Dom 06.03.2005
turismo

NEUQUEN BUCEO EN EL LAGO LáCAR

El bosque sumergido

El lago Lácar es uno de los pocos lugares de la Patagonia donde se realizan bautismos de buceo. Cualquier persona sin conocimiento previo puede hacerlo, mientras que los expertos tienen la alternativa del lago Traful, donde disfrutarán de un paseo submarino en medio de un bosque sumergido cuyos árboles permanecen de pie.

› Por Julián Varsavsky

Una de las ventajas principales de bucear en el lago Lácar para un inexperto es la posibilidad de empezar en la orilla para ir alejándose de a poco, a medida que se gana confianza. Si bien la excursión comienza en lancha, no es para tirarse al agua en medio del lago sino para ir hasta El Rincón, un recodo muy reparado con una playita de ensueño al pie de la montaña. Allí comienza la clase, con el agua hasta la cintura, y el novato se dedica a dar sus primeros pasos con la torpeza de un recién nacido.
En primer lugar se practica todo el tiempo necesario para ganar confianza (en última instancia sólo se trata de sentirse seguro). Y más tarde los nuevos buceadores se internan en las profundidades del lago para disfrutar de una experiencia cargada con la adrenalina de la primera vez.
Ya estamos listos para sumergirnos en serio, y una vez bajo las aguas el guía nos realiza una “marca personal” que en lugar de ser molesta nos otorga seguridad. Entonces apretamos el botoncito que desinfla nuestro chaleco y en un instante descendemos cinco metros por debajo de la superficie, que se ve desde abajo como si fuese un cielo (debajo del cielo). La nueva dimensión es absoluta: estamos nadando, pero la sensación es la de flotar en el aire moviéndose en cámara lenta. El único sonido que existe es el burbujeo al expirar, y luego no hay más que un silencio sepulcral. La respiración es lenta y profunda, y el único aroma es el de la goma de la máscara, que debido a su marco sólo nos permite mirar al frente.
Lo primero que llama la atención bajo el agua es que el suelo del fondo cae a pique de manera vertical a escasos metros de la costa, abriéndose a nuestros pies como un abismo sin fin. Y es lógico, porque en verdad estamos en la ladera sumergida de una escarpada montaña con pared de piedra, que forma parte de un valle gigantesco que alguna vez estuvo ocupado por un glaciar.

Restos de un naufragio
A poco tiempo de haber comenzado a explorar el submundo lacustre aparecen los restos de un barco de madera que mide 13 metros de largo, hundido hace dos décadas. El barco quedó en una posición perpendicular al fondo, o sea que parece estar semiparado, abarcando una profundidad que va de los 4 a los 16 metros. Luego volvemos a acercarnos al borde del lago –en un sector donde no hay playa– para encontrar una pared recta de piedra que está bajo las aguas. Husmeando por esas paredes descubrimos algunos cangrejos y mejillones, una pequeña cueva y árboles gigantes que alguna vez se desplomaron por la ladera. Cuando el sol está a pleno sobre el lago, la pared de la montaña brilla con unos destellos dorados por los minerales. La fauna es escasa, pero por lo general uno se cruza con algunas truchas y percas formando pequeños cardúmenes. La duración del buceo depende de cómo se sienta cada uno, y oscila entre 15 y 30 minutos en total.
De acuerdo con las condiciones climáticas de cada día, el buceo en el lago Lácar se realiza en otros lugares como por ejemplo La Islita. En esta isla de 150 metros cuadrados lo singular del mundo subacuático son unos grandes escalones de roca –como los de un anfiteatro–, a través de los cuales uno va descendiendo de a poco para luego rodear casi toda la isla.
El tercer sector del lago Lácar que se utiliza para bucear es conocido como Yuco y está compuesto por tres bahías con aguas muy calmas y transparentes donde también hay escalones de roca muy grandes, que miden entre 6 y 10 metros de alto cada uno.
Un dato importante a tener en cuenta sobre este bautismo de buceo es el precio ($ 50), que está muy por debajo de lo que se cobra internacionalmente por esta clase de servicio. Además, la temperatura en verano oscila entre los 18 y los 21 grados centígrados.

Un bosque sumergido
El espectáculo mayor del buceo en toda la zona del sur neuquino es el bosque sumergido del lago Traful. En este caso se requiere tener alguna experiencia previa en buceo. Lo extraño de este lugar es que en el fondo del lago hay un bosque con árboles de hasta 35 metros de altura que permanecen de pie. Y la explicación es que, resultado de un terremoto, un segmento completo de la ladera de la montaña se desplazó hasta el fondo del lago. De esa forma uno puede bucear entre un centenar de cipreses como si en verdad estuviésemos volando plácidamente entre la copa de los árboles de un bosque. Esta excursión cuesta $ 150 incluyendo los traslados desde San Martín.
Existe también otra excursión de buceo un poco distinta en el lago Epulafquen, en un sector conocido como El Escorial, que es un río de lava volcánica que ingresó en el lago hace 400 años y se solidificó, dando como resultado unas extrañas formaciones de basalto. La piedra volcánica cobra distintos colores y también forma unas cuevas misteriosas. Esta excursión cuesta $ 150.

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