Domingo, 12 de junio de 2005 | Hoy
RIO NEGRO > ESCULTURAS DE MADERA EN EL BOLSóN
Sobre la ladera del cerro Piltriquitrón se creó en 1998 –luego de un encuentro de escultores–, un original paseo entre tallas en madera cuya materia prima son los troncos ennegrecidos de un bosque de lengas que hace años fue arrasado por el fuego.
Por Julián Varsavsky
La consigna era darle vida nueva a un bosque de lenga quemado en 1978 por la negligencia humana. Había que reconvertir un verdadero cementerio de árboles negruzcos en algo agradable y atractivo. Y como la tarea era tan difícil que ni la todopoderosa ciencia del siglo XX hubiese podido realizarla, se recurrió a las alquimias del arte.
La idea se le ocurrió al artesano local Marcelo López cuando recorría las laderas del cerro Piltriquitrón en compañía de su esposa. Pero era evidente que no podrían hacerlo solos. Así que en 1998 organizaron, en medio de un bosque muerto, el Primer Encuentro de Escultores de El Bolsón. Para la ocasión montaron en pleno cerro Piltriquitrón (“colgado de las nubes”, en idioma araucano) un campamento con generadores eléctricos, mesas, cocina y alimentos para las personas que participaron en las actividades.
Todo el mundo se alojaba en el pueblo y a la mañana temprano salían para el bosque en combi y luego llegaban al campamento caminando o a caballo. Durante los ocho días que duró el encuentro se talló un total de trece esculturas sobre troncos de lenga centenarios que estaban caídos y secos. Como algunos eran de gran tamaño, se tuvieron que utilizar bueyes para trasladarlos. Sobre bocetos previos o improvisando en el momento, los artistas trabajaron al aire libre y los visitantes podían compartir el proceso creativo.
“Tengo un enamoramiento con la lenga”, comentaba la chaqueña Susana Vallone. De sus manos salió una talla con la imagen de pájaros en vuelo. Muy cerca de allí, Angel Marzorati (76 años) iba modelando la madera para crear una estilizada mujer. Unos metros a la derecha, la barilochense Nadia Guthman se esforzaba por alisar su escultura, mientras que los locales Raúl Navarra y Marcelo López recurrían a una motosierra para darle forma a su arte.
Al año siguiente se realizó el Segundo Encuentro de Escultores en unas 8 hectáreas de la montaña, en el que participaron artistas llegados de varios puntos del país. Con los nuevos trabajos, el área pasó a albergar un total de treinta y un esculturas. Y finalmente en el 2003 se hizo el tercer encuentro, que agregó otras seis esculturas. Así se fue creando un verdadero parque artístico en medio de la naturaleza que ya es una nueva atracción turística de El Bolsón.
A lo artístico del Bosque Tallado se le suma –casi con la misma importancia– la belleza natural de los paisajes y una fauna fácil de observar, como es el caso del pájaro carpintero negro que, por fortuna, hasta ahora no se ha metido con las obras.
El bosque se encuentra a 13 kilómetros del centro de El Bolsón, de los cuales 2 son por la Ruta 258 hacia el sur y luego 11 kilómetros en camino vehicular de montaña, hasta llegar a los 1200 metros de altura sobre el nivel del mar. A partir de allí es necesario hacer una caminata por un sendero marcado y con una pendiente de 30 grados en algunos tramos. El recorrido a pie es de aproximadamente 40 minutos, que se hacen muy llevaderos por el excepcional entorno natural. Es conveniente llevar agua y calzado apropiado para ese tipo de senderos. En el trayecto se puede parar en los distintos miradores para admirar los picos nevados de los cerros Lindo, Hielo y Azul, y varios ríos.
Al final de esta caminata, acompañada por el canto de los pájaros carpinteros, aparece el bosque esculpido bajo las dos cumbres del cerro Piltriquitrón. Una de las primeras tallas que sorprende al visitante es la figura amenazante de un puma que parece cobrar vida desde la madera. Se trata de una obra de Eduardo Iuso, que está flanqueada por otras de Nadia Guthman y Claudio Bruni. Otra escultura llamativa es el Duende vegetal, y hay varias con figuras de ángeles, un motivo muy común en la zona. Las obras –algunas de más de 2 metros de altura– están desperdigadas, sin unorden aparente, como si fuese un bosque encantado surgido de manera natural.
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