Dom 28.08.2005
turismo

RIO NEGRO LA GASTRONOMíA DE EL BOLSóN

Sabor mapuche

Considerado el paraíso de lo artesanal en la Patagonia, El Bolsón tiene una peculiar gastronomía: desde la tradición mapuche del curanto, hasta el gauchesco café carrero y el cordero patagónico al asador. Pero también los clásicos platos de alta cocina regional basados en trucha y carne de ciervo.

› Por Julián Varsavsky


En El Bolsón hay una tendencia muy arraigada a producir todo lo que sea posible con las propias manos, desde la casa donde se habita y su decoración, hasta la comida diaria y la cerveza. Fruto de esta inclinación por lo natural, se ha desarrollado con los años una sofisticada gastronomía con sabor casero que le pone otro toque de placer a la estadía en este hermoso lugar de la comarca andina.

Comida muy autoctona El curanto es el plato más autóctono que se puede saborear en la Patagonia. Es de pura cepa indígena, tanto por sus ingredientes como por el trabajoso sistema de cocción que requiere. Tan complicado es este proceso casi ritual, que en muy pocos lugares de ese vasto submundo que es la Patagonia se lo puede probar hoy en día. Los visitantes de El Bolsón –si tienen suerte y mucho interés– podrán vivir esa verdadera experiencia que excede bastante lo gastronómico en el restaurante de campo El Quincho, ubicado en un idílico y solitario paraje boscoso a diez minutos del pueblo, en la zona de Mallín Ahogado. Lo ideal es llegar alrededor de las 10.30 de la mañana para disfrutar de la tranquilidad del lugar y observar todo el proceso de producción. Primero se cava un pozo en la tierra que mide tres metros de largo por 20 centímetros de profundidad. El hoyo se llena con mucha leña a la que le colocan encima unas piedras “bocha” que alcanzan los 350 grados centígrados después de dos horas de fuego intenso. Una vez consumida la leña, las candentes piedras se cubren con hojas de nalca muy grandes y sobre ellas se colocan las verduras: papas, batatas, zapallitos, choclos, cebollas, zapallos criollos rellenos con trocitos de cordero, arroz y arvejas. El resto de los ingredientes incluye queso, chorizo, pollo, lechón, ternera y cordero trozados. Finalmente, se cubre el contenido del hoyo no sólo con hojas de nalca sino también con una arpillera húmeda y una capa de 20 centímetros de tierra. Durante la hora y media que dura la cocción, el equipo de curanteros cuida que ningún hilito de humo salga por ningún lado, porque si entrara un poco de oxígeno todo se incendiaría y se echaría a perder el almuerzo.

El curanto vendría a ser lo opuesto a un fast food. Además de la infinidad de ingredientes que lleva y el tiempo que requiere, se sirve por separado en un brasero para la carne y otro para los vegetales. Semejante trabajo nunca se realiza para menos de setenta personas, así que en El Quincho se prepara curanto todos los domingos de verano y durante los fines de semana largos. Es conveniente llamar por teléfono un día antes al 49-2870 y anotarse en la lista. Si no hay suficientes comensales para el curanto, siempre se podrá saborear cordero al asador y algunos platos más.

Cafe con bombilla Y para mantener la tradición de lo que se come popularmente en la Patagonia, nada mejor que terminar el almuerzo con un café carrero, que se prepara a la brasa dentro de un jarro con café de filtro al que se le agrega azúcar y chorritos de whisky, vodka, coñac, pisco, ginebra, aguardiente, tequila, gin, caña y ron. Pero lo más extraño es que dentro del jarrito se sumerge una brasa al rojo vivo que consume el alcohol. Y el resultado es una bebida dulce que sirve como digestivo y se toma con bombilla, una costumbre de pura cepa del gaucho de la Patagonia.

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