Domingo, 27 de junio de 2004 | Hoy
JUJUY ECOTURISMO CULTURAL INDíGENA EN EL NOA
La comunidad de Hornaditas, cercana al pueblo de Humahuaca, rescata sus raíces y comparte sus tradiciones con los viajeros que recorren la Quebrada. Una alternativa para conocer historias y misterios de la cultura del Altiplano.
Los proyectos de turismo cultural en las provincias del NOA están en
marcha. En Jujuy, la comunidad del pueblo de Hornaditas, cercano a Humahuaca,
ofrece a los turistas su ancestral cultura para compartir sus fiestas, bailando
y entonando coplas de agradecimiento y homenajes al churqui y al cardón,
dos especies de la zona. Además de preparar alimentos, ordeñar
la cabra, pastar las ovejas y cosechar la siembra. La recompensa es tirarse
adormecido a contemplar las estrellas y regresar con la memoria de la hospitalidad
de quienes han puesto en orden al día y a la noche.
“Estamos para hacer conocer todo lo que tenemos en casa, en nuestro lugar”,
asegura Severiano Lamas, un reconocido dirigente colla que preside actualmente
el Foro de Turismo Indígena del NOA. Y parte de ese todo incluye la sabiduría
y el respeto a la Pachamama. Esta fiesta popular es sagrada tanto como la madre
tierra y la necesidad de nombrar cada cosa para no perder ninguna. En este caso,
haber encontrado la especie única de un cardón, uno de los más
grandes de la Quebrada, y un churqui, custodiado por ancestros desde hace 500
años. Se ha elegido la víspera de comadres para tal celebración,
que siempre es un jueves anterior al inicio del Carnaval grande de la Quebrada,
y la algarabía reina en el pueblo.
Pero primero hay que pedir permiso a la Pachamama. Abrir su boca y agradecerle
las lluvias, las frutas, los choclos y las siembras. Son momentos de dar gracias
por todo lo que concedió en el año y es en agradecimiento a ella
que se declara la fiesta. A partir de allí, el colorido y los sonidos
acompañan las ofrendas donde no falta la chicha, el maíz, la cerveza
y el tabaco, ni la presencia de todos los caciques de Humahuaca con sus veinticinco
comunidades.
“De cada lugar asiste un grupo de hermanos con sus costumbres. Algunos
con erkenchos, otros con banderas y con cajas. Allí nos encontramos,
a compartir contrapuntos y tonadas, con sus pequeñas diferencias.”
Las coplas a la madre tierra, al sol, al cardón y al churqui a través
de cantos y ceremonias, devuelven nombres olvidados que se quedan para siempre,
con tonadas que suben por la Quebrada.
Un grupo de invitados ha pasado la noche en el pueblo y allí han surgido
los relatos de historias, de saqueos, que remiten a recorridos por sitios arqueológicos
sagrados, “especialmente los cementerios, donde descansan nuestros abuelos
indígenas”, según cuenta Severiano Lamas. “Queremos
que todo hermano que venga sepa cuál es el valor de esto, de la riqueza
tan grande que tenemos y teníamos, y de lo poco que queda.”
Cuando los dioses descienden, comparten aromáticas comidas que revelan
costumbres populares de confraternizar y compartir alimentos e ideas. Y así
la sopa con el charqui majada, la carne de cordero y de llama que resulta del
intercambio del maíz, la molienda, el chircán, la harina molida
de trigo y la chicha, celebran la euforia y la alegría.
“Estas fiestas intentan recuperar y transmitir lo nuestro. Todo lo que
tenemos para ofrecer y compartir con el hermano turista”, asegura Severiano.
“Nosotros queremos eso. Por eso no dejamos de ofrecerlo, de cocinar, cosechar
juntos y hasta de limpiar las acequias para el riego. Queremos hacer conocer
nuestras costumbres y que ese hermano se sienta como en su casa.”
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