Domingo, 20 de junio de 2004 | Hoy
PUERTO MADRYN COMIENZA LA TEMPORADA DE BALLENAS
El viernes pasado se lanzó en Puerto Pirámides la temporada de ballenas. Pero ellas, las estrellas del lugar, ya están presentes desde hace días: son las ballenas francas australes que se pasean frente a la Península Valdés.
Fieles como pocas, ellas siempre vuelven. En esta época del año,
cuando los vientos patagónicos soplan con intensidad sobre la Península
Valdés, desde el agua ellas empiezan a saludar alegremente sacando la
cola. Para homenajearlas, el único pueblo de Península Valdés,
Puerto Pirámides, decidió este año declarar a una de ellas
llamada “Buena Fe” como “ciudadana ilustre” y “embajadora
itinerante”. Esta ballena tiene 14 años y es madre de seis ballenatos.
Desde Puerto Pirámides parten todos los días desde ahora y hasta
diciembre las excursiones de avistaje de ballenas. La ballena franca austral
es la gran estrella de la temporada en Puerto Madryn y la península,
sobre todo este año en el que se espera una gran afluencia de turistas:
ellas, lejos de alejarse, parecen disfrutar de la curiosidad humana. Turistas
y ballenas en las aguas del Golfo Nuevo son, al fin y al cabo, un espectáculo
recíproco.
Rumbo sur Puerto Madryn y Trelew son
las principales ciudades elegidas por los turistas como base para los avistajes
y otras excursiones por la zona: cada una tiene su carácter particular,
además de las atracciones específicas que son el Museo Paleontológico
Egidio Feruglio de Trelew, consagrado a los dinosaurios, y el EcoCentro de Puerto
Madryn, un verdadero centro de interpretación sobre la vida marítima
y la geografía de la región. Pero el verdadero punto de partida
de los avistajes es el pequeño pueblo de Puerto Pirámides, una
aldea marítima que nació a principios del siglo XX, cuando prosperaban
la extracción de sal de la península y la caza de lobos marinos.
En esta apartada región había entonces un tren de trocha angosta
–el Ferrocarril Península Valdés– y hoteles de dos
pisos, además de varios comercios. Hoy día Puerto Pirámides
es más pequeño pero encantador, y su crecimiento está controlado
para proteger la naturaleza virgen que la rodea. La aldea les debe el nombre
a sus acantilados, que recuerdan por el color y la forma las pirámides
egipcias: sólo que aquí se está realmente al borde del
mar, y las verdaderas protagonistas son las ballenas francas australes.
Los avistajes se realizan diariamente y pueden contratarse con los operadores
de Puerto Madryn y Trelew, o directamente en la playa de Puerto Pirámides.
En esta época puede suceder todavía que el fuerte viento alborote
el mar e impida los avistajes embarcados: conviene informarse antes de emprender
la excursión, pero generalmente no hay inconvenientes para disfrutar
de la gran aventura de las ballenas. Durante todo el día, las embarcaciones
de distintos tamaños se adentran en las aguas del Golfo Nuevo, y hasta
el atardecer las ballenas brindan su espectáculo. No sólo no se
muestran molestas por la presencia de los curiosos seres humanos, sino que también
ellas parecen curiosas, y no dudan en pasearse a pocos metros, saltando espectacularmente,
exhibiendo la cola inmóvil fuera del agua durante minutos, y pasando
por debajo de las embarcaciones. Los timoneles las conocen bien: año
a año las ven llegar con sus crías o dar a luz sus ballenatos,
“pequeños” bebés ballena de cinco metros de largo
que toman nada menos que 200 litros de leche diarios. La especie se distingue
de otras ballenas de otros mares del mundo por el típico chorro en V
de aire vaporizado que suelta por los espiráculos, y los científicos
pueden distinguirlas unas de otras gracias a las callosidades que tienen en
el lugar donde los seres humanos tendrían las cejas y la barba: estas
callosidades son distintas en cada animal, y conforman por lo tanto una particular
huella de identidad que permite saber año a año quiénes
y cuándo regresan a las aguas de Península Valdés.
Avistaje de toninas Además
de las ballenas, auténticos “pesos pesado” del turismo de
Puerto Madryn, se organizan en el lugar cada vez más excursiones de “birdwatching”
o avistaje de aves, ya que la riquísima avifauna de la zona es ideal
para quienes gustan de salir con sus binoculares a fotografiar aves de toda
clase. Además se realizan avistajes embarcados de toninas overas. Estos
pequeños delfines se encuentran en las aguas en torno de la Península
Valdés y constituyen un auténtico espectáculo cuando nadan
en grupo siguiendo o precediendo a las embarcaciones. Vale la pena salir a buscarlos,
especialmente en las aguas del golfo, pero a veces el avistaje es simplemente
una yapa de la excursión de las ballenas: simplemente están allí,
saltando alegremente con sus lomos blancos y grisáceos en contraste con
el azul del mar. Las toninas overas miden hasta 1,60 metro de largo, y pesan
unos 50 kilos: no es fácil fotografiarlas por su rapidez, pero vale la
pena hacer el intento durante los avistajes.
Dejando atrás Puerto Pirámides hay que visitar también
el resto de la Península Valdés para conocer los apostaderos de
lobos marinos y elefantes marinos que se encuentran en Punta Delgada, Caleta
Valdés y Punta Norte. En el camino entre Puerto Pirámides y Punta
Delgada, por la parte sur de la península, se divisan también
la Salina Chica y la Salina Grande, una rara depresión donde la altura
del terreno llega a los 42 metros bajo el nivel del mar. En el sector norte
de la península, los golfos San José y San Matías también
son refugio de ballenas, y en los últimos años empiezan a organizarse
también allí pequeñas redes de avistaje y otras excursiones
de aventura junto a las costas patagónicas.
Pero las ballenas no sólo se ven desde el agua: Puerto Madryn tiene también
una playa ideal para avistajes que vale la pena visitar, El Doradillo, 18 kilómetros
al norte de la ciudad. Allí, a pocos metros de la costa, nadan tranquilamente
las ballenas y sus crías, y pueden verse a simple vista con toda claridad.
Esta zona es un área natural de reproducción, elegida por los
cetáceos por la tranquilidad y mayor calidez de las aguas: desde la extensión
de arena, o desde los montículos que bordean la playa, el panorama es
bellísimo y permite divisar o fotografiar a las ballenas con total tranquilidad.
Cualquiera sea el lugar elegido, el espectáculo siempre lo ponen ellas,
las ballenas: y a lo grande
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