el espectáculo volvió
a producirse pocos días atrás.
Trekking sobre hielo. Para los que no se conforman sólo con mirarlo, el Perito Moreno también puede caminarse. Una de las excursiones favoritas de los amantes del turismo aventura es el “minitrekking” sobre el glaciar, que en realidad requiere poco esfuerzo y por lo tanto es apta para todo tipo de público. El primer tramo es la navegación en bote neumático para cruzar el brazo Rico desde la Península de Magallanes hacia la otra orilla; una vez desembarcado, se camina por la costa hasta la margen sur del glaciar. A la hora de treparse a los hielos, hay que estar bien equipado con grampones metálicos que se colocan bajo el calzado, para no caer sobre la resbaladiza superficie. Al principio cuesta afirmar el paso, pero rápidamente la increíble belleza del entorno hace olvidar todo lo que no sean los intensos azules del hielo, las grietas por cuyo fondo se divisa el agua, el blanco cegador de la nieve compactada desde tiempos inmemoriales. El minitrekking termina con una caminata por el bosque, entre las lengas, ñires y guindos que le ponen el sello distintivo a este rincón patagónico. En otoño, los rojos y naranjas se vuelven infinitos, y el paisaje adquiere calidez gracias al contraste de los dorados y amarillos del bosque con la inmaculada blancura del Perito Moreno.
Otros glaciares. Además del Perito Moreno,
la estrella del Parque Nacional, desde El Calafate se visitan otros glaciares,
que ofrecen una perspectiva distinta y merecen la excursión. Es muy interesante,
entre las opciones habituales, la visita lacustre a los glaciares Upsala y Onelli:
se parte de Puerto Bandera para navegar luego hasta el brazo Upsala del Lago
Argentino, donde aparece imponente el frente del glaciar Upsala, el más
extenso de todos. Aunque se lo ve a más distancia que el Perito Moreno,
al divisarlo desde el nivel del agua se cobra conciencia de la importancia de
su altura. Además, las naves que realizan la excursión navegan
todo el tiempo entre los témpanos desprendidos de la masa de hielo, que
flotan a la deriva sobre las aguas del lago. En el centro del glaciar se divisa
la morena (o morrena), una estela oscura formada por los trozos de roca que
los hielos fueron arrastrando a su paso, y que quedaron atrapados cuando dos
lenguas confluyeron en su avance. Este glaciar también puede visitarse
a pie, desde la Estancia María Cristina.
Quienes van por vía lacustre desembarcan luego en Bahía Onelli
y caminan algunos cientos de metros por el bosque hasta llegar a la laguna Onelli,
donde desembocan tres glaciares: el Onelli, Agassiz y Bolados. Más allá
aún se divisa el glaciar Spegazzini, alimentado a su vez por tres glaciares
menores, el Spegazzini central, el Peineta y el Mayo norte. Aunque el verano
es la temporada alta de este Parque Nacional, donde el clima es muy riguroso
en invierno, visitarlo en cualquier época del año permite descubrir
la hermosura de la región, ya sea bajo los cielos plomizos del invierno
o bajo el celeste diáfano de los cielos sin nubes que se ciernen en verano
sobre las paredes de hielo.
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