TURISMO TERMAL I DE LA MESOPOTAMIA A LOS ANDES
Un poco de relax
La “industria del turismo termal” es un fenómeno aún en sus comienzos en nuestro país, excepto algunos centros ya tan consagrados como Río Hondo. Sin embargo, de la Mesopotamia a los Andes hay una enorme riqueza y diversidad de benéficas y balsámicas aguas.
Por Graciela Cutuli
La Argentina tiene un enorme potencial en aguas termales. No sólo a lo largo de la Cordillera o en las Sierras, también en las llanuras de la Mesopotamia, a orillas del río Uruguay, muchos centros termales eran conocidos ya antes de la Conquista y sus aguas eran apreciadas por los indígenas. Sin embargo, mientras en los países europeos el turismo termal es toda una industria, en muchos casos esta actividad recién se está empezando a desarrollar en nuestro país, y puede ser uno de sus principales atractivos, junto con las reservas naturales, la pesca, el esquí, el avistaje de fauna o el turismo cultural.
Frente al Uruguay Las termas de Entre Ríos son una verdadera curiosidad geotérmica. Si bien uno espera encontrar aguas termales brotando de sierras o el pie de montañas y volcanes, es más raro en la llanura, y más aún casi a orillas de un río tan caudaloso como el Uruguay. Sin embargo, en el noreste de la provincia de Entre Ríos se encuentran tres complejos termales que están entre los más concurridos del país: Colón, Concordia y Federación. Las aguas brotan desde pozos muy profundos que están en contacto con capas del subsuelo donde existe actividad geotérmica.
La ciudad de Colón fue centro de una importante migración proveniente de los Alpes, tanto del Valais suizo como de la Saboya francesa. Se recuerda a estos pioneros en el nombre de algunas calles o de molinos, como el Forclaz, situado en las afueras de la ciudad. Con el desarrollo de la actividad turística en la región, se pensó en aprovechar las aguas termales: así hoy el complejo termal, al norte de la ciudad, cuenta con unas diez piletas de aguas de diferentes temperaturas, procedentes de un pozo que se adentra en el suelo a más de un kilómetro y medio. Las aguas contienen sodio, cloruro, potasio y fosfato.
Sin embargo, para quien quiera mezclar turismo termal con turismo más convencional, la mejor propuesta desde Colón es una visita al Parque Nacional El Palmar, que se encuentra entre Colón y Concordia. Esta segunda ciudad es otro de los centros termales de Entre Ríos, con cinco piletas de aguas templadas y calientes que surgen del suelo a 46ºC y tienen virtudes terapeúticas para afecciones dérmicas. El centro no llega a ser un complejo, como los precedentes, pero cuenta con buenos servicios. En Concordia no hay que dejar de conocer las ruinas del Castillo San Carlos, que sirve de telón a un episodio de Terre des Hommes, una de las novelas de Saint Exupéry, que frecuentó la región. El castillo tiene una historia tan excéntrica y un final tan misterioso como su dueño, un conde francés que se lanzó a la industria de las conservas alrededor de 1880 y levantó este lujoso castillo, luego abandonado, saqueado y incendiado tras la vuelta a Europa de sus dueños.
El último centro a orillas del Uruguay es Federación, una de las ciudades más jóvenes del país, inaugurada en 1979 (se trata en realidad de la tercera fundación de una ciudad que nació en 1750), cuando la vieja población quedó bajo las aguas de la represa de Salto Grande. Su flamante complejo se promociona como el Primer Pozo de Aguas Termales de la Mesopotamia y cuenta con nueve piletas de aguas de unos 40ºC.
Al pie de los volcanes A lo largo de los Andes, desde Neuquén y hacia el norte, hay toda una sucesión de centros termales cuyos orígenes están vinculados con la actividad volcánica de estas regiones.
Las más famosas termas de Neuquén son las de Copahue, muy cerca de la villa de Caviahue. El Centro de Balneoterapia de Copahue es un complejo edilicio muy importante que funciona con numerosos servicios, incluyendo bancos y peluquerías. Las aguas tienen temperaturas que van de los 25 a los 70ºC. En las afueras de Copahue hay un tercer lugar con aguas termales, menos conocido, pero que vale la visita por el extraño tono que le dan sus fumarolas al paisaje: Las Maquinitas. Si bien las Termas de Copahue son las más reconocidas, incluso a nivel internacional, en la provincia neuquina hay otros lugares que cuentan con actividad termal: el Parque Lanín y Andacollo, al pie del Volcán Domuyo. Las aguas termales de Epulafquen se encuentran a orillas del lago del mismo nombre, que es en realidad como un brazo del lago Huechulafquen. El resurgimiento de aguas hipotermales se conoce como Baños de Epulafquen, al que se puede acceder por un camino consolidado, unos 70 kilómetros al oeste de Junín de los Andes.
