Dom 03.11.2002
turismo

La hoja endemoniada

A Rodrigo de Xeres, el navegante español que “descubrió” el tabaco, el nuevo vicio de fumar le trajo no pocos problemas. Una vez de regreso en su tierra de Ayamonte, fue sorprendido en su casa despidiendo humo por la boca, una escena singularísima en la España feudal. Confundido con un poseso, Don Rodrigo fue enviado por el Santo Oficio durante un buen tiempo a purgar su “satanismo” en la húmeda soledad de las mazmorras.
En 1586, la “hoja endemoniada” inspiró una Cédula Real de Felipe II, condenando al tabaco a ser públicamente quemado, en tanto “hierba perjudicial y dañosa”. Cada cual a su turno, reyes, papas y sacerdotes de Cristo y Mahoma se opusieron a que el tabaco conquistase el gusto de súbditos y fieles. El sha de Persia, Abbas-Sofí, condenó a muerte en el siglo XVII a todo aquel que usara el tabaco bajo cualquier circunstancia. En 1624, el papa Urbano VIII dictó una bula donde se argumentaba sobre aquella “mala costumbre de tomar por la boca y las narices la vulgar hierba”, un acto que ya se había hecho común hasta en la misa, “infestando los templos con su olor repelente”, y prohibió fumar dentro de las iglesias bajo amenaza de excomulgación. Sin embargo, tanta prohibición no hizo más que promover al misterioso tabaco, que con los siglos terminó convirtiéndose en el hábito más extendido de todo el planeta.

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