Al pie del dormido volcán Domuyo, Villa Aguas Calientes es un caserío que funciona como centro de turismo aventura y centro termal. Las aguas, muy calientes, corren en arroyitos llenos de algas. La temperatura del agua puede alcanzar los 80ºC y los baños se toman directamente en los arroyos. En esta zona se encuentran los únicos géiseres de la Argentina.
En el sur de Mendoza, la región situada entre Malargüe y San Rafael cuenta con varios lugares con agua termal. El Sosneado es apenas un pueblito, a orillas del río Atuel. Sus aguas termales sulfurosas brotan en piletas naturales. No queda nada del Hotel Termas El Sosneado, que fue destruido por un alud: sólo se ven algunas de sus ruinas, y hoy las infraestructuras de este “centro” termal son muy precarias. En camino hacia Las Leñas, el segundo centro termal de la región es el de Los Molles, que cuenta con piletas individuales, y tres hosterías. Las aguas brotan a temperaturas de entre 36 y 48ºC y tienen virtudes curativas contra reumas, artrosis y ciática.
Al sur de la ciudad de Mendoza, hay aguas termales en San Carlos (en Chillante, Capiz y Las Peñas), en Tupungato (Altos Verdes) y en Luján de Cuyo (Lunlunta). Pero las más importantes termas vecinas a la capital mendocina se encuentran al norte y noroeste. El Centro Climático Termal Cacheuta propone baños termales individuales en grutas artificiales con aguas de entre 35 y 50ºC, excelentes para combatir la artritis, la ciática y las neuralgias. Sobre la Ruta Nacional 7, que llega hasta el límite con Chile, el Puente del Inca es una de las postales más famosas de toda la región cuyana. Este puente natural permite pasar un río de color amarillento, con aguas muy sulfurosas. Estas termas ya eran conocidas y apreciadas por los indígenas de la región. Además de sus virtudes terapeúticas, estas aguas pueden solidificar objetos que queden sumergidos cierto tiempo en ellas. En los negocios de recuerdos de la región se pueden ver y adquirir numerosas muestras, a veces insólitas, de estas propiedades. En los años 40 fue construido un hotel para desarrollar el sitio, pero fue destruido por un aluvión a los pocos años de su inauguración.
Más y más agua termal En las demás provincias cordilleranas, hay muchos otros centros termales. En San Juan hay fuentes en San José de Jachal (la más famosa es Agua Negra, un arroyo de aguas hipotermales de unos 25º con efectos tonificantes), en Pismanta (un centro que cuenta con un hotel termal con aguas a 45ºC, aunque hay muchas otras fuentes de aguas termales en toda la región, sin explotar, y barros con virtudes terapeúticas).
En Catamarca, la oferta es más variada. En Belén (Aguas de Dionisio, los Nacimientos de San Antonio, Villavil y La Ciénaga) y Andalgalá (en Choyá), hay muchos lugares con fuentes de aguas termales, pero las más desarrolladas (aunque sin llegar al nivel de otros centros más al sur, en Mendoza o en San Juan), son las termas de Fiambalá y los de La Aguadita, en Tinogasta. En La Aguadita, hay piletones en el mismo lecho de un arroyo tibio. El lugar vale la pena tanto por sus aguas (sin más virtudes que ser tonificantes) como por los paisajes del lugar y la romántica rusticidad de las termas. Mientras tanto, en las termas de Fiambalá las aguas alcalinas surgen a 80ºC y se van enfriando a medida que bajan en el pequeño valle.
En Salta, hay fuentes de aguas termales en la región de Tartagal, y en las afueras de San Antonio de los Cobres (son las aguas termales más altas del país, a unos 3800 metros de altura). Las termas más conocidas de laprovincia son las de Rosario de la Frontera, que cuenta con un hotel que fue el primer centro termal de la Argentina, ya que empezó a funcionar en 1880. En Jujuy, hay un centro equivalente, en Termas de Reyes, que también era conocido y explotado en las épocas incaicas. Las aguas superan los 50ºC y las instalaciones del hotel son muy completas.
Además de las famosas Termas de Río Hondo en Santiago del Estero (ver contratapa), hay termas en el vecino Chaco, en Roque Sáenz Peña. En Buenos Aires hay aguas termales en Carhué, las principales termas de la provincia, con buena infraestructura aunque hayan sido afectadas por las últimas inundaciones